TESTIMONIO
EUGENIO DE NORA
De su libro 'Pueblo cautivo' (1946)
El silencio pesado,
la música, y el tiempo que hace ahí fuera,
la gente de las calles con uniforme o luto,
las cicatrices que miro en tantas almas,
el sol rojizo iluminando cárceles,
ruinas, y ciertos muros, ah, ciertos terraplenes
en los que se incrustaron balas tibias con sangre,
con sorpresas de sangre visitada de pronto;
las condecoraciones, las banderas,
los hombres más providenciales, y los menos,
las noticias que no traen los periódicos,
y las otras interminables, infantiles,
anonadantes cosas de diferente especie,
me sitúan en mí, sin libertad posible,
como una oruga entre batallas:
no hay ojos, pies o manos,
palabras, violines,
con los que ver, tocar, pisar en firme,
escuchar un latido
al combatido corazón de la vida,
sostenerse en el lomo de ballena furiosa
que revuelve estas cosas que pasan.
Yo bien quisiera
hablar con voz más pura de la luna y las flores,
o descifrar en versos mágicos
el color de los ojos de la mujer que amo:
pero ahí está lo otro
un oleaje, una salva de aplausos y disparos,
el mar ronco por las calles.
Yo fui aquél que silenciosamente
besa las rosas y contempla el cielo:
Pero ahí están los años enemigos,
tupidos de odio, abiertos como heridas,
desfallecidos de belleza amarga.
¡Aquí está el alma llena de cadenas,
el ciego sol sobre la mar sin nadie,
tanda espada de música en mi pecho!
Mirad la gente consumiendo vida:
el que trabaja, el que digiere en calma,
el que afila las armas, el que escupe;
todo lo dicho y más interminable.
Y entre tantos oficios yo soy aquel que mira,
aquel de quien se pide que atestigüe y declare.
ESTILO:
Pueblo cautivo, (1946) inaugura la poesía testimonial y de denuncia que caracterizará los libros posteriores de Gabriel Celaya o Blas de Otero. Este poema
es el testimonio del rastro que había dejado la guerra civil y también de la represión durante los años de la posguerra. El poema es irregular, en cinco estrofas, también irregulares, sin rima, pero con ritmo perfecto.
ESTILOS DEL POETA:
Desde sus inicios, Eugenio G. de Nora escribió una poesía comprometida social y políticamente, a la que Dámaso Alonso llamó poesía desarraigada, cuyo máximo exponente es su libro España, pasión de vida, de 1953. Sin embargo, la adscripción a la revista Espadaña y a las corrientes poéticas de compromiso social no debe hacer olvidar que Nora abordó otros temas relacionados con la condición humana, como el del amor. Así, ya en el poema inicial de Cantos al destino (1945) «Otra voz», se afirma la amplitud temática que caracterizará toda su producción poética, en especial la de los años 50. Amor, muerte, la preocupación por el paso del tiempo y el afán de trascendencia del ser humano van a ser los grandes temas de mucha de la poesía de Eugenio de Nora. El tono es elegíaco y a veces escéptico, revelando una visión existencialista del mundo.
De este modo, en Eugenio de Nora se observa por un lado una vertiente de su obra centrada en el momento histórico, la poesía de compromiso social, y por otro una poesía preocupada por el destino individual del hombre, en el sentido existencial, que estaría representada por obras como Contemplación del tiempo (1948), si bien este poemario no está exento de poemas en los que se recuerda la Guerra civil y sus consecuencias traumáticas.
Pueblo cautivo, (1945-46) inaugura la poesía testimonial y de denuncia que caracterizará los libros posteriores de Gabriel Celaya o Blas de Otero.
España, pasión de vida (1953) tiene componentes noventayochescos y regeneracionistas,
EUGENIO DE NORA
De su libro 'Pueblo cautivo' (1946)
El silencio pesado,
la música, y el tiempo que hace ahí fuera,
la gente de las calles con uniforme o luto,
las cicatrices que miro en tantas almas,
el sol rojizo iluminando cárceles,
ruinas, y ciertos muros, ah, ciertos terraplenes
en los que se incrustaron balas tibias con sangre,
con sorpresas de sangre visitada de pronto;
las condecoraciones, las banderas,
los hombres más providenciales, y los menos,
las noticias que no traen los periódicos,
y las otras interminables, infantiles,
anonadantes cosas de diferente especie,
me sitúan en mí, sin libertad posible,
como una oruga entre batallas:
no hay ojos, pies o manos,
palabras, violines,
con los que ver, tocar, pisar en firme,
escuchar un latido
al combatido corazón de la vida,
sostenerse en el lomo de ballena furiosa
que revuelve estas cosas que pasan.
Yo bien quisiera
hablar con voz más pura de la luna y las flores,
o descifrar en versos mágicos
el color de los ojos de la mujer que amo:
pero ahí está lo otro
un oleaje, una salva de aplausos y disparos,
el mar ronco por las calles.
Yo fui aquél que silenciosamente
besa las rosas y contempla el cielo:
Pero ahí están los años enemigos,
tupidos de odio, abiertos como heridas,
desfallecidos de belleza amarga.
¡Aquí está el alma llena de cadenas,
el ciego sol sobre la mar sin nadie,
tanda espada de música en mi pecho!
Mirad la gente consumiendo vida:
el que trabaja, el que digiere en calma,
el que afila las armas, el que escupe;
todo lo dicho y más interminable.
Y entre tantos oficios yo soy aquel que mira,
aquel de quien se pide que atestigüe y declare.
ESTILO:
Pueblo cautivo, (1946) inaugura la poesía testimonial y de denuncia que caracterizará los libros posteriores de Gabriel Celaya o Blas de Otero. Este poema
es el testimonio del rastro que había dejado la guerra civil y también de la represión durante los años de la posguerra. El poema es irregular, en cinco estrofas, también irregulares, sin rima, pero con ritmo perfecto.
ESTILOS DEL POETA:
Desde sus inicios, Eugenio G. de Nora escribió una poesía comprometida social y políticamente, a la que Dámaso Alonso llamó poesía desarraigada, cuyo máximo exponente es su libro España, pasión de vida, de 1953. Sin embargo, la adscripción a la revista Espadaña y a las corrientes poéticas de compromiso social no debe hacer olvidar que Nora abordó otros temas relacionados con la condición humana, como el del amor. Así, ya en el poema inicial de Cantos al destino (1945) «Otra voz», se afirma la amplitud temática que caracterizará toda su producción poética, en especial la de los años 50. Amor, muerte, la preocupación por el paso del tiempo y el afán de trascendencia del ser humano van a ser los grandes temas de mucha de la poesía de Eugenio de Nora. El tono es elegíaco y a veces escéptico, revelando una visión existencialista del mundo.
De este modo, en Eugenio de Nora se observa por un lado una vertiente de su obra centrada en el momento histórico, la poesía de compromiso social, y por otro una poesía preocupada por el destino individual del hombre, en el sentido existencial, que estaría representada por obras como Contemplación del tiempo (1948), si bien este poemario no está exento de poemas en los que se recuerda la Guerra civil y sus consecuencias traumáticas.
Pueblo cautivo, (1945-46) inaugura la poesía testimonial y de denuncia que caracterizará los libros posteriores de Gabriel Celaya o Blas de Otero.
España, pasión de vida (1953) tiene componentes noventayochescos y regeneracionistas,