La rana y el renacuajo.
Tomás de Iriarte.
En la orilla del Tajo
hablaba con la rana el renacuajo,
alabando las hojas, la espesura
de un gran cañaveral y su verdura.
Mas luego que del viento
el ímpetu violento
una caña abatió, que cayó al río,
en tono de lección dijo la rana:
«Ven a verla, hijo mío;
por de fuera muy tersa, muy lozana;
por dentro toda fofa, toda vana».
Si la rana entendiera poesía,
también de muchos versos lo diría
Tomás de Iriarte.
En la orilla del Tajo
hablaba con la rana el renacuajo,
alabando las hojas, la espesura
de un gran cañaveral y su verdura.
Mas luego que del viento
el ímpetu violento
una caña abatió, que cayó al río,
en tono de lección dijo la rana:
«Ven a verla, hijo mío;
por de fuera muy tersa, muy lozana;
por dentro toda fofa, toda vana».
Si la rana entendiera poesía,
también de muchos versos lo diría
No conocía está fábula,
Es una buena lección, la vanidad está a la orden del día.
De pequeña tuve un libro con las fábulas de eso lo, una se me quedó en la memoria, la de la sombra del burro
¿de quién era está, del dueño del burro o de quien alquiló el animal?
bueno, me acuerdo de alguna más.
Es una buena lección, la vanidad está a la orden del día.
De pequeña tuve un libro con las fábulas de eso lo, una se me quedó en la memoria, la de la sombra del burro
¿de quién era está, del dueño del burro o de quien alquiló el animal?
bueno, me acuerdo de alguna más.
Las fábulas de Esopo, perdón.