El PSOE no solo está derrotado sino que también está desconcertado, postrado y en declive, sin nuevas figuras, sin propuestas atractivas y en vísperas de perder Andalucía, su gran feudo histórico. Ni siquiera las inesperadas torpezas y errores de Rajoy y su gobierno pueden devolverle el brio perdido. Parece incapaz de superar la derrota y el humillante rechazo de los ciudadanos. Tiene un encefalograma casi plano y, desorientado y con angustia, ha elegido la peor de las opciones, la de radicalizarse, apoyando la protesta callejera y la revuelta. Con esa política, el PSOE migra hacia la extrema izquierda, se debilita y corre el riesgo de convertirse en un partido penoso y testimonial.
Pero el PSOE, tras su derrota, también está angustiado, resentido y acorralado como una fiera herida. Eso lo hace imprevisible y peligroso.
¿Logrará el PSOE reconducir su actual declive y afrontar su única salida: la regeneración y la creación, sobre sus cenizas, de un partido nuevo, verdaderamente socialista, limpio y democrático? Lo tiene muy dificil, casi imposible.
El PSOE, acostumbrado a gobernar, con cientos de miles de cuadros y militantes a los que necesita mantener, rechazado por los ciudadanos, sin haber asumido error alguno en su gobierno, en peligro de perder su feudo andaluz, desprestigiado y rechazado masivamente por los ciudadanos, sin atisbo alguno de renovación y optando por la peor de las salidas, que es el enfrentamiento y la trifulca callejera en estos tiempos difíciles para España, se ha convertido en una peligrosa fiera herida.
Una muestra de su instinto agresivo es la decisión de propiciar y estimular protestas en las calles y hasta una huelga general que son, probablemente, los comportamientos que más daño pueden hacer a la economía española y a la paz social en estos momentos.
Muchos expertos y analistas habían vaticinado que la derrota del socialismo español, degradado por el "zapaterismo" hasta extremos increíbles, vendría acompañada de grandes calamidades y traumas, como consecuencia de la protesta y el enfrentamiento social y político en las calles, un juego que se está confirmando, extremadamente peligroso en tiempos de sufrimiento y privaciones que, curiosamente, han sido provocadas por los mismos socialistas con sus errores y mal gobierno.
Muchos ciudadanos se preguntaban por qué razón el gobierno de Zapatero seguía alimentando generosamente las arcas de los sindicatos, a pesar de que éstos le habían hecho una huelga general y de que la crisis obligaba a todos a una austeridad extrema. La respuesta está ya a la vista: el PSOE necesita la alianza de los sindicalistas para crear conflictos y dramas en las calles y plazas de España, para desgastar y hacer la vida imposible al PP y a Rajoy, sobre todo después de haber comprobado que tienen el apoyo de la mayoría de los ciudadanos de España.
Por desgracia, hay muchos analistas que, basados en la experiencia histórica, advierten que el felino puede morir luchando con una rabia desmesurada y que el PSOE ya ganó unas elecciones contra pronóstico, gracias a los atentados del 11 M de 2004, que fueron los más sangrientos de la historia del terrorismo en España y que sembraron las urnas de miedo y confusión. Mucho antes, en las luchas previas al estallido de la Guerra Civil, algunos de sus grandes líderes históricos defendieron la terrible y antidemocrática tesis de que las leyes serían respetadas únicamente si servían para realizar los cambios revolucionarios que ellos consideraban necesarios.
También recuerdan que al PSOE no le tiembla el pulso a la hora de enfrentarse abiertamente al Estado de Derecho y a la legalidad vigente, como hizo en tiempos de los GAL y más recientemente en Cataluña, donde apoyó la insumisión frente a las sentencias de los tribunales Constitucional y Supremo, abanderada por CIU y por el nuevo presidente de la Generalitat, Artur Mas.
Los análisis pesimistas parten del principio de que el socialismo español, creador de un "régimen" y escasamente fiel a las reglas de la democracia, necesita gobernar y controlar el dinero público para mantener unida y fiel a su inmensa legión de militantes y adictos, mantenidos y enchufados, y, que, según la historia, tal vez se atreva a cruzar algunas líneas rojas para controlar el poder.
De cualquier manera, aunque las estrategias más extremas no lleguen a desatarse por miedo a la reacción adversa de un país que ahora desea el cambio y dejar al PP el margen suficiente para que reconduzca la triste deriva de la nación, los socialistas siempre desplegarán versiones de bajo perfil, basadas en utilizar al máximo el aparato de propaganda y agitación, repitiendo mentiras y falsos análisis para hacer olvidar a los españoles los estragos que han causado desde el gobierno: desempleo masivo, despilfarro público, poder desmedido de los partidos políticos, prostitución de la democracia, endeudamiento atroz, avance estremecedor de la pobreza, hundimiento de los valores, pérdida de la confianza y de la esperanza, desprestigio de los políticos, descrédito de la democracia, baja calidad de la enseñanza, casi medio millón de desahucios, decenas de miles de sin techo durmiendo en las calles y comiendo de la caridad y un largo etcétera de traumas y lacras, como la corrupción pública, los privilegios inmerecidos de la "casta" política, la marginación de los ciudadanos y otras muchas.
Esa es la tarea principal del socialismo que comanda Rubalcaba, más importante, incluso, que tomar las calles y capitanear la trifulca. Necesitan vitalmente que los españoles olviden pronto que fueron los socialistas los que les arrebataron la prosperidad, los que llenaron las calles y plazas de desempleados y nuevos pobres, los que fracasaron en el gobierno y condujeron a España hasta el borde del precipicio.
Pero el PSOE, tras su derrota, también está angustiado, resentido y acorralado como una fiera herida. Eso lo hace imprevisible y peligroso.
¿Logrará el PSOE reconducir su actual declive y afrontar su única salida: la regeneración y la creación, sobre sus cenizas, de un partido nuevo, verdaderamente socialista, limpio y democrático? Lo tiene muy dificil, casi imposible.
El PSOE, acostumbrado a gobernar, con cientos de miles de cuadros y militantes a los que necesita mantener, rechazado por los ciudadanos, sin haber asumido error alguno en su gobierno, en peligro de perder su feudo andaluz, desprestigiado y rechazado masivamente por los ciudadanos, sin atisbo alguno de renovación y optando por la peor de las salidas, que es el enfrentamiento y la trifulca callejera en estos tiempos difíciles para España, se ha convertido en una peligrosa fiera herida.
Una muestra de su instinto agresivo es la decisión de propiciar y estimular protestas en las calles y hasta una huelga general que son, probablemente, los comportamientos que más daño pueden hacer a la economía española y a la paz social en estos momentos.
Muchos expertos y analistas habían vaticinado que la derrota del socialismo español, degradado por el "zapaterismo" hasta extremos increíbles, vendría acompañada de grandes calamidades y traumas, como consecuencia de la protesta y el enfrentamiento social y político en las calles, un juego que se está confirmando, extremadamente peligroso en tiempos de sufrimiento y privaciones que, curiosamente, han sido provocadas por los mismos socialistas con sus errores y mal gobierno.
Muchos ciudadanos se preguntaban por qué razón el gobierno de Zapatero seguía alimentando generosamente las arcas de los sindicatos, a pesar de que éstos le habían hecho una huelga general y de que la crisis obligaba a todos a una austeridad extrema. La respuesta está ya a la vista: el PSOE necesita la alianza de los sindicalistas para crear conflictos y dramas en las calles y plazas de España, para desgastar y hacer la vida imposible al PP y a Rajoy, sobre todo después de haber comprobado que tienen el apoyo de la mayoría de los ciudadanos de España.
Por desgracia, hay muchos analistas que, basados en la experiencia histórica, advierten que el felino puede morir luchando con una rabia desmesurada y que el PSOE ya ganó unas elecciones contra pronóstico, gracias a los atentados del 11 M de 2004, que fueron los más sangrientos de la historia del terrorismo en España y que sembraron las urnas de miedo y confusión. Mucho antes, en las luchas previas al estallido de la Guerra Civil, algunos de sus grandes líderes históricos defendieron la terrible y antidemocrática tesis de que las leyes serían respetadas únicamente si servían para realizar los cambios revolucionarios que ellos consideraban necesarios.
También recuerdan que al PSOE no le tiembla el pulso a la hora de enfrentarse abiertamente al Estado de Derecho y a la legalidad vigente, como hizo en tiempos de los GAL y más recientemente en Cataluña, donde apoyó la insumisión frente a las sentencias de los tribunales Constitucional y Supremo, abanderada por CIU y por el nuevo presidente de la Generalitat, Artur Mas.
Los análisis pesimistas parten del principio de que el socialismo español, creador de un "régimen" y escasamente fiel a las reglas de la democracia, necesita gobernar y controlar el dinero público para mantener unida y fiel a su inmensa legión de militantes y adictos, mantenidos y enchufados, y, que, según la historia, tal vez se atreva a cruzar algunas líneas rojas para controlar el poder.
De cualquier manera, aunque las estrategias más extremas no lleguen a desatarse por miedo a la reacción adversa de un país que ahora desea el cambio y dejar al PP el margen suficiente para que reconduzca la triste deriva de la nación, los socialistas siempre desplegarán versiones de bajo perfil, basadas en utilizar al máximo el aparato de propaganda y agitación, repitiendo mentiras y falsos análisis para hacer olvidar a los españoles los estragos que han causado desde el gobierno: desempleo masivo, despilfarro público, poder desmedido de los partidos políticos, prostitución de la democracia, endeudamiento atroz, avance estremecedor de la pobreza, hundimiento de los valores, pérdida de la confianza y de la esperanza, desprestigio de los políticos, descrédito de la democracia, baja calidad de la enseñanza, casi medio millón de desahucios, decenas de miles de sin techo durmiendo en las calles y comiendo de la caridad y un largo etcétera de traumas y lacras, como la corrupción pública, los privilegios inmerecidos de la "casta" política, la marginación de los ciudadanos y otras muchas.
Esa es la tarea principal del socialismo que comanda Rubalcaba, más importante, incluso, que tomar las calles y capitanear la trifulca. Necesitan vitalmente que los españoles olviden pronto que fueron los socialistas los que les arrebataron la prosperidad, los que llenaron las calles y plazas de desempleados y nuevos pobres, los que fracasaron en el gobierno y condujeron a España hasta el borde del precipicio.
Vaya parrafada...... Y ademas un totus revolutus totalmente imparcial y sin anilisis de las circunstancias.
Un saludo.
Un saludo.
El extenso párrafo mío, ciertamente, es totalmente imparcial y con un análisis coherente de las circunstancias.
Otro saludo.
Otro saludo.