Dicen que en el calor está el origen de la felicidad de algunos pueblos y la raíz de su envidiable
salud mental, a diferencia de otros que son fríos, metódicos, y sólo se acaloran con el esfuerzo de recobrar la calma y enfriar la pasión.
A lo mejor es por eso que mientras en la Europa fría prosperan el pensamiento y la ciencia, en ese otra parte cálida proliferan la hostelería y las flores.
No soporto bien las temperaturas por encima de los veinte grados y al llegar el
verano tengo serias dificultades porque me obsesiona la idea de que el calor sea bueno para estimular las bajas pasiones.
Me resultaba más llevadero el calor cuando era niño y disfrutaba sintiendo el domingo desde la calle el aroma de los tomates y los melocotones de la huerta de mis padres, con el calor de mi niñez, con el clima de mi adolescencia, cerrando los ojos percibía el olor de las
mujeres, esa emanación del sexo que con la feromonas sale, e imaginaba el hormiguero y los recorridos que abriga el placer llevado por sexo.
Me pregunto por qué, si el calor me reconforta como recuerdo, no puedo soportarlo ahora. ¿Es acaso diferente la temperatura conmemorativa que la otra? ¿será que el calor que desprendían aquellas mujeres con los rigores del verano no era olor, sino pasión?. ¿qué razón puede haber para que no medren mis atributos en el verano? Revisaré mi actitud frente al calor. No hay que descartar que sea una destilación exquisita del sudor.
! Ah! y saludos cariñosos