Más tarde llegaría el momento de empezar a utilizar el palillero con el plumín, mojándolo en el tintero, ¡Qué tormento! En cuanto se apretaba un poco para aprovechar mas la tinta, se abría la punta del plumín y había que comprar otro, porque ese ya hacía dos rayas al escribir. Mi padre siempre decía que no ganaba para tantos plumines.