No me cabían estas flores, Fina. Pero las puedes aprovechar a lo mejor para pintarlas. Espero que te gusten, son naturales y al final eternas. Sus colores permanecen y sus pétalos son muy parecidos al papel. La naturaleza me tiene encantada de que sea tan sabia y tan perfecta. Salieron de un sobre de semillas de un supermercado de Burgos. Y hoy, dentro de su pequeñez son una realidad.
Yo sé lo que son las penurias pues en mis genes hay un mapa muy extenso de muchas vividas, compartidas y heredadas.
Un beso
Yo sé lo que son las penurias pues en mis genes hay un mapa muy extenso de muchas vividas, compartidas y heredadas.
Un beso
Buenas tardes Carmen: Tus flores me han parecido preciosas, ya veo que amas la naturaleza tanto como yo, y cuando termine un par de lienzos que llevo entre manos, seguro que las pinto, por cierto, se me olvido decirte que la señora con la niña en brazos que te mandé, es uno de mis cuadros al óleo.
No sabes la alegría y felicidad que siento cuando abro y compruebo tus mensajes. Esta pequeña, pero muy grande en contenido, intervención tuya y de alguna otra persona dirigida a mi, es algo muy importante para una mujer activa y creativa, pero muy sola, a la que nunca nadie, a excepción de su familia, se ha dirigido interesándose por sus cosas.
Por todo ello, siento el impulso de hablarte un poco de mi para que me conozcas un poco más: Vivo en Buñol (Valencia). Nací en la ciudad del Turia pero llegué a Buñol con 9 años, el pueblo de mis padres y abuelos. Buñol es un pueblo precioso e importante, respira arte por los cuatro costados. Una de ellas, La música, con dos Bandas de prestigio internacional, "La Armónica" y "La Artística, con 180 músicos cada una. Este es un fenómeno que sólo aquí se da, si comparamos la densidad de población, 10.000 habitantes, con otrs pueblos de España.
De la música te podía estar hablando eternamente porque, entre otras cosas, en mi familia tenemos cinco generaciones de músicos: mi abuelo, mi padre, mis dos hijos mayores, actualmente profesores en sendos Conservatorios, y por último, mis nietas.
Bueno, querida amiga, ya te iré contando... mientras tanto pincha en Buñol y sus Músicas y lo comprobarás mejor que lo que una servidora te pueda contar.
Si lo deseas, puedes tú tambien contarme cosas del día a día o alguna de esas penurias compartidas y heredadas. ¡Quién no tiene alguna! No temas, me gusta escuchar y ayudar.
En cualquier momento entraré en el Foro con una resumida intervención de uno de mis libros, para mi, el más importante.
Gracias por tus atenciones.
Un abrazo.
Fina Simón
No sabes la alegría y felicidad que siento cuando abro y compruebo tus mensajes. Esta pequeña, pero muy grande en contenido, intervención tuya y de alguna otra persona dirigida a mi, es algo muy importante para una mujer activa y creativa, pero muy sola, a la que nunca nadie, a excepción de su familia, se ha dirigido interesándose por sus cosas.
Por todo ello, siento el impulso de hablarte un poco de mi para que me conozcas un poco más: Vivo en Buñol (Valencia). Nací en la ciudad del Turia pero llegué a Buñol con 9 años, el pueblo de mis padres y abuelos. Buñol es un pueblo precioso e importante, respira arte por los cuatro costados. Una de ellas, La música, con dos Bandas de prestigio internacional, "La Armónica" y "La Artística, con 180 músicos cada una. Este es un fenómeno que sólo aquí se da, si comparamos la densidad de población, 10.000 habitantes, con otrs pueblos de España.
De la música te podía estar hablando eternamente porque, entre otras cosas, en mi familia tenemos cinco generaciones de músicos: mi abuelo, mi padre, mis dos hijos mayores, actualmente profesores en sendos Conservatorios, y por último, mis nietas.
Bueno, querida amiga, ya te iré contando... mientras tanto pincha en Buñol y sus Músicas y lo comprobarás mejor que lo que una servidora te pueda contar.
Si lo deseas, puedes tú tambien contarme cosas del día a día o alguna de esas penurias compartidas y heredadas. ¡Quién no tiene alguna! No temas, me gusta escuchar y ayudar.
En cualquier momento entraré en el Foro con una resumida intervención de uno de mis libros, para mi, el más importante.
Gracias por tus atenciones.
Un abrazo.
Fina Simón
Buenos días de nuevo Fina:
Tuve una inimaginable pero real profesora llamada Josefina que le perdí la pista pues a veces conoces a las personas pero lo tuyo es seguir tu camino. Me dio clases en Madrid en el barrio de Entrevías y en el colegio "García Morente" pero luego pasé al instituto y no he sabido hasta hace poco mi deuda con ella.
Ella nos examinaba, no solo de las materias, sino que se fijaba en nuestras expresiones, los rasgos, la forma de ser. No como el resto de profesores y profesoras, que conocí ya en el instituto del mismo nombre, que ya solo se dedicaban a examinarte de sus clases puntuales y a no ser que tu conducta y actitud no fuera buena, nada mas te decían porque éramos muchos en las aulas.
Y viene a colación esto acerca de Josefina porque veía en mis ojos una tristeza profunda que la cautivó y no sabía, (ni yo tampoco de dónde provenía). "Me gustan tus ojos, son muy expresivos, pero contienen una tristeza inmensa", me decía.
Yo no sabía, pero me quedé extrañada al oír esas palabras. Porque vives, y a lo mejor no te dicen, pero vives en tu piel la amargura destilada atrapándola sin darte cuenta y quieras o no, cala en ti.
Hasta que no creces y vas atando cabos, no sabes todo lo que rodea a tus seres queridos porque ellos no tenían palabras para expresar su dolor. Y ese dolor perdura con el paso del tiempo.
Después de tanta explicación con pocas palabras mas vas a entender el por qué de mis ojos tristes de niña.
No conocí a mi abuelo. y eso me marcó. Pues mi abuelo murió en el campo de concentración de Mathausen en Austria por ser de izquierdas o estar en ese bando. Y de él solo había un cuadro en la pared del piso de mi abuela, siempre viuda que conocí.
Una mujer cuya vida fui a representar al pueblo de mi otra abuela. La gente aplaudió a rabiar y yo no sabía que estaba haciendo el papel de mi otra abuela. Una mujer que no sabía escribir y le pedía al cura de su pueblo que le leyera las cartas que recibía de su esposo, que nunca mas estuvo con ella, y no tuvo mas que esas cartas leídas, nadie sabe si falsas o verdaderas.
Bueno pues verás, como Josefina nos hacía leer en clase obras de teatro, mi interpretación era muy buena y también memorizaba si me gustaba la obra. Y era demasiado larga ni difícil. Solo una vez en la vida interpretar, y acertar de esa manera, es que da mucho que pensar en todo. Que entonces no lo supieras y que a medida que el tiempo fuera pasando tengas esa certeza, es que se hiela un poco la sangre.
Llegué a Ablanque a cuidar de mi abuela ablanqueña y justo ese año iban a hacer actos culturales en mi pueblo. Eligieron la forma de participación y a mi me vieron capaz de representar la obra, que no me acuerdo ni como se llamaba porque el guión me lo aprendí y lo devolví una vez realizado mi papel.
El resto de las chicas fueron elegidas para bailar, y todas con trajes regionales iguales, a las que les tuvieron que enseñaron los pasos de las danzas.
Sin embargo yo busqué ropas propias de antaño. La amiga de mi abuela, Margarita, tenía mi talla y sus ropas auténticas las llevé yo como si hubieran estado hechas a mi medida.
A mi abuela ese año le creció doblemente su predilección por mi. Por llevarla a su pueblo, por darle el agua necesaria, y por aplaudir a su nieta. Menos mal que de algo malo siempre sale algo bueno. Y decían, ¡claro si la Raimunda también representaba obras de teatro!. Todo se hereda.
Tuve una inimaginable pero real profesora llamada Josefina que le perdí la pista pues a veces conoces a las personas pero lo tuyo es seguir tu camino. Me dio clases en Madrid en el barrio de Entrevías y en el colegio "García Morente" pero luego pasé al instituto y no he sabido hasta hace poco mi deuda con ella.
Ella nos examinaba, no solo de las materias, sino que se fijaba en nuestras expresiones, los rasgos, la forma de ser. No como el resto de profesores y profesoras, que conocí ya en el instituto del mismo nombre, que ya solo se dedicaban a examinarte de sus clases puntuales y a no ser que tu conducta y actitud no fuera buena, nada mas te decían porque éramos muchos en las aulas.
Y viene a colación esto acerca de Josefina porque veía en mis ojos una tristeza profunda que la cautivó y no sabía, (ni yo tampoco de dónde provenía). "Me gustan tus ojos, son muy expresivos, pero contienen una tristeza inmensa", me decía.
Yo no sabía, pero me quedé extrañada al oír esas palabras. Porque vives, y a lo mejor no te dicen, pero vives en tu piel la amargura destilada atrapándola sin darte cuenta y quieras o no, cala en ti.
Hasta que no creces y vas atando cabos, no sabes todo lo que rodea a tus seres queridos porque ellos no tenían palabras para expresar su dolor. Y ese dolor perdura con el paso del tiempo.
Después de tanta explicación con pocas palabras mas vas a entender el por qué de mis ojos tristes de niña.
No conocí a mi abuelo. y eso me marcó. Pues mi abuelo murió en el campo de concentración de Mathausen en Austria por ser de izquierdas o estar en ese bando. Y de él solo había un cuadro en la pared del piso de mi abuela, siempre viuda que conocí.
Una mujer cuya vida fui a representar al pueblo de mi otra abuela. La gente aplaudió a rabiar y yo no sabía que estaba haciendo el papel de mi otra abuela. Una mujer que no sabía escribir y le pedía al cura de su pueblo que le leyera las cartas que recibía de su esposo, que nunca mas estuvo con ella, y no tuvo mas que esas cartas leídas, nadie sabe si falsas o verdaderas.
Bueno pues verás, como Josefina nos hacía leer en clase obras de teatro, mi interpretación era muy buena y también memorizaba si me gustaba la obra. Y era demasiado larga ni difícil. Solo una vez en la vida interpretar, y acertar de esa manera, es que da mucho que pensar en todo. Que entonces no lo supieras y que a medida que el tiempo fuera pasando tengas esa certeza, es que se hiela un poco la sangre.
Llegué a Ablanque a cuidar de mi abuela ablanqueña y justo ese año iban a hacer actos culturales en mi pueblo. Eligieron la forma de participación y a mi me vieron capaz de representar la obra, que no me acuerdo ni como se llamaba porque el guión me lo aprendí y lo devolví una vez realizado mi papel.
El resto de las chicas fueron elegidas para bailar, y todas con trajes regionales iguales, a las que les tuvieron que enseñaron los pasos de las danzas.
Sin embargo yo busqué ropas propias de antaño. La amiga de mi abuela, Margarita, tenía mi talla y sus ropas auténticas las llevé yo como si hubieran estado hechas a mi medida.
A mi abuela ese año le creció doblemente su predilección por mi. Por llevarla a su pueblo, por darle el agua necesaria, y por aplaudir a su nieta. Menos mal que de algo malo siempre sale algo bueno. Y decían, ¡claro si la Raimunda también representaba obras de teatro!. Todo se hereda.