MIGUEL HERNANDEZ 100 años. /
El poeta, “el mas inocente y confiado de los muchachos”, como le llamó la escritora Carmen Conde, cuya pureza le impidió imaginar la infinita insania y el odio cainita de los vencedores, volvióo a su pueblo para caer ingenuamente en manos de sus victimarios. Antes había sido detenido en la frontera portuguesa y entre mayo y septiembre permaneció preso en la cárcel madrileña de Torrijos.
En el procedimiento sumarísimo de urgencia que se siguió contra el en la Auditoria de Guerra de Madrid, el 25 de enero de 1940, no pudo hacerse ninguna acusación de delito alguno, salvo el de ser autor de poemas como: “Canción del esposo soldado”, “Espejo de mi carne, sustento de mis alas / te doy vida en la muerte que me dan y no tomo / Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas, / ansiado por el plomo”!. Poema dedicado a su esposa Josefina.
Fue condenado a muerte, pero tras la intensa campaña que se siguió en el mundo para salvarle la vida, le fue conmutada la pena por la de treinta años de cárcel.
Tras sucesivos y azarosos arrestos, inicio Miguel un largo y afrentoso calvario carcelario, desde su internamiento en el seminario de San Miguel de Orihuela, pasando por las prisiones de Palencia, Torrijos, Yeserias y conde de Toreno, en Madrid, hasta el reformatorio de Alicante, donde se le dejo morir. Pero aun, en las horas mas duras de su cautiverio, encontró la luz de la esperanza con el nacimiento de su hijo. “”Tu risa me hace libre – escribió en las universales (Nanas de las cebollas, escritas en la improvisada cárcel de Torrijos) – me pone alas, / Soledades me quita, / cárcel me arranca. / Boca que vuela, / corazón que en tus labios / relampaguea””.
Pocas esperanzas le quedaban a un hombre como el, extranjero de todas los dogmas, de todas las camarillas, de todas las infamias. En los sótanos mas leprosos de la dictadura alcanzo sus mas altos registros poéticos. En la prisión inicio su “”Cancionero y romancero de ausencias””, que concluyo tras las catorce estaciones carcelarias que, como Cristo sufrió en sus últimos días.
En aquellos poemas suyos entregaba lo mas hondo y abisal de si mismo, su rabia machadianos y su inconmensurable piedad, el llanto de los oprimidos, de los que como el sufrían persecución por la justicia, la vigilia de tantos compañeros presos, de tantos hermanos condenados a la muerte en los frentes, los juzgados y los calabozos desolados, la insurgencia orgullosa frente a la sinrazón y la violencia.
Cuando murió en el reformatorio de Alicante, un día triste de 1942, se apago una de las voces mas altas y limpias de la poesía española del siglo XX, condenada al olvido por una dictadura atroz, que no contenta con haber mutilado su vida quiso también apagar su voz.
Pero el tiempo, que todo lo cura, nos ha traído el consuelo de su recuerdo, restituyendo al poeta el lugar priv1ligiado que le corresponde en la literatura y en la vida.
“El recuerdo de Miguel Hernandez – escribió Pablo Neruda – no puede escaparseme de las raices del corazón. Su rostro era el rostro de España, con algo rotundo de pan y de tierra. Sus ojos quemantes, eran dos rayos de fuerza y de ternura “.
Francisca Aguirre, reciente Premio Miguel Hernandez, dice de el, “Cuanto mas creció el poeta, mas creció el humanista y el hombre político que habia en el. Cuando ocurrió el estrago de la guerra del 36, no tuvo dudas: fue un republicano que lucho para los que no tenían nada tuviesen derecho, no solo a tener algo sino tener lo que tienen los demás: cultura, sanidad y, sobre todo libertad.
Un poeta es difícil que pueda vivir sin libertad”.
MIGUEL HERNANDEZ, HOY HACE CIEN AÑOS QUE VINISTES AL MUNDO PARA GLORIA DE ESPAÑA Y DE LA POESIA ESPAÑOLA! ¡HONOR A TI!
El poeta, “el mas inocente y confiado de los muchachos”, como le llamó la escritora Carmen Conde, cuya pureza le impidió imaginar la infinita insania y el odio cainita de los vencedores, volvióo a su pueblo para caer ingenuamente en manos de sus victimarios. Antes había sido detenido en la frontera portuguesa y entre mayo y septiembre permaneció preso en la cárcel madrileña de Torrijos.
En el procedimiento sumarísimo de urgencia que se siguió contra el en la Auditoria de Guerra de Madrid, el 25 de enero de 1940, no pudo hacerse ninguna acusación de delito alguno, salvo el de ser autor de poemas como: “Canción del esposo soldado”, “Espejo de mi carne, sustento de mis alas / te doy vida en la muerte que me dan y no tomo / Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas, / ansiado por el plomo”!. Poema dedicado a su esposa Josefina.
Fue condenado a muerte, pero tras la intensa campaña que se siguió en el mundo para salvarle la vida, le fue conmutada la pena por la de treinta años de cárcel.
Tras sucesivos y azarosos arrestos, inicio Miguel un largo y afrentoso calvario carcelario, desde su internamiento en el seminario de San Miguel de Orihuela, pasando por las prisiones de Palencia, Torrijos, Yeserias y conde de Toreno, en Madrid, hasta el reformatorio de Alicante, donde se le dejo morir. Pero aun, en las horas mas duras de su cautiverio, encontró la luz de la esperanza con el nacimiento de su hijo. “”Tu risa me hace libre – escribió en las universales (Nanas de las cebollas, escritas en la improvisada cárcel de Torrijos) – me pone alas, / Soledades me quita, / cárcel me arranca. / Boca que vuela, / corazón que en tus labios / relampaguea””.
Pocas esperanzas le quedaban a un hombre como el, extranjero de todas los dogmas, de todas las camarillas, de todas las infamias. En los sótanos mas leprosos de la dictadura alcanzo sus mas altos registros poéticos. En la prisión inicio su “”Cancionero y romancero de ausencias””, que concluyo tras las catorce estaciones carcelarias que, como Cristo sufrió en sus últimos días.
En aquellos poemas suyos entregaba lo mas hondo y abisal de si mismo, su rabia machadianos y su inconmensurable piedad, el llanto de los oprimidos, de los que como el sufrían persecución por la justicia, la vigilia de tantos compañeros presos, de tantos hermanos condenados a la muerte en los frentes, los juzgados y los calabozos desolados, la insurgencia orgullosa frente a la sinrazón y la violencia.
Cuando murió en el reformatorio de Alicante, un día triste de 1942, se apago una de las voces mas altas y limpias de la poesía española del siglo XX, condenada al olvido por una dictadura atroz, que no contenta con haber mutilado su vida quiso también apagar su voz.
Pero el tiempo, que todo lo cura, nos ha traído el consuelo de su recuerdo, restituyendo al poeta el lugar priv1ligiado que le corresponde en la literatura y en la vida.
“El recuerdo de Miguel Hernandez – escribió Pablo Neruda – no puede escaparseme de las raices del corazón. Su rostro era el rostro de España, con algo rotundo de pan y de tierra. Sus ojos quemantes, eran dos rayos de fuerza y de ternura “.
Francisca Aguirre, reciente Premio Miguel Hernandez, dice de el, “Cuanto mas creció el poeta, mas creció el humanista y el hombre político que habia en el. Cuando ocurrió el estrago de la guerra del 36, no tuvo dudas: fue un republicano que lucho para los que no tenían nada tuviesen derecho, no solo a tener algo sino tener lo que tienen los demás: cultura, sanidad y, sobre todo libertad.
Un poeta es difícil que pueda vivir sin libertad”.
MIGUEL HERNANDEZ, HOY HACE CIEN AÑOS QUE VINISTES AL MUNDO PARA GLORIA DE ESPAÑA Y DE LA POESIA ESPAÑOLA! ¡HONOR A TI!