Nació en Torremocha del Pinar (Guadalajara) y murió en Mathausen. Cuando él murió su espíritu voló a nuestro lado y ya nunca, nada ni nadie nos lo arrebatará jamás. Fue un patriota y dio la vida por España. Sus padres y él se habían ido a Francia y España le llamó a filas. Se enamoró de mi abuela, se casaron y tuvieron 6 hijos. Era republicano y al acabar la contienda se fue a Francia de nuevo. Ya iba destrozado porque todo lo que tanto esfuerzo le había costado estaba arruinado. Se fue buscando una esperanza pero le capturaron los alemanes y en menos de un año murió.
Aunque su foto estaba en el salón de mi abuela nunca me fijé en los azules ojos que tenía y su historia estaba prohibida por el dolor que lo entumece todo. Cuando tuve edad suficiente la vida me presentó su historia real ante mis ojos y la pude leer. Aún así, me dejó muda durante mucho tiempo. Pero las heridas se curan y si hoy escribo es por él. Y si hoy lucho por la libertad es por él.
Siento haberos conmocionado pero la vida es así de dura. Y debemos estar alerta siempre.
A MI ABUELO ANTONIO BENITO,
que no conocí
Ha florecido en mi jardín
Una especial rosa,
rosa fría de invierno.
Una tibia rosa te ofrezco;
a los pies de tu tumba, la dejo
Desde tu patria chica,
desde tu pueblo.
No tenía palabras, sino lágrimas
que derramo en tu recuerdo,
mi querido abuelo.
Nunca te tuve a mi lado,
nunca supe tu lecho:
muy lejano en espacio y tiempo.
Cuando supe tu destino,
mi mano no pudo escribir
por ti, un solo párrafo.
Lloré y sufrí sin consuelo,
en muchos años.
¡Oh Dios mío!
¿Cómo pudo un asesino
Cortar la risa, el habla, la vida
de tantos seres,
por su distinta raza,
o sus profundas ideas;
sólo por el tono de la piel y pelo,
el color de la sangre y la herencia
difundida en los genes?
Grita la humanidad a coro
¡Basta!
Bastaron al asesino
miles, millones de niños,
jóvenes adolescentes y ancianos
para no saciar su hambre.
Ese enemigo mortal
que hizo estallar en mil pedazos
de cruel llanto a la humanidad
diseminando sus penas por el mundo.
En cada corazón puso una espina,
por eso hoy llevamos rosas,
tantas rosas como tumbas,
flores para no olvidar
esas almas tristes y frías.
Ese vacío dejado
en el seno de las familias;
hijos sin padre de por vida;
esposa sin marido,
dolor que penetra
durante varias generaciones
como un legado triste
en el que se impone el no olvido.
Mi legado fue un grito de dolor
tristemente escuchado
en el recuerdo de niña,
mezclado con las campanadas
de ilusiones y fantasía.
Fue un alto en mi camino
que oscureció mi alegría
Y con él mi vida.
CARMEN GARCÍA
Aunque su foto estaba en el salón de mi abuela nunca me fijé en los azules ojos que tenía y su historia estaba prohibida por el dolor que lo entumece todo. Cuando tuve edad suficiente la vida me presentó su historia real ante mis ojos y la pude leer. Aún así, me dejó muda durante mucho tiempo. Pero las heridas se curan y si hoy escribo es por él. Y si hoy lucho por la libertad es por él.
Siento haberos conmocionado pero la vida es así de dura. Y debemos estar alerta siempre.
A MI ABUELO ANTONIO BENITO,
que no conocí
Ha florecido en mi jardín
Una especial rosa,
rosa fría de invierno.
Una tibia rosa te ofrezco;
a los pies de tu tumba, la dejo
Desde tu patria chica,
desde tu pueblo.
No tenía palabras, sino lágrimas
que derramo en tu recuerdo,
mi querido abuelo.
Nunca te tuve a mi lado,
nunca supe tu lecho:
muy lejano en espacio y tiempo.
Cuando supe tu destino,
mi mano no pudo escribir
por ti, un solo párrafo.
Lloré y sufrí sin consuelo,
en muchos años.
¡Oh Dios mío!
¿Cómo pudo un asesino
Cortar la risa, el habla, la vida
de tantos seres,
por su distinta raza,
o sus profundas ideas;
sólo por el tono de la piel y pelo,
el color de la sangre y la herencia
difundida en los genes?
Grita la humanidad a coro
¡Basta!
Bastaron al asesino
miles, millones de niños,
jóvenes adolescentes y ancianos
para no saciar su hambre.
Ese enemigo mortal
que hizo estallar en mil pedazos
de cruel llanto a la humanidad
diseminando sus penas por el mundo.
En cada corazón puso una espina,
por eso hoy llevamos rosas,
tantas rosas como tumbas,
flores para no olvidar
esas almas tristes y frías.
Ese vacío dejado
en el seno de las familias;
hijos sin padre de por vida;
esposa sin marido,
dolor que penetra
durante varias generaciones
como un legado triste
en el que se impone el no olvido.
Mi legado fue un grito de dolor
tristemente escuchado
en el recuerdo de niña,
mezclado con las campanadas
de ilusiones y fantasía.
Fue un alto en mi camino
que oscureció mi alegría
Y con él mi vida.
CARMEN GARCÍA