Queridos amigos y amigas:
Este poema tiene también una singular historia. Está dedicado a Ablanque (Guadalajara) un pueblecito del Alto Tajo con mucho encanto. Él por si solo es una bendición de pueblo. No pude pasar ahí mi infancia por "malos quereres" decía mi padre. Pero hubo otros pueblos donde fui muy feliz: Ciruelos del Pinar, Luzón y Maranchón. Los pinares eran los mismos en todos los sitios. En mi pueblo había mucho resentimiento y odio porque mi abuelo de Ablanque, Mariano fue falangista. Además Ablanque no tuvo nunca pinar propio pues primero fue de los Duques de Medinaceli y después de la Unión Resinera. Pero mis abuelos vendieron una casa a los guardias de los pinares y aquello les encendió en ira contra nosotros. Cuando Ablanque tuvo los pinares en propiedad lo celebré con otro poema. La pena fue que esa propiedad le durara tan poco pues se quemaron mis pinares por un descuido atroz y murieron personas dando la vida por esos lugares.
Hacia mi familia se vertió un odio que impidió que a mi abuela le pusieran agua corriente en su casa. No la tenía cuando yo decidí regresar con mi abuela para que pudiese disfrutar del verano de su pueblo. Pues en Madrid hacía mucho calor, y ella se merecía los aires de su pueblo, y no se los iba a quitar nadie. Y no se los quitaron. Sin agua corriente ya me encargaría yo de ir a buscarla. Y de lavar para las dos. Y en medio de la plaza a la vista de todo el mundo.
Vinieron a decirme que no lavase, que el agua se derramaba y que había lavaderos. Y yo con trece años les dije que lo que estaba haciendo no era lavar, sino haciendo justicia. Que a una vecina del pueblo, que tanto les ayudó siempre y para todo. Les curaba, les daba hierbas y mucho ánimo con coplas, oraciones y cantares, y ellos así se lo pagaron y cuando ella no podía defenderse. "Eso que le habéis hecho a mi abuela no tiene nombre", les dije.
Para tener agua en casa tuvimos que poner un juicio y al final el agua la pusimos a medias. Mitad el pueblo, mitad nosotros.
Ese fue mi pueblo de izquierdas que debía saber que mi otro abuelo era de los suyos pero le ignoraron y vertieron el odio en todos nosotros.
Cuánta ignorancia y maldad se conjugó siempre.
Pero no me digáis como ni porqué. Aquel año les limpié la plaza, actué en la misma plaza representando el papel de mi otra abuela, que no sabía leer y le pedía que el cura de su pueblo le leyera y le respondiera. Y sin saber nada de nada acerca de mi propia historia, representé esa obra.
Era muy joven y apenas sabía de la historia de mi Abuelo Antonio Benito de Torremocha del Pinar. Fui la elegida para el papel del teatro porque sabía leer muy bien y tenía memoria. Las otras chicas del pueblos bailaban y faltaba un traje para mi. Entonces, como yo no iba a formar parte del grupo de danzas, busqué un traje auténtico. Me lo prestó una amiga de mi abuela que se ve que tenía el mismo tipo que yo porque parecía hecho a mi medida. El traje de Margarita me quedó perfecto y con mi pareja de baile, Recio, lo representé. Al final todo fueron aplausos y mi abuela no cabía en si de orgullo por mi. Pero después me tuve que ir a Madrid de nuevo a seguir estudiando y luché como nadie pero mi lucha no fue suficiente pues la ciudad me ahogaba.
Pasó un tiempo y escribí este poema. Porque siempre diferencié, la gente, del espacio donde se encuadra un pueblo. A mi, Ablanque me dio siempre agua en abundancia y en una fuente que me enseñaba mi abuela. El manantial del Cañizarejo, en dirección contraria al pueblo. Pero la que usábamos para beber diariamente. Para lavar, íbamos a la del pueblo y para otros usos.
También si íbamos en coche cogíamos agua de la Fuente del Cura y de la fuente Vieja. Por fuentes iba a ser en mi pueblo. El agua del pueblo procede de la Fuente de la Sierra.
y así el pueblo de las mil fuentes me dejó a mi sin agua corriente.
Ahora mi casa ya es del pueblo, ya la han asfaltado porque hay mas vecinos pero a fe mía que tienen una deuda con nosotros.
Todavía no se ha acabado creo, la lucha. Porque cual no fue mi sorpresa cuando nos reclamaron hace poco unos terrenos de nuestra propiedad para hacer un polideportivo en la villa y tendremos que empezar de nuevo a defender lo nuestro.
Mi pueblo no tiene la culpa de que siga habiendo gente ruin y por eso le he dedicado este poema y otros. Y mas en el futuro.
Lo recité en Santa María a Monte (Italia) en un encuentro de pueblos al que fui invitada. Y fui muy aplaudida. Me cantaron el “Viva España” de Manolo Escobar.
Encima, el poema original lo perdí, y lo tuve que rescatar de una traducción que me hizo una amiga francesa con la que me escribía en inglés. Y aunque no sabía francés lo recuperé porque lo tenía en mi. Volvió al castellano de nuevo y viajó a Italia donde me dijeron que había mucho sentimiento en él.
CANTO AL PUEBLO
Miles de gritos te iluminan
que ensordecen el espíritu
y alegran tu alma.
Hoy tu plaza rebosa
de alegres muchachos:
nuevos amaneceres de esperanza.
Pero ¿Y mañana?
cuando el frío se cuela por las tejas,
cuando témpanos de hielo
crujen en el suelo.
Ese día ¡oh pueblo!
estarás casi solo.
Mis pies no pisarán
tus losas de cemento,
tus piedras, cantos y guijarros.
Mis manos no tocarán
los muros de tus casas.
De tus fuentes no beberé agua clara;
no veré tus pinos ni olmos,
no estaré ahí en persona
pero estarás conmigo
hermano del alma
¡Oh pueblo silencioso y callado!
Estarás en mi pensamiento
¡Oh pueblo amado!
El mal tiempo pasará,
el sol te abrazará puro y sincero.
Quizás unas nubes lo oscurezcan
pero habrá otras mañanas azules
en que el sol saldrá de nuevo a verte.
Ven a mi casa compañero,
a la entrada del corazón y alma
donde encontrarás un fácil sendero.
Ven pueblo a refugiarte, a cobijarte.
El tiempo pasará y el rojo sol
volverá a encenderse con amor.
Este poema tiene también una singular historia. Está dedicado a Ablanque (Guadalajara) un pueblecito del Alto Tajo con mucho encanto. Él por si solo es una bendición de pueblo. No pude pasar ahí mi infancia por "malos quereres" decía mi padre. Pero hubo otros pueblos donde fui muy feliz: Ciruelos del Pinar, Luzón y Maranchón. Los pinares eran los mismos en todos los sitios. En mi pueblo había mucho resentimiento y odio porque mi abuelo de Ablanque, Mariano fue falangista. Además Ablanque no tuvo nunca pinar propio pues primero fue de los Duques de Medinaceli y después de la Unión Resinera. Pero mis abuelos vendieron una casa a los guardias de los pinares y aquello les encendió en ira contra nosotros. Cuando Ablanque tuvo los pinares en propiedad lo celebré con otro poema. La pena fue que esa propiedad le durara tan poco pues se quemaron mis pinares por un descuido atroz y murieron personas dando la vida por esos lugares.
Hacia mi familia se vertió un odio que impidió que a mi abuela le pusieran agua corriente en su casa. No la tenía cuando yo decidí regresar con mi abuela para que pudiese disfrutar del verano de su pueblo. Pues en Madrid hacía mucho calor, y ella se merecía los aires de su pueblo, y no se los iba a quitar nadie. Y no se los quitaron. Sin agua corriente ya me encargaría yo de ir a buscarla. Y de lavar para las dos. Y en medio de la plaza a la vista de todo el mundo.
Vinieron a decirme que no lavase, que el agua se derramaba y que había lavaderos. Y yo con trece años les dije que lo que estaba haciendo no era lavar, sino haciendo justicia. Que a una vecina del pueblo, que tanto les ayudó siempre y para todo. Les curaba, les daba hierbas y mucho ánimo con coplas, oraciones y cantares, y ellos así se lo pagaron y cuando ella no podía defenderse. "Eso que le habéis hecho a mi abuela no tiene nombre", les dije.
Para tener agua en casa tuvimos que poner un juicio y al final el agua la pusimos a medias. Mitad el pueblo, mitad nosotros.
Ese fue mi pueblo de izquierdas que debía saber que mi otro abuelo era de los suyos pero le ignoraron y vertieron el odio en todos nosotros.
Cuánta ignorancia y maldad se conjugó siempre.
Pero no me digáis como ni porqué. Aquel año les limpié la plaza, actué en la misma plaza representando el papel de mi otra abuela, que no sabía leer y le pedía que el cura de su pueblo le leyera y le respondiera. Y sin saber nada de nada acerca de mi propia historia, representé esa obra.
Era muy joven y apenas sabía de la historia de mi Abuelo Antonio Benito de Torremocha del Pinar. Fui la elegida para el papel del teatro porque sabía leer muy bien y tenía memoria. Las otras chicas del pueblos bailaban y faltaba un traje para mi. Entonces, como yo no iba a formar parte del grupo de danzas, busqué un traje auténtico. Me lo prestó una amiga de mi abuela que se ve que tenía el mismo tipo que yo porque parecía hecho a mi medida. El traje de Margarita me quedó perfecto y con mi pareja de baile, Recio, lo representé. Al final todo fueron aplausos y mi abuela no cabía en si de orgullo por mi. Pero después me tuve que ir a Madrid de nuevo a seguir estudiando y luché como nadie pero mi lucha no fue suficiente pues la ciudad me ahogaba.
Pasó un tiempo y escribí este poema. Porque siempre diferencié, la gente, del espacio donde se encuadra un pueblo. A mi, Ablanque me dio siempre agua en abundancia y en una fuente que me enseñaba mi abuela. El manantial del Cañizarejo, en dirección contraria al pueblo. Pero la que usábamos para beber diariamente. Para lavar, íbamos a la del pueblo y para otros usos.
También si íbamos en coche cogíamos agua de la Fuente del Cura y de la fuente Vieja. Por fuentes iba a ser en mi pueblo. El agua del pueblo procede de la Fuente de la Sierra.
y así el pueblo de las mil fuentes me dejó a mi sin agua corriente.
Ahora mi casa ya es del pueblo, ya la han asfaltado porque hay mas vecinos pero a fe mía que tienen una deuda con nosotros.
Todavía no se ha acabado creo, la lucha. Porque cual no fue mi sorpresa cuando nos reclamaron hace poco unos terrenos de nuestra propiedad para hacer un polideportivo en la villa y tendremos que empezar de nuevo a defender lo nuestro.
Mi pueblo no tiene la culpa de que siga habiendo gente ruin y por eso le he dedicado este poema y otros. Y mas en el futuro.
Lo recité en Santa María a Monte (Italia) en un encuentro de pueblos al que fui invitada. Y fui muy aplaudida. Me cantaron el “Viva España” de Manolo Escobar.
Encima, el poema original lo perdí, y lo tuve que rescatar de una traducción que me hizo una amiga francesa con la que me escribía en inglés. Y aunque no sabía francés lo recuperé porque lo tenía en mi. Volvió al castellano de nuevo y viajó a Italia donde me dijeron que había mucho sentimiento en él.
CANTO AL PUEBLO
Miles de gritos te iluminan
que ensordecen el espíritu
y alegran tu alma.
Hoy tu plaza rebosa
de alegres muchachos:
nuevos amaneceres de esperanza.
Pero ¿Y mañana?
cuando el frío se cuela por las tejas,
cuando témpanos de hielo
crujen en el suelo.
Ese día ¡oh pueblo!
estarás casi solo.
Mis pies no pisarán
tus losas de cemento,
tus piedras, cantos y guijarros.
Mis manos no tocarán
los muros de tus casas.
De tus fuentes no beberé agua clara;
no veré tus pinos ni olmos,
no estaré ahí en persona
pero estarás conmigo
hermano del alma
¡Oh pueblo silencioso y callado!
Estarás en mi pensamiento
¡Oh pueblo amado!
El mal tiempo pasará,
el sol te abrazará puro y sincero.
Quizás unas nubes lo oscurezcan
pero habrá otras mañanas azules
en que el sol saldrá de nuevo a verte.
Ven a mi casa compañero,
a la entrada del corazón y alma
donde encontrarás un fácil sendero.
Ven pueblo a refugiarte, a cobijarte.
El tiempo pasará y el rojo sol
volverá a encenderse con amor.