PALABRAS AMARGAS
¡Esta noche! Te diré las cosas más tristes
para que veas el dolor de mi alma,
y sobre tu piel de oro y canela, iré grabando mis palabras.
¡Te diré! Anoche por mí lloraron las nubes,
a mí ya no me quedaban lágrimas,
y con su llanto borraron, del camino mis pisadas.
¡Si! Puedo vestirte con mi pena enlutando tu alma,
puedo quitarte la alegría que a mi me robaras,
y que sin mis ojos no tengas, ¡Luz en la mirada!
Si, te diré las cosas más tristes...
para que las recuerdes cuando estés en su cama,
y que tus noches se vuelvan de hielo
como las mías se llenaron de escarcha.
Yo te amé y en tus brazos la vida alegre pasaba,
sonreían las estrellas cuando yo las miraba
y cantaban las fuentes el amor que me llenaba,
cada amanecer era una fiesta que jamás terminaba,
no había más vida que tú, ni más horizonte que tu mirada,
y donde los puntos se unen cielo tierra y agua,
por siempre yo era, la huella de tus plantas.
¡Si! Te diré las cosas más tristes...
para que llores hasta quedar sin lágrimas,
y así comprendas que fuiste, el ser que yo más amaba.
Un día al despertar tus brazos ya no estaban
y oteé el horizonte como el aguila las cañadas
recorrí los caminos crucé ríos y montañas
y al pie de un estanque de aguas muy claras,
el viento me dijo: Palabras amargas.
Ya no bebías en mis labios ni dormías en mi almohada,
otros ojos se llevaron los soles de tu mirada,
las mieles de tu boca y de mi vida la esperanza.
Maldije la tierra, ¡Y también tu alma!
Rasgué mis vestidos y los montes temblaban,
sentían mi pena y conmigo lloraban.
Si, te amé tanto, ¡Que aún la herida sangra!
y te busco en sombras como el sol la mañana,
para que tu voz me diga, ¡Yo no te amaba!
(Luz Parras)
¡Esta noche! Te diré las cosas más tristes
para que veas el dolor de mi alma,
y sobre tu piel de oro y canela, iré grabando mis palabras.
¡Te diré! Anoche por mí lloraron las nubes,
a mí ya no me quedaban lágrimas,
y con su llanto borraron, del camino mis pisadas.
¡Si! Puedo vestirte con mi pena enlutando tu alma,
puedo quitarte la alegría que a mi me robaras,
y que sin mis ojos no tengas, ¡Luz en la mirada!
Si, te diré las cosas más tristes...
para que las recuerdes cuando estés en su cama,
y que tus noches se vuelvan de hielo
como las mías se llenaron de escarcha.
Yo te amé y en tus brazos la vida alegre pasaba,
sonreían las estrellas cuando yo las miraba
y cantaban las fuentes el amor que me llenaba,
cada amanecer era una fiesta que jamás terminaba,
no había más vida que tú, ni más horizonte que tu mirada,
y donde los puntos se unen cielo tierra y agua,
por siempre yo era, la huella de tus plantas.
¡Si! Te diré las cosas más tristes...
para que llores hasta quedar sin lágrimas,
y así comprendas que fuiste, el ser que yo más amaba.
Un día al despertar tus brazos ya no estaban
y oteé el horizonte como el aguila las cañadas
recorrí los caminos crucé ríos y montañas
y al pie de un estanque de aguas muy claras,
el viento me dijo: Palabras amargas.
Ya no bebías en mis labios ni dormías en mi almohada,
otros ojos se llevaron los soles de tu mirada,
las mieles de tu boca y de mi vida la esperanza.
Maldije la tierra, ¡Y también tu alma!
Rasgué mis vestidos y los montes temblaban,
sentían mi pena y conmigo lloraban.
Si, te amé tanto, ¡Que aún la herida sangra!
y te busco en sombras como el sol la mañana,
para que tu voz me diga, ¡Yo no te amaba!
(Luz Parras)
! Que fuerza amiga mía! Yo no sería capaz de entrar en tus luces y sobras de tan bellos versos. 1Claro que sí que me paseo en sus andenes, entro en sus valles u corto roas para ofrecerles a los mil viajeros extraviados, y que nunca quisierosn desiertos.
Yo escribía esta mañana, como yo caminaba por la ciudad, de mil hambrientos de otras mil cosas que otros se llevaban a sus bocas saciadas, como, detenía mis ojos en las azoteas del mundo, sus calles y escasez de jardines, pero que si, que si que cogía una rosa, de mi mano, y la ofrecía como si de un ramo de versos se tratara.
Mientras esto sucedía crecí y sentí atracción por otras flores, a las que timidamente besé primero, acaricié después, y robé a la vida el soplo al que me incitaba el amo. De este modo alejé las nubes de soledad.
Aún hoy mi recuerdo, entre, tanto polvo y barro de aquel polvo y barro, arranca alguna flor... y con ella dibujé miles de flores en cantos de jilgueros.
Sin estar contento de lo hoy escrito, que reposa en tres hojas, me retiro pensando si mañana me nacerán alas, que me lleven mas lejos. Todo es cuestión de a la vida robarle un poco tiempo, prosegur, y en ese tiempo conseguir brote la felicidad. Preciosos tus versos.
! Feliz tarde! (ya me retiro, tengo un bello jardín, al que acariciar) Abrazos.
Te hablaré por otro lado: Gracias.
Yo escribía esta mañana, como yo caminaba por la ciudad, de mil hambrientos de otras mil cosas que otros se llevaban a sus bocas saciadas, como, detenía mis ojos en las azoteas del mundo, sus calles y escasez de jardines, pero que si, que si que cogía una rosa, de mi mano, y la ofrecía como si de un ramo de versos se tratara.
Mientras esto sucedía crecí y sentí atracción por otras flores, a las que timidamente besé primero, acaricié después, y robé a la vida el soplo al que me incitaba el amo. De este modo alejé las nubes de soledad.
Aún hoy mi recuerdo, entre, tanto polvo y barro de aquel polvo y barro, arranca alguna flor... y con ella dibujé miles de flores en cantos de jilgueros.
Sin estar contento de lo hoy escrito, que reposa en tres hojas, me retiro pensando si mañana me nacerán alas, que me lleven mas lejos. Todo es cuestión de a la vida robarle un poco tiempo, prosegur, y en ese tiempo conseguir brote la felicidad. Preciosos tus versos.
! Feliz tarde! (ya me retiro, tengo un bello jardín, al que acariciar) Abrazos.
Te hablaré por otro lado: Gracias.