BRUMAS DEL PASADO
Por los valles de mi infancia hoy he vuelto a caminar,
herida por la nostalgia entre el carbón y el castañar.
El otoño doró las hojas la cigarra guardó su cantar,
los montes se vistieron de blanco mientras arde el fuego del hogar.
He vuelto por los senderos de una niñez que no volverá
y en mi alma aún llevo anhelos como en aquellos años atrás.
Nada es viejo ni nada es nuevo, ¡Todo sigue casi igual!
menos los hombres que se han ido por otras tierras a caminar.
Entre la bruma del pasado frente a la casa que fue mi hogar,
me llega un aroma lejano imposible de olvidar.
Veo a mi madre armada con aguja y dedal,
repasando ropas de mina para el lunes trabajar.
Siento a mi padre que dice, ¡Es domingo para descansar!
deja mujer esa aguja y vamos todos a pasear.
Veo a mi hermana pequeña y mi hermano que no sabe andar,
a mi gato que duerme y sueña y a una niña de inquieto mirar.
Son estampas del pasado que no se pueden olvidar,
en ellas hay algo extraño muy ajeno a la realidad.
¿Donde está todo aquello? Hoy son recuerdos nada más,
el tiempo lo cambia todo menos el carbón y el castañar.
Voy sola por estos lugares que un día me hicieron soñar,
entre risas y cantares y algunos libros que estudiar
con los niños de mi escuela y algún castigo que pagar.
Eran travesuras de niños sin picardía ni maldad,
ansiosos de juegos y cariño como los niños de cualquier lugar.
Son recuerdos que me llenan de nostalgia al mirar
hechos que no se aprecian hasta que el pelo blanquea ya.
Ahora al retornar al pasado, ¡No se si reír o llorar!
al ver lo sola que me he quedado frente a la casa que fue mi hogar.
La niña que allí vivía ¡Es un fantasma nada más!
que sigue jugando a muñecas con otras niñas del lugar.
Yo la miro desde lejos con su bata de percal,
jugando a la rueda rueda demasiados años atrás.
Ella me ve y sonríe sin poderme alcanzar
y yo doy la media vuelta para que no me vea llorar.
Me voy por los caminos de mi pueblo natál,
entre el carbón y los espinos y un tren que no anda ya.
Me voy a mi vieja escuela donde no queda ni un cristal,
donde los niños ya son hombres que me miran sin recordar.
¡Ha pasado tanto tiempo! tampoco yo soy igual,
soy una sombra del pasado que se niega ha olvidar
el pueblo en que ha nacido aunque nadie la recuerde ya.
luz Parras.
Por los valles de mi infancia hoy he vuelto a caminar,
herida por la nostalgia entre el carbón y el castañar.
El otoño doró las hojas la cigarra guardó su cantar,
los montes se vistieron de blanco mientras arde el fuego del hogar.
He vuelto por los senderos de una niñez que no volverá
y en mi alma aún llevo anhelos como en aquellos años atrás.
Nada es viejo ni nada es nuevo, ¡Todo sigue casi igual!
menos los hombres que se han ido por otras tierras a caminar.
Entre la bruma del pasado frente a la casa que fue mi hogar,
me llega un aroma lejano imposible de olvidar.
Veo a mi madre armada con aguja y dedal,
repasando ropas de mina para el lunes trabajar.
Siento a mi padre que dice, ¡Es domingo para descansar!
deja mujer esa aguja y vamos todos a pasear.
Veo a mi hermana pequeña y mi hermano que no sabe andar,
a mi gato que duerme y sueña y a una niña de inquieto mirar.
Son estampas del pasado que no se pueden olvidar,
en ellas hay algo extraño muy ajeno a la realidad.
¿Donde está todo aquello? Hoy son recuerdos nada más,
el tiempo lo cambia todo menos el carbón y el castañar.
Voy sola por estos lugares que un día me hicieron soñar,
entre risas y cantares y algunos libros que estudiar
con los niños de mi escuela y algún castigo que pagar.
Eran travesuras de niños sin picardía ni maldad,
ansiosos de juegos y cariño como los niños de cualquier lugar.
Son recuerdos que me llenan de nostalgia al mirar
hechos que no se aprecian hasta que el pelo blanquea ya.
Ahora al retornar al pasado, ¡No se si reír o llorar!
al ver lo sola que me he quedado frente a la casa que fue mi hogar.
La niña que allí vivía ¡Es un fantasma nada más!
que sigue jugando a muñecas con otras niñas del lugar.
Yo la miro desde lejos con su bata de percal,
jugando a la rueda rueda demasiados años atrás.
Ella me ve y sonríe sin poderme alcanzar
y yo doy la media vuelta para que no me vea llorar.
Me voy por los caminos de mi pueblo natál,
entre el carbón y los espinos y un tren que no anda ya.
Me voy a mi vieja escuela donde no queda ni un cristal,
donde los niños ya son hombres que me miran sin recordar.
¡Ha pasado tanto tiempo! tampoco yo soy igual,
soy una sombra del pasado que se niega ha olvidar
el pueblo en que ha nacido aunque nadie la recuerde ya.
luz Parras.