INMIGRANTES DE SIEMPRE
Decía Don Antonio Machado en unos hermosos versos algo que siempre he tenido presente y mas al ver el destino de muchos hombres y mujeres en mis andares por estas tierras de Dios.
Durante algunos años he recorrido los caminos de esta Europa vieja y he conocido a inmigrantes de muchos países, sobretodo a españoles de mediados de 1950 hasta principios de 1990. Gentes que salieron de cualquier punto de la Geografía española, fueron en busca de un futuro mejor para ellos y para sus hijos, algo que marcó sus vidas para siempre.
Aquellos jóvenes que un día dejaron la patria, hoy ya eran viejos con muchas historias que contar, en sus ojos y en sus manos quedaban las huellas de muchas decepciones, de muchas amarguras, de mucho trabajo y muchas renuncias.
Habían quemado su juventúd y sus sueños en aras de un futuro más prometedor.
¡Algo que no todos habían conseguido! Y que ahora al cabo de los años, se daban cuenta del alto precio que habían pagado.
Fue entonces cuando comprendí: Que desde que el mundo es mundo todos somos caminantes y que nunca se sabe donde empieza y donde termina este rodar por la tierra desde que abrimos los ojos a la luz, pues la vida no se da para todos de la misma forma.
Todos somos ese caminante que decía Machado. Caminante de diferentes sendas para llegar a una meta nada fácil, pues muchas veces vemos como la senda se estrecha de tal forma, que nos es imposible continuar en ella, entonces buscamos otra con la esperanza de llegar al final y echar raíces empezando una nueva vida en la que podamos alcanzar aquello que buscamos.
-Continua mañana- (Luz Parras)
Decía Don Antonio Machado en unos hermosos versos algo que siempre he tenido presente y mas al ver el destino de muchos hombres y mujeres en mis andares por estas tierras de Dios.
Durante algunos años he recorrido los caminos de esta Europa vieja y he conocido a inmigrantes de muchos países, sobretodo a españoles de mediados de 1950 hasta principios de 1990. Gentes que salieron de cualquier punto de la Geografía española, fueron en busca de un futuro mejor para ellos y para sus hijos, algo que marcó sus vidas para siempre.
Aquellos jóvenes que un día dejaron la patria, hoy ya eran viejos con muchas historias que contar, en sus ojos y en sus manos quedaban las huellas de muchas decepciones, de muchas amarguras, de mucho trabajo y muchas renuncias.
Habían quemado su juventúd y sus sueños en aras de un futuro más prometedor.
¡Algo que no todos habían conseguido! Y que ahora al cabo de los años, se daban cuenta del alto precio que habían pagado.
Fue entonces cuando comprendí: Que desde que el mundo es mundo todos somos caminantes y que nunca se sabe donde empieza y donde termina este rodar por la tierra desde que abrimos los ojos a la luz, pues la vida no se da para todos de la misma forma.
Todos somos ese caminante que decía Machado. Caminante de diferentes sendas para llegar a una meta nada fácil, pues muchas veces vemos como la senda se estrecha de tal forma, que nos es imposible continuar en ella, entonces buscamos otra con la esperanza de llegar al final y echar raíces empezando una nueva vida en la que podamos alcanzar aquello que buscamos.
-Continua mañana- (Luz Parras)