Parece mentira que de algo triste pueda salir la belleza que compense el dolor. Bravo poetas, Luz y libertad, en especial y a todos los demás.
Me animáis a poner los míos de añoranza también. Lo escribí hace mucho tiempo y está de dedicado a Salas de los Infantes (Burgos) y a los Infantes de Lara. Me adentré en su historia como me he adentrado en los paisajes pero recordando los míos que dejé atrás.
LAGO Y ESPEJO DE MI TIERRA
He caminado por campos de Castilla
y el camino me ha llevado a tu encuentro.
No es fácil encontrar sombra en la llanura,
ni consuelo cuando sola pretendes
iniciar tu vuelo majestuoso por el cielo
en busca de retazos de tu niñez perdida,
en busca de claros manantiales, hondo recuerdo
de vivencias de niña en la espesura
de pinares inmensos, insondables.
Verde horizonte en lejanía.
Riscos impenetrables ganados pulso a pulso
en ascención heroica,
y una vez en las alturas,
todo el mar suspendido del cretácico,
convertido en masas arbóreas
de pinos, robles, sauces llorones,
hayedos, acebos y zarzales.
Caminos de verde hierba que acaricia,
lirios que nacen en las orillas del río,
truchas vivaces, pececillos,
aves que sobrevuelan y anidan
en las entrañas de la roca madre.
En la lejanía de las cumbres,
las raíces se incrustan en las piedras,
se enredan y tejen en sus moradas árboles,
té que perfuma y se extiende,
y abajo donde el monte quedó enano
contribuyen mil aromas a ensalzarlo.
Las abejas aprovechan todo el néctar
de las flores tan variadas de esta tierra.
Montes de espliego, lago y espejo de mi tierra.
De tomillo, mejorana, romero,
cantueso y poleo de los que mil abejas
se hacen eco, y beben tanto aroma
vertiendo en los claros manantiales del silencio,
contagiado, perfumando el agua de las fuentes,
frondosas en este mes de mayo.
Aligero mi peso soñando en el lago
y espejo de mi tierra.
Esta serranía que llevo en mis entrañas
como herencia de carretas, pastores y resineros.
Quiero adentrarme sierra adentro,
y recupero todos mis recuerdos
al encuentro de Salas, lago y espejo de mis sueños.
Carmen García
Me animáis a poner los míos de añoranza también. Lo escribí hace mucho tiempo y está de dedicado a Salas de los Infantes (Burgos) y a los Infantes de Lara. Me adentré en su historia como me he adentrado en los paisajes pero recordando los míos que dejé atrás.
LAGO Y ESPEJO DE MI TIERRA
He caminado por campos de Castilla
y el camino me ha llevado a tu encuentro.
No es fácil encontrar sombra en la llanura,
ni consuelo cuando sola pretendes
iniciar tu vuelo majestuoso por el cielo
en busca de retazos de tu niñez perdida,
en busca de claros manantiales, hondo recuerdo
de vivencias de niña en la espesura
de pinares inmensos, insondables.
Verde horizonte en lejanía.
Riscos impenetrables ganados pulso a pulso
en ascención heroica,
y una vez en las alturas,
todo el mar suspendido del cretácico,
convertido en masas arbóreas
de pinos, robles, sauces llorones,
hayedos, acebos y zarzales.
Caminos de verde hierba que acaricia,
lirios que nacen en las orillas del río,
truchas vivaces, pececillos,
aves que sobrevuelan y anidan
en las entrañas de la roca madre.
En la lejanía de las cumbres,
las raíces se incrustan en las piedras,
se enredan y tejen en sus moradas árboles,
té que perfuma y se extiende,
y abajo donde el monte quedó enano
contribuyen mil aromas a ensalzarlo.
Las abejas aprovechan todo el néctar
de las flores tan variadas de esta tierra.
Montes de espliego, lago y espejo de mi tierra.
De tomillo, mejorana, romero,
cantueso y poleo de los que mil abejas
se hacen eco, y beben tanto aroma
vertiendo en los claros manantiales del silencio,
contagiado, perfumando el agua de las fuentes,
frondosas en este mes de mayo.
Aligero mi peso soñando en el lago
y espejo de mi tierra.
Esta serranía que llevo en mis entrañas
como herencia de carretas, pastores y resineros.
Quiero adentrarme sierra adentro,
y recupero todos mis recuerdos
al encuentro de Salas, lago y espejo de mis sueños.
Carmen García
! Hola carmen! En un rato vacío he leído el poema que precede: es todo sentimiento, todo un abrazo a la tierra. Tu no pasas, tu te detienes; no se si en la distancia acaricia tu tierra, tierra adentro si es vierto que abrazas, todo cuanto en ella bulle, todos esos huertos visibles desde memorias hacia lejanías...
Me sucede: me ocurre igual: después de muchos años quise volver a mi tierra: no es la misma. pero yo la despierto en entonces, cuando pocoteníamos y nos conformabamos con bien poco.
Yo regresé 43 años después:! Dios que desierto! La alegría de los niños había desaparecido: no había niños, ni tan siquiera los que como yo fuimos niños: pos había engullido la ciudad. Hasta los pájaros; algunas especies habían desaparecido.
Si te cuento esto, es porque este domingo me acerco: unos asuntos me llevan y me hacen recordar, que allí nacía, y allí coreteé, por sus cuestas y llanuras, allí tirité de frío,, sudé y crecí en rebeldía, y esa si que me acompaña siempre, en mi afán de lo que quiero que sea y no es.
Me ha gustado el poema
Buenas noches y un abrazo.
Me sucede: me ocurre igual: después de muchos años quise volver a mi tierra: no es la misma. pero yo la despierto en entonces, cuando pocoteníamos y nos conformabamos con bien poco.
Yo regresé 43 años después:! Dios que desierto! La alegría de los niños había desaparecido: no había niños, ni tan siquiera los que como yo fuimos niños: pos había engullido la ciudad. Hasta los pájaros; algunas especies habían desaparecido.
Si te cuento esto, es porque este domingo me acerco: unos asuntos me llevan y me hacen recordar, que allí nacía, y allí coreteé, por sus cuestas y llanuras, allí tirité de frío,, sudé y crecí en rebeldía, y esa si que me acompaña siempre, en mi afán de lo que quiero que sea y no es.
Me ha gustado el poema
Buenas noches y un abrazo.
Estimado Libertad:
me fui de un pueblo maravilloso que se convertía en dos pueblos. Uno para vivir, Ciruelos del Pinar; y otro para estudiar, Maranchón. Y no quería pero la vida te lleva donde quiere y no te pregunta dónde te gustaría a ti quedarte. De los 11 a los 13 ya solo fue Madrid y más Madrid. Una lata. Pero a los trece, volví a mis raíces. No ya a Ciruelos ni a Maranchón, que únicamente estuve allí de acogida mientras mi padre trabajaba los pinos. Pero fueron unos pueblos maravillosos llenos de libertad, de aire y de cariño.
Tardé en volver a sus calles y plazas. Y cuando lo hice, habían encogido; eran pequeños esos pueblos tan grandes y tan luminosos. Había una oscuridad y una tristeza que me taladró el alma cuando volví. ¿Cómo es posible tanto silencio si no parábamos de gritar, llorar, reír y hasta teníamos los sueños en alta definición. Pero no había ya niños; fuimos los últimos niños para esos pueblos que tan prósperos y cálidos nos acogieron.
Yo quería ir a Siguenza, a Molina de Aragón o a Guadalajara, pero me tuve que conformar con mis querencias para mi, e ir a donde podían mis padres llevarme a estudiar. A Madrid.
Pero me fui y seguí pensando en lo que dejaba atrás y volví a mi verdadero pueblo ya solo en los veranos. ¡Son maravillosos los pueblos! ¡Qué despertar a la vida! Me recibió mi pueblo con los brazos abiertos como si estuviera esperando mi vuelta. Y aquel primer año me llevé a mi abuela conmigo para que disfrutara también de su pueblo, que Madrid no era ni para ella ni para mi. Y volvía a ser feliz mientras estaba allí pero mi felicidad era intermitente porque Madrid era mi vida cotidiana, y la que me incomunicaba de mis amigos y amigas de Ablanque. Algunos también iban a Madrid, pero no al mío. El suyo era otro distinto. Y yo no quise irrumpir en sus vidas madrileñas. Mi vida en Madrid era otra vida, era un satélite por llamarle astro, pero ni eso.
Como siempre me sucedía cuando era pequeña que mi mundo de Guadalajara, a pocos kilómetros, sufría un gran cataclismo. Eso sí era igual con 7 años que con 15años.
Cuando escribí ese poema "Salas de los Infantes: Un poema castellano", lo hacía con la intención de volver a mi tierra amparada en esta. Con mucha nostalgia pero pensando que allí, a pesar de la soledad, mis pueblos estaban bien. No tienen gente, decía, pero cuando vaya todo seguirá lo mismo. Los mismos pinares, las mismas gentes. No creí que ya no volvería a ver mi paraíso. Y lo ví a distancia quemarse al completo como si se tratase de una película en vivo y en directo. Se quemaba y no había nada que fuese capaz de apagar el fuego (porque no hubo medios) Solo estaba la balsa donde yo me bañaba, y fue muy poca cosa para tantas hectáreas de pinos que ardieron hasta que el fuego extinguió mi arboleda perdida y para siempre.
No es lo mismo que no puedas ir, pero que todo siga igual; a que cuando vuelvas ya no puedas ver la masa arbórea que existió y ya no es. Ya no es cuestión de tamaño, sino de ausencia. No puedes imaginar la impotencia de ver arder tu tierra televisada, y que siga y siga ardiendo sin que no haya nada capaz de acabar con el fuego. Cada día tenía la esperanza que el fuego acabaría pero acabó cuando solo quedó una hectárea de pinar. Y todo lo que quedó fue en los alrededores de la ermita del Buen Labrado de mi pueblo, no Labrador, que hay gente que cree que está mal escrito, Labrado y añaden un erre. El fuego se pudo controlar al llegar a la ermita y se salvó de la quema.
Si yo viví aquellos días negros así no me quiero imaginar el dolor de la gente que perdió a los suyos en tan trágico suceso.
Como puedes comprender yo seguí escribiendo, y mis palabras de tanta nostalgia, se volvieron ácidas y angustiosas y áridas por todo lo que el fuego, a causa del abandono de mi tierra, me arrebató. Quizás otro día la busque, ahora ya es hora de dormir.
Un saludo y hasta mañana.
Carmen
me fui de un pueblo maravilloso que se convertía en dos pueblos. Uno para vivir, Ciruelos del Pinar; y otro para estudiar, Maranchón. Y no quería pero la vida te lleva donde quiere y no te pregunta dónde te gustaría a ti quedarte. De los 11 a los 13 ya solo fue Madrid y más Madrid. Una lata. Pero a los trece, volví a mis raíces. No ya a Ciruelos ni a Maranchón, que únicamente estuve allí de acogida mientras mi padre trabajaba los pinos. Pero fueron unos pueblos maravillosos llenos de libertad, de aire y de cariño.
Tardé en volver a sus calles y plazas. Y cuando lo hice, habían encogido; eran pequeños esos pueblos tan grandes y tan luminosos. Había una oscuridad y una tristeza que me taladró el alma cuando volví. ¿Cómo es posible tanto silencio si no parábamos de gritar, llorar, reír y hasta teníamos los sueños en alta definición. Pero no había ya niños; fuimos los últimos niños para esos pueblos que tan prósperos y cálidos nos acogieron.
Yo quería ir a Siguenza, a Molina de Aragón o a Guadalajara, pero me tuve que conformar con mis querencias para mi, e ir a donde podían mis padres llevarme a estudiar. A Madrid.
Pero me fui y seguí pensando en lo que dejaba atrás y volví a mi verdadero pueblo ya solo en los veranos. ¡Son maravillosos los pueblos! ¡Qué despertar a la vida! Me recibió mi pueblo con los brazos abiertos como si estuviera esperando mi vuelta. Y aquel primer año me llevé a mi abuela conmigo para que disfrutara también de su pueblo, que Madrid no era ni para ella ni para mi. Y volvía a ser feliz mientras estaba allí pero mi felicidad era intermitente porque Madrid era mi vida cotidiana, y la que me incomunicaba de mis amigos y amigas de Ablanque. Algunos también iban a Madrid, pero no al mío. El suyo era otro distinto. Y yo no quise irrumpir en sus vidas madrileñas. Mi vida en Madrid era otra vida, era un satélite por llamarle astro, pero ni eso.
Como siempre me sucedía cuando era pequeña que mi mundo de Guadalajara, a pocos kilómetros, sufría un gran cataclismo. Eso sí era igual con 7 años que con 15años.
Cuando escribí ese poema "Salas de los Infantes: Un poema castellano", lo hacía con la intención de volver a mi tierra amparada en esta. Con mucha nostalgia pero pensando que allí, a pesar de la soledad, mis pueblos estaban bien. No tienen gente, decía, pero cuando vaya todo seguirá lo mismo. Los mismos pinares, las mismas gentes. No creí que ya no volvería a ver mi paraíso. Y lo ví a distancia quemarse al completo como si se tratase de una película en vivo y en directo. Se quemaba y no había nada que fuese capaz de apagar el fuego (porque no hubo medios) Solo estaba la balsa donde yo me bañaba, y fue muy poca cosa para tantas hectáreas de pinos que ardieron hasta que el fuego extinguió mi arboleda perdida y para siempre.
No es lo mismo que no puedas ir, pero que todo siga igual; a que cuando vuelvas ya no puedas ver la masa arbórea que existió y ya no es. Ya no es cuestión de tamaño, sino de ausencia. No puedes imaginar la impotencia de ver arder tu tierra televisada, y que siga y siga ardiendo sin que no haya nada capaz de acabar con el fuego. Cada día tenía la esperanza que el fuego acabaría pero acabó cuando solo quedó una hectárea de pinar. Y todo lo que quedó fue en los alrededores de la ermita del Buen Labrado de mi pueblo, no Labrador, que hay gente que cree que está mal escrito, Labrado y añaden un erre. El fuego se pudo controlar al llegar a la ermita y se salvó de la quema.
Si yo viví aquellos días negros así no me quiero imaginar el dolor de la gente que perdió a los suyos en tan trágico suceso.
Como puedes comprender yo seguí escribiendo, y mis palabras de tanta nostalgia, se volvieron ácidas y angustiosas y áridas por todo lo que el fuego, a causa del abandono de mi tierra, me arrebató. Quizás otro día la busque, ahora ya es hora de dormir.
Un saludo y hasta mañana.
Carmen
! Hola Carmen1 Huelga decír que he recorrido las calles, delpueblo que me vio nacer, y que he contemplado como las viejas casas, han sido mordidas por la piqueta... sin embargo pese a que me dió cobijo de niño, también ha sido demolida, me ha hablado: he escuchado su palabras tristes.
No lo voy a repetir, puesto que acabo de llegar, ya relató, cuanto "me ha contado" en "Tribuna libre..." creo que ha sido: lo acabo de escribir, y sonrío creo con una mueca, puesto que me digo, que no soy capaz, de recordar en que tema hoy he hablado conmigo mismo, y sin embargo, hechos de hace mas de 70 años, permanecen intactos en mi memoria.
Me ha quedado tiempo de charla con algún conocido. El pueblo estaba invadido... hasta había niños donde un día hubo niños que tienen diferentes recuerdos.
Me retiro. Un abrazo.
No lo voy a repetir, puesto que acabo de llegar, ya relató, cuanto "me ha contado" en "Tribuna libre..." creo que ha sido: lo acabo de escribir, y sonrío creo con una mueca, puesto que me digo, que no soy capaz, de recordar en que tema hoy he hablado conmigo mismo, y sin embargo, hechos de hace mas de 70 años, permanecen intactos en mi memoria.
Me ha quedado tiempo de charla con algún conocido. El pueblo estaba invadido... hasta había niños donde un día hubo niños que tienen diferentes recuerdos.
Me retiro. Un abrazo.