CONGOJA
Un bramido ronco y sin pudores
escapa de la garganta en un quejido,
la noche me hizo hueco en su nido
para recoger mi congoja y mis dolores.
En ti sal de mi alma y mi vida
busqué de la luz sus resplandores
con fe ciega te creí amor de mis amores
y con ternura acogi la caricia consentida.
Mi sangre se hizo ríos sin medida
para conquistar tu beso y tu cielo
sin ver que tan solo dejabas heridas
como el sembrador semillas en el suelo.
Y clamé con el puño cerrado en vuelo
a la noche eterna que preñó mis ojos
con tanta desventura y tantos despojos
sin que otra alborada brillase en mi cielo.
La caricia que fue anhelo y ceguera
buscada entre mares de frío hielo
quedó para siempre sin más celo
que ceniza al apagarse la altiva hoguera.
Luz Parras.
Un bramido ronco y sin pudores
escapa de la garganta en un quejido,
la noche me hizo hueco en su nido
para recoger mi congoja y mis dolores.
En ti sal de mi alma y mi vida
busqué de la luz sus resplandores
con fe ciega te creí amor de mis amores
y con ternura acogi la caricia consentida.
Mi sangre se hizo ríos sin medida
para conquistar tu beso y tu cielo
sin ver que tan solo dejabas heridas
como el sembrador semillas en el suelo.
Y clamé con el puño cerrado en vuelo
a la noche eterna que preñó mis ojos
con tanta desventura y tantos despojos
sin que otra alborada brillase en mi cielo.
La caricia que fue anhelo y ceguera
buscada entre mares de frío hielo
quedó para siempre sin más celo
que ceniza al apagarse la altiva hoguera.
Luz Parras.