Los modales, en una persona, dicen mucho de su educación. Las palabras malsonantes, de la escasez de ella. Cuando se es una dama o un caballero, los "tacos" no existen en su vocabulario. Los detestan, tanto interior como exteriormente. Las juventudes de hoy, al alimón con bastantes adultos que también prodigan el lenguaje soez propio de la chusma, lo hacen de una forma automática, porque creen, en su libertinaje, que gozan de una libertad que es totalmente ficticia y que en realidad es la expresión más genuina de un ser grosero y ramplón. Parte de culpa tienen aquellos que retiraron de las escuelas, sobre todo públicas, las lecciones de Urbanidad. Y ya son muchos hoy los que blasfeman. ¡Costumbre repudiable!
En mi tribu, un apache que se precie, jamás dice ordinarieces.
En mi tribu, un apache que se precie, jamás dice ordinarieces.