La tradición dice que aquí hubo varios invidentes que se ganaban la vida tocando
música. Cierto día pasó por aquí
San Francisco de Asis y les untó los ojos con aceite, haciendo que recuperasen la vista. Desde entonces se le conoce como La Cuesta de los Ciegos.
(Se encuentra en la calle de
Segovia junto al Viaducto)