MI PADRE
Me dijo un día mi padre que quería que le acompañase porque íbamos a tener rey de nuevo.
-Tengo que ir allí para ver su coronación y tu tienes que venir conmigo.
- ¿Y por qué tienes que ir?, si va a ir mucha gente y nosotros no somos necesarios para que el rey se corone o deje de coronarse. Es una tontería, papá.
-Yo soy funcionario y tengo que estar ahí.
- ¿Eres funcionario porque eres un barrendero municipal? ¿Quien te va a echar en falta, quien va a ver que estás ahí o no?
-Me hace mucha ilusión ver que volvemos a tener reyes, que tendremos la libertad que nunca tuvimos porque Franco nos la quitó. La guerra me quitó tantas cosas... y ahora quiero ir a la plaza de Oriente y quiero que vengas conmigo, tu también.
-Vale iré, pero lo hago por tí, no por el rey que no me fío ya de nadie.
Y me hizo mucha ilusión ver la ilusión en mi padre, le vi feliz, confiado, y pensé que si él estaba así, después de tanto como había sufrido yo no podía quitarle ese momento de felicidad, de sentirse importante por ser funcionario del riego. Él tenía fe en el rey que volvía, y tenía fe en la nueva forma de gobierno. Resignada fui, y volví mas animada por haberle hecho caso a mi padre y verle contento. Le vi tantas veces con la mirada perdida que aquello que le hacía feliz tenía que ser importante para él.
Me dijo un día mi padre que quería que le acompañase porque íbamos a tener rey de nuevo.
-Tengo que ir allí para ver su coronación y tu tienes que venir conmigo.
- ¿Y por qué tienes que ir?, si va a ir mucha gente y nosotros no somos necesarios para que el rey se corone o deje de coronarse. Es una tontería, papá.
-Yo soy funcionario y tengo que estar ahí.
- ¿Eres funcionario porque eres un barrendero municipal? ¿Quien te va a echar en falta, quien va a ver que estás ahí o no?
-Me hace mucha ilusión ver que volvemos a tener reyes, que tendremos la libertad que nunca tuvimos porque Franco nos la quitó. La guerra me quitó tantas cosas... y ahora quiero ir a la plaza de Oriente y quiero que vengas conmigo, tu también.
-Vale iré, pero lo hago por tí, no por el rey que no me fío ya de nadie.
Y me hizo mucha ilusión ver la ilusión en mi padre, le vi feliz, confiado, y pensé que si él estaba así, después de tanto como había sufrido yo no podía quitarle ese momento de felicidad, de sentirse importante por ser funcionario del riego. Él tenía fe en el rey que volvía, y tenía fe en la nueva forma de gobierno. Resignada fui, y volví mas animada por haberle hecho caso a mi padre y verle contento. Le vi tantas veces con la mirada perdida que aquello que le hacía feliz tenía que ser importante para él.