Angel:
ya no es el Madrid que era antes de irme de allí. El que yo conocí. Ahora es todo lo contrario, la gente se ha ido de Madrid a otros sitios aunque tenga que ir a Madrid a trabajar y hacer muchas horas en coche o trenes de cercanía.
El que ha podido, claro; y lo pudo hacer a tiempo.
Vendieron los pisos en época boyante y sacaron ventaja económica. Compraron mas por menos.
Ahora Madrid ya no es de los madrileños, ni siquiera de los españoles. En Madrid hay mas gente de otros países como nunca hubo.
Y en mi época había violinistas tocando gratis en el metro, en las calles, en cualquier sitio, igual que ahora. El arte salía de calle también.
La gente compraba mas que vendía. Después la gente vendió, y ahora se pretende vender o alquilar pero cuesta un triunfo.
Todo es muy relativo.
Un saludo leonés con esta Cibeles adaptada a los nuevos tiempos (GETAFE)
ya no es el Madrid que era antes de irme de allí. El que yo conocí. Ahora es todo lo contrario, la gente se ha ido de Madrid a otros sitios aunque tenga que ir a Madrid a trabajar y hacer muchas horas en coche o trenes de cercanía.
El que ha podido, claro; y lo pudo hacer a tiempo.
Vendieron los pisos en época boyante y sacaron ventaja económica. Compraron mas por menos.
Ahora Madrid ya no es de los madrileños, ni siquiera de los españoles. En Madrid hay mas gente de otros países como nunca hubo.
Y en mi época había violinistas tocando gratis en el metro, en las calles, en cualquier sitio, igual que ahora. El arte salía de calle también.
La gente compraba mas que vendía. Después la gente vendió, y ahora se pretende vender o alquilar pero cuesta un triunfo.
Todo es muy relativo.
Un saludo leonés con esta Cibeles adaptada a los nuevos tiempos (GETAFE)
Claro, son los nuevos tiempos y Madrid demuestra, con lo que nos cuenta Carmen, que sigue
siendo una ciudad abierta a todas las razas y a todas las nacionalidades.
Yo llevo viviendo aquí desde hace 50 años. He conocido a bastantes castizos. Ahora ya no
quedan porque la vida se los fue llevando. Pero sigue quedando un poso de simpatía y
gracia típica de la Villa y Corte que hace que sus visitantes se sientan a gusto.
Ademas, aparte su riqueza cultural, sus museos y monumentos, tiene Madrid todavía el
embrujo de sus viejos o tradicionales establecimientos.
Ese caldo en Lhardy. Esa napolitana de crema en La Mallorquina. Esas pastas en El Riojano.
El hojaldre de la Travesía del Pozo. El bacalao de Casa Revuelta (donde todos los miércoles
hacen unos callos extraordinarios y allí va el "todo Madrid" a tomarlos) o de Labra. En fin ese
centro de Madrid donde uno se encuentra de todo.
Muchos saludos.
siendo una ciudad abierta a todas las razas y a todas las nacionalidades.
Yo llevo viviendo aquí desde hace 50 años. He conocido a bastantes castizos. Ahora ya no
quedan porque la vida se los fue llevando. Pero sigue quedando un poso de simpatía y
gracia típica de la Villa y Corte que hace que sus visitantes se sientan a gusto.
Ademas, aparte su riqueza cultural, sus museos y monumentos, tiene Madrid todavía el
embrujo de sus viejos o tradicionales establecimientos.
Ese caldo en Lhardy. Esa napolitana de crema en La Mallorquina. Esas pastas en El Riojano.
El hojaldre de la Travesía del Pozo. El bacalao de Casa Revuelta (donde todos los miércoles
hacen unos callos extraordinarios y allí va el "todo Madrid" a tomarlos) o de Labra. En fin ese
centro de Madrid donde uno se encuentra de todo.
Muchos saludos.
Buenos días Verdeorilla:
quizás es que pasé de puntillas por Madrid y quizás me perdí mucho de ese Madrid castizo. No compartí la fiesta de manolas ni del chotis. No se llevaba la música tradicional en mis tiempos. Eso vino después. La música era la del momento y también te das cuenta que pasa y no deja mucho rastro.
Me quedaba con la vista general de la ciudad auténtica a la que íbamos a disfrutar del ocio desde otros barrios mas alejados del centro. O no tanto, porque éramos capaces de acceder al centro caminando. Y volver a nuestras casas por donde habíamos ido, si había mucho tiempo. Si no, autobús y metro y se llegaba rápido.
Pero mi época de estudiante de instituto fue lo mejor de lo que pude disfrutar allí. Hasta me regalaron mi primer viaje a Málaga por mis buenas notas en unas vacaciones de Semana Santa.
También desde el instituto nos llevaban a disfrutar de la música clásica a muchos conciertos desde el centro escolar. Museos y exposiciones de arte después de tener las clases teóricas y visionadas en las aulas mediante filminas. Y creo recordar que nunca perdía el tiempo pues con libros comprados en la Cuesta Mollano pasaba mis trayectos de metro o autobús de lo más entretenida.
Ahora cuando veo fragmentos literarios en los vagones de metro, me acuerdo de mis buenos libros leído en esos ratos muertos. En especial, El Quijote en una edición de bolsillo que me hacía parecer una pirada riéndome sola con el gran escritor de todos los tiempos, nuestro genio Miguel de Cervantes. ¡Qué bien lo pasábamos juntos y qué corto se me hacían los viajes!
Un saludo cordial
quizás es que pasé de puntillas por Madrid y quizás me perdí mucho de ese Madrid castizo. No compartí la fiesta de manolas ni del chotis. No se llevaba la música tradicional en mis tiempos. Eso vino después. La música era la del momento y también te das cuenta que pasa y no deja mucho rastro.
Me quedaba con la vista general de la ciudad auténtica a la que íbamos a disfrutar del ocio desde otros barrios mas alejados del centro. O no tanto, porque éramos capaces de acceder al centro caminando. Y volver a nuestras casas por donde habíamos ido, si había mucho tiempo. Si no, autobús y metro y se llegaba rápido.
Pero mi época de estudiante de instituto fue lo mejor de lo que pude disfrutar allí. Hasta me regalaron mi primer viaje a Málaga por mis buenas notas en unas vacaciones de Semana Santa.
También desde el instituto nos llevaban a disfrutar de la música clásica a muchos conciertos desde el centro escolar. Museos y exposiciones de arte después de tener las clases teóricas y visionadas en las aulas mediante filminas. Y creo recordar que nunca perdía el tiempo pues con libros comprados en la Cuesta Mollano pasaba mis trayectos de metro o autobús de lo más entretenida.
Ahora cuando veo fragmentos literarios en los vagones de metro, me acuerdo de mis buenos libros leído en esos ratos muertos. En especial, El Quijote en una edición de bolsillo que me hacía parecer una pirada riéndome sola con el gran escritor de todos los tiempos, nuestro genio Miguel de Cervantes. ¡Qué bien lo pasábamos juntos y qué corto se me hacían los viajes!
Un saludo cordial
Si Carmen, los libros de la Cuesta de Moyano siguen existiendo. Y también
los de la calle de los Libreros. Y afortunadamente tambien muchos sitios
antiguos donde tomar alguna cosilla cómo relataba yo ayer, o esta madrugada.
Es evidente que hoy ha cambiado mucho algunas cosas. Los tiempos evolucionan-
no sé hacia donde pero evolucionan- y la fotografír urbana hoy es diferente.
Pero insisto en que sigue existiendo el poso de la amabilidad y de brazos
abiertos que siempre ha distinguido a esta Villa. De ahí su denominación de
"rompeolas de las Españas".
Un saludo.
los de la calle de los Libreros. Y afortunadamente tambien muchos sitios
antiguos donde tomar alguna cosilla cómo relataba yo ayer, o esta madrugada.
Es evidente que hoy ha cambiado mucho algunas cosas. Los tiempos evolucionan-
no sé hacia donde pero evolucionan- y la fotografír urbana hoy es diferente.
Pero insisto en que sigue existiendo el poso de la amabilidad y de brazos
abiertos que siempre ha distinguido a esta Villa. De ahí su denominación de
"rompeolas de las Españas".
Un saludo.