El próximo domingo, mi familia y yo iremos a votar.
Por favor, déjarme compartir la reflexión que me ha permitido discernir el sentido de mi voto. Quizá te sirva a ti también, o quizá puedas ayudarme a enriquecerla enviándome tu propias ideas sobre la consulta electoral del 22-M.
Lo primero que pensé es que los incentivos para participar no son muy atrayentes.
No hablo solo de participar en estas elecciones, sino de participar en la democracia.
Tenemos un sistema electoral que no permite que elijas directamente a tus representantes. Los candidatos que elegimos son designados previamente por las cúpulas de los partidos políticos en listas cerradas. Una vez que han tomado posesión de su escaño en el Parlamento o de su acta de concejal, responden de sus decisiones, no ante ti, que sería lo lógico y democrático, sino ante los dirigentes de los partidos, que son quienes les han puesto ahí.
Todo ello es cierto y hay que mejorarlo. Pero, mientras tanto, he pensado que, como ciudadanos, mi familia y yo tenemos la responsabilidad, y no solo el derecho, de votar y de hacerlo pensando en el bien común.
Estos días, habrás visto y leído sobre las movilizaciones "espontáneas" de jóvenes (y no tan jóvenes) en diversas ciudades españolas, pidiendo una "enmienda a la totalidad" del sistema y su sustitución por una alternativa que no acaban de exponer, aunque cada vez conocemos más detalles. Se les define como la "revolución española" o el movimiento de los "indignados" y los habrás visto en la televisión, acampados en la Puerta del Sol de Madrid.
No sé a ti, pero a mí, personalmente, estas ideas de "acabar con el sistema" por las buenas o por las malas, y ni siquiera proponer una alternativa razonable, me parece que no conducen a nada bueno. Quiero, para mi familia y para mi país, lo mismo que tiene cualquier otra sociedad abierta: elegir directamente a mis representantes, un orden jurídico claro y seguro, respeto de los derechos humanos, separación de poderes, gobiernos de poder limitado que no se entrometan en mi vida y la de mi familia ni estorben nuestras oportunidades de prosperar con nuestro esfuerzo, instituciones austeras y eficientes...
Y quiero ayudar conseguirlo por vías pacíficas y legales, previstas en nuestra Constitución.
Por eso, iré a votar el próximo domingo. Porque quiero que las cosas cambien a mejor en España y quiero conseguirlo con las reglas del juego que nos hemos dado los ciudadanos.
Lo segundo que pensé es que votaré, no por las siglas de un partido o por un candidato más o menos carismático, sino teniendo presente unos pocos criterios que, al menos a mí, me han ayudado a discernir qué opciones se acercan o se alejan del ideal del bien común.
Por favor, déjarme compartir la reflexión que me ha permitido discernir el sentido de mi voto. Quizá te sirva a ti también, o quizá puedas ayudarme a enriquecerla enviándome tu propias ideas sobre la consulta electoral del 22-M.
Lo primero que pensé es que los incentivos para participar no son muy atrayentes.
No hablo solo de participar en estas elecciones, sino de participar en la democracia.
Tenemos un sistema electoral que no permite que elijas directamente a tus representantes. Los candidatos que elegimos son designados previamente por las cúpulas de los partidos políticos en listas cerradas. Una vez que han tomado posesión de su escaño en el Parlamento o de su acta de concejal, responden de sus decisiones, no ante ti, que sería lo lógico y democrático, sino ante los dirigentes de los partidos, que son quienes les han puesto ahí.
Todo ello es cierto y hay que mejorarlo. Pero, mientras tanto, he pensado que, como ciudadanos, mi familia y yo tenemos la responsabilidad, y no solo el derecho, de votar y de hacerlo pensando en el bien común.
Estos días, habrás visto y leído sobre las movilizaciones "espontáneas" de jóvenes (y no tan jóvenes) en diversas ciudades españolas, pidiendo una "enmienda a la totalidad" del sistema y su sustitución por una alternativa que no acaban de exponer, aunque cada vez conocemos más detalles. Se les define como la "revolución española" o el movimiento de los "indignados" y los habrás visto en la televisión, acampados en la Puerta del Sol de Madrid.
No sé a ti, pero a mí, personalmente, estas ideas de "acabar con el sistema" por las buenas o por las malas, y ni siquiera proponer una alternativa razonable, me parece que no conducen a nada bueno. Quiero, para mi familia y para mi país, lo mismo que tiene cualquier otra sociedad abierta: elegir directamente a mis representantes, un orden jurídico claro y seguro, respeto de los derechos humanos, separación de poderes, gobiernos de poder limitado que no se entrometan en mi vida y la de mi familia ni estorben nuestras oportunidades de prosperar con nuestro esfuerzo, instituciones austeras y eficientes...
Y quiero ayudar conseguirlo por vías pacíficas y legales, previstas en nuestra Constitución.
Por eso, iré a votar el próximo domingo. Porque quiero que las cosas cambien a mejor en España y quiero conseguirlo con las reglas del juego que nos hemos dado los ciudadanos.
Lo segundo que pensé es que votaré, no por las siglas de un partido o por un candidato más o menos carismático, sino teniendo presente unos pocos criterios que, al menos a mí, me han ayudado a discernir qué opciones se acercan o se alejan del ideal del bien común.