EL plural
Renovables: lo que Madrid le debe a las dos Castillas
También en la España de la transición energética hay ganadores y perdedores
MIGUEL AGUADO Viernes, 11 de junio de 2021
Cuando hablamos de todo lo que conlleva una actuación más sostenible y acorde con un equilibrio con el planeta no hay lugar para nacionalismos, como en casi nada en esta vida, porque lo que se hace uno en una parte del planeta repercute en el conjunto de la Tierra. Lo que haga China no solo afecta a su país, sino que puede condicionar a todos.
En clave regional y dentro de España mucho menos. Una ciudad como Madrid genera una gran cantidad de contaminantes en el aire como consecuencia del automóvil y su sistema de movilidad. Pero no solo a la ciudad, sino que podemos encontrar metales pesados provenientes de estas emisiones en el suelo de toda la Comunidad de Madrid. Cuando usamos la frase al soplar el viento “la contaminación desaparece” deberíamos ser más correctos y decir que la contaminación se desplaza. No desaparece.
No hay fronteras en materia ambiental, es evidente.
Pero sí encontramos diferencias entre territorios. El gran consumo de materiales plásticos de usar y tirar en el mal denominado como primer mundo, afecta por igual a los más desfavorecidos. La generación de gases que provocan el cambio climático se generan mucho más en los países más ricos y los efectos los encontramos en los más pobres. Si hay diferencias en los usos y en los efectos.
En la primera Cumbre de la Tierra celebrada en Brasil hace muchos años, y después de la intervención razonable de un representante del Gobierno de Alemania, que se refirió a la situación del planeta como consecuencia de las emisiones de la industria; intervino un representante de un país pobre y comenzó diciendo: “Cuando la escasa industria de mi país pase a ser tan potente como la suya y lleguemos a contaminar como Ustedes entonces asumiremos responsabilidades. Contaminaron Ustedes, el problema lo han causado unos pocos y ahora las medidas debemos asumirlas todos. Lo cual no quiere decir que las paguemos todos por igual.”. Hablaba de dinero, pero tenía parte de razón.
En España se produce una situación que explica lo que se denomina como despoblamiento rural, que no viene a ser ni más ni menos que la existencia de mayores oportunidades en las ciudades que en el campo. Podemos explicarlo con el mejor de esos ejemplos: Madrid y sus comunidades colindantes: Castilla y León, Castilla-La Mancha y Extremadura.
La región de Madrid produce solo el 4% de la energía que consume, sin embargo consume el 11% de la energía que se produce en España. Parece razonable, tiene industria y mucha población. ¿Quien suministra esa energía y seguirá haciéndolo con las renovables? Sus vecinos, especialmente las dos castillas.
No verá en Madrid ni paneles solares ni aerogeneradores, no porque no se produzcan las condiciones para ponerlos, sino porque las políticas de esta región nunca apostaron por ellos, ni por la geotermia, paneles sobre cubiertas… El suministro viene de sus vecinos. Cuando Usted sale de Madrid y cruza uno de estos territorios comienza a ver en estos grandes extensiones de fotovoltáica, de eólica o de hidráulica (Castilla y León es el territorio de mayor aprovechamiento en este sentido de sus ríos). Su impacto en la biodiversidad es el mismo que en Madrid, pero su presencia no. Dicen que el motivo por el cual en Madrid no hay instalaciones de este tipo es debido a la negativa de la Ex Presidenta Esperanza Aguirre a ver “molinillos en Madrid”; mi opinión es más materialista, suelo que ocupas con instalaciones de renovables, suelo en el cual no puedes construir. Quizá sea lo mismo.
Estos territorios, las dos Castillas y Extremadura, tienen grandes redes de conexión eléctrica con Madrid. Generan energía, ocupan su suelo y lo trasladan a Madrid. Pero no pueden usar esa energía en el desarrollo de su territorio. Las redes son de un único sentido. Si una empresa de logística quiere instalarse en esas regiones no tiene siempre asegurado el suministro energético de calidad. Es una paradoja, producen, pero para Madrid. Si lo vemos con el tiempo, siempre produjeron para la capital: alimentos que producían de la tierra, madera de sus bosques y ahora energía del agua, el sol y el viento en sus suelos. Fiel reflejo de que el uso del territorio y su beneficio se desplaza hacia las zonas más ricas. Como en el resto del planeta.
Quizá sea el momento de compensar a esos territorios con fuertes inversiones en sanidad, educación, servicios sociales, fiscalidades más ventajosas o líneas de alta velocidad en internet. No se trata de ayudar a lo rural, se trata de compensar. Así cuando uno vea que por vivir en el campo la ratio de alumnos por profesor o de pacientes por médico sea más baja que en la ciudad fruto de esas compensaciones, por ejemplo, querrá quedarse a vivir allí o querrá ir de la ciudad al campo. Es justicia y parece sensato.
Renovables: lo que Madrid le debe a las dos Castillas
También en la España de la transición energética hay ganadores y perdedores
MIGUEL AGUADO Viernes, 11 de junio de 2021
Cuando hablamos de todo lo que conlleva una actuación más sostenible y acorde con un equilibrio con el planeta no hay lugar para nacionalismos, como en casi nada en esta vida, porque lo que se hace uno en una parte del planeta repercute en el conjunto de la Tierra. Lo que haga China no solo afecta a su país, sino que puede condicionar a todos.
En clave regional y dentro de España mucho menos. Una ciudad como Madrid genera una gran cantidad de contaminantes en el aire como consecuencia del automóvil y su sistema de movilidad. Pero no solo a la ciudad, sino que podemos encontrar metales pesados provenientes de estas emisiones en el suelo de toda la Comunidad de Madrid. Cuando usamos la frase al soplar el viento “la contaminación desaparece” deberíamos ser más correctos y decir que la contaminación se desplaza. No desaparece.
No hay fronteras en materia ambiental, es evidente.
Pero sí encontramos diferencias entre territorios. El gran consumo de materiales plásticos de usar y tirar en el mal denominado como primer mundo, afecta por igual a los más desfavorecidos. La generación de gases que provocan el cambio climático se generan mucho más en los países más ricos y los efectos los encontramos en los más pobres. Si hay diferencias en los usos y en los efectos.
En la primera Cumbre de la Tierra celebrada en Brasil hace muchos años, y después de la intervención razonable de un representante del Gobierno de Alemania, que se refirió a la situación del planeta como consecuencia de las emisiones de la industria; intervino un representante de un país pobre y comenzó diciendo: “Cuando la escasa industria de mi país pase a ser tan potente como la suya y lleguemos a contaminar como Ustedes entonces asumiremos responsabilidades. Contaminaron Ustedes, el problema lo han causado unos pocos y ahora las medidas debemos asumirlas todos. Lo cual no quiere decir que las paguemos todos por igual.”. Hablaba de dinero, pero tenía parte de razón.
En España se produce una situación que explica lo que se denomina como despoblamiento rural, que no viene a ser ni más ni menos que la existencia de mayores oportunidades en las ciudades que en el campo. Podemos explicarlo con el mejor de esos ejemplos: Madrid y sus comunidades colindantes: Castilla y León, Castilla-La Mancha y Extremadura.
La región de Madrid produce solo el 4% de la energía que consume, sin embargo consume el 11% de la energía que se produce en España. Parece razonable, tiene industria y mucha población. ¿Quien suministra esa energía y seguirá haciéndolo con las renovables? Sus vecinos, especialmente las dos castillas.
No verá en Madrid ni paneles solares ni aerogeneradores, no porque no se produzcan las condiciones para ponerlos, sino porque las políticas de esta región nunca apostaron por ellos, ni por la geotermia, paneles sobre cubiertas… El suministro viene de sus vecinos. Cuando Usted sale de Madrid y cruza uno de estos territorios comienza a ver en estos grandes extensiones de fotovoltáica, de eólica o de hidráulica (Castilla y León es el territorio de mayor aprovechamiento en este sentido de sus ríos). Su impacto en la biodiversidad es el mismo que en Madrid, pero su presencia no. Dicen que el motivo por el cual en Madrid no hay instalaciones de este tipo es debido a la negativa de la Ex Presidenta Esperanza Aguirre a ver “molinillos en Madrid”; mi opinión es más materialista, suelo que ocupas con instalaciones de renovables, suelo en el cual no puedes construir. Quizá sea lo mismo.
Estos territorios, las dos Castillas y Extremadura, tienen grandes redes de conexión eléctrica con Madrid. Generan energía, ocupan su suelo y lo trasladan a Madrid. Pero no pueden usar esa energía en el desarrollo de su territorio. Las redes son de un único sentido. Si una empresa de logística quiere instalarse en esas regiones no tiene siempre asegurado el suministro energético de calidad. Es una paradoja, producen, pero para Madrid. Si lo vemos con el tiempo, siempre produjeron para la capital: alimentos que producían de la tierra, madera de sus bosques y ahora energía del agua, el sol y el viento en sus suelos. Fiel reflejo de que el uso del territorio y su beneficio se desplaza hacia las zonas más ricas. Como en el resto del planeta.
Quizá sea el momento de compensar a esos territorios con fuertes inversiones en sanidad, educación, servicios sociales, fiscalidades más ventajosas o líneas de alta velocidad en internet. No se trata de ayudar a lo rural, se trata de compensar. Así cuando uno vea que por vivir en el campo la ratio de alumnos por profesor o de pacientes por médico sea más baja que en la ciudad fruto de esas compensaciones, por ejemplo, querrá quedarse a vivir allí o querrá ir de la ciudad al campo. Es justicia y parece sensato.