Contra unos
sindicatos que solo sirven de correa de transmisión de los objetivos de un partido
político; contra quienes abandonan a los
trabajadores cuando gobierna el
PSOE y los utilizan en su beneficio cuando gobierna el
PP.
Contra quienes han hecho de la figura del liberado una forma de vida.
Contra quienes viven como burgueses mientras hacen demagogia de obrero -como el secretario de UGT de
Madrid, que cobra 180.000E de Bankia y 40.000€ de Renfe, mientras llama todos los días a las barricadas-.
Contra quienes manejan 3000 millones de euros del presupuesto público para cursos de formación; contra quienes tejen redes clientelares con los fondos dedicados a la formación a
desempleados.
Contra quienes se enriquecen con cada ERE.
Contra quienes se ufanan de ondear banderas anti-constitucionales.
Contra quienes, representando al 16% de los trabajadores, hablan ilegítimamente en nombre del 100% de ellos.
Contra quienes se niegan a vivir de las cuotas de sus afiliados.
Contra quienes se niegan a aclaran sus cuentas e impiden que se conozca el número de liberados sindicales que tienen.
Contra quienes forman, alientan y justifican a piquetes que en lugar de informar, coaccionan con violencia a quienes piensan de forma distinta.
Contra quienes no aceptan que haya una ley de
huelga.
Contra quienes no salieron a la calle con los recortes del anterior
gobierno.
Contra quienes no han dicho ni mú mientras 3.200.000
españoles perdían su
empleo y mientras 350.000 pequeños empresarios tenían que cerrar el negocio de su vida.
Contra ellos…
Y, sobre todo, contra quienes utilizan el dolor de las víctimas del 11M para alcanzar sus objetivos
políticos.
Anímense el resto de sindicatos, las formaciones comprometidas con sus trabajadores, aquellas a las que no les preocupan la filiación
política de sus trabajadores, sino sus derechos laborales; aquellas que llevan años soportando la
dictadura de UGT y CCOO.