Mariano Rajoy

Como ves amigo Sancho, ya empiezan a patalear y a morderse entre ellos, de lo cual me alegro
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Intervenidos y pobres. Pero dignos
RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Guindos había venido terrible del Ecofin. Con esa intuición que caracteriza a los fantasmas, yo sabía que iba a pasar algo importante

i es que era imposible, presidente, que me batí como un jabato, que si me hubieras visto, oye, a brazo partido, que tú no me pones más de 32 condiciones, que bueno soy yo para las peleas, le dije al Schäuble ese, que se aprovecha, claro, porque a ver quién le dice que le esperas en la calle…

Guindos había venido terrible del Ecofin. Con esa intuición que caracteriza a los fantasmas, yo sabía que iba a pasar algo importante. Invité a Por Consiguiente, a Azorín y a Om. Que le veía preocupado al presidente…

—… Bueno, Luis, ya, pero cuéntame bien las cosas…

—No, si te las cuento, sí. Pero es que entre la Merkel, que a estas alturas no querrás que te hable de la Merkel…

—No, no, no hace falta… Y eso que era amiga, la muy…

—Pero luego estaban Monti y Draghi, lo dos Marios, que son como Fernández y Fernández, oye, que ya me dio muy mala espina aquello que nos contaste de Palermo, que había unos señores al fondo, vestidos de negro, que dije yo estos son los de este chico que lleva Hacienda, cómo se llama…

—Luis…

— ¡Ah, sí, Montoro! Pues eso, que me dije estos son los hombres de negro, pero no, que luego me fijé, y llevaban unas gafas negras negras, y les salía como un bulto hacia la cintura, y cada vez que uno de los Marios iba a decir algo les miraban y uno de ellos levantaba el dedo pulgar hacia arriba o hacia abajo. Tate, me dije, por haberles ganado la Eurocopa…

—Si ya te dije yo que aquello no podía ser nada bueno…

—Y luego la de Finlandia, oye, una que se llama Jutta, ya me contarás, llamándose Jutta, una mierda de país, cinco millones de habitantes y venga a dar la murga. Pues Finlandia exige, pues Finlandia no sé qué… Ya le dije, que con ese país que tienen que se te congelan las calicachas y las calicorvas, que qué hacía hablando con los mayores…

—Bien, Luis, bien, que sepan lo que es un caballero español…

—Pues no veas al holandés, el amigo Jan que le dicen, oye, una cara de bueno el tío, y un perro de presa, que si los bancos españoles, que si los préstamos… Anda y vete a dar un paseo en bici, le dije… a bike ride, vamos.

—Ya, ¿y entonces?

—Que sí, que sueltan la pasta pero que nos fríen a condiciones. Para no cansarte. Que no nos van a dejar ni tomarnos unos churros sin pedirles permiso…

— ¿Y tan grave es?

—Peor.

Y empezó a detallar las exigencias, que aquello era de interminable como el Mahábharata, pero en económico, que a Rajoy le iba cambiando el color de un verde pradera a un verde pistacho, para acabar en una rica paleta de ocres. Guindos no paraba.

—… Y además, oye, el peor de todos, que me faltaba por contarte, el Juncker ese, que le tengo un gato, que como me lo encuentre en un descampado, fíjate, presidente, un tío de Luxemburgo, medio millón de nada, un poco más que Murcia, y hay que verle lo chulo que es, que encima, cuando me iba, va y me dice: ¿qué tenías que explicarme dos veces, Windows? Que ya sabes cómo me sienta que me llamen Windows, presidente, que yo es que un día me pierdo y lo rajo…

Miré hacia un lado y allí estaba Azorín lanzando ganchos de izquierda y derecha, que le oía resoplar: “Déjamelo a mí, déjamelo a mí…”. Le pedí un poco de tranquilidad. O te vas a tu cuarto, le dije. “Es que me hierve la sangre, ese malandrín…”. Pues ya sabes, tuve que explicarle, un poco de moderación.

—Quieto, Luis, quieto, dijo Soraya Sáenz de Santamaría, que había entrado en ese momento porque el presidente había convocado gabinete de crisis mientras Guindos hablaba de Juncker.

—La cosa es a ver cómo les contamos esto a los ciudadanos, dijo Rajoy con un hilillo de voz. O no se lo contamos.

—Bueno, todo, todo tampoco hay por qué contarlo, pero así las cosas más gordas… Es que se van a dar cuenta, que a ti te suben el IVA trece puntos y dices, hombre, aquí ha pasado algo, sugirió Margallo.

— ¿Y Cristóbal? Yo creo que esto es cosa tuya, Cristóbal…

—No tenemos dinero.

—No, ya, si ya lo sé, pero además podías contarles tú esto de los recortes…

—No tenemos dinero.

—Ya, Cristóbal, ya pero lo de la presentación…

—Bueno, yo, si así el presidente dispónelo, siempre en disposición del cometido cumplir.

—No sé, chico, es que cada vez hablas más raro…

—Bueno, problema no a lo mejor es.

— ¿Y tú, Sorayita, hija, no eres la portavoz?

—Bueno, sí, pero verás, pero yo es que tengo que ir elaborando todos esos decretos y no me va a dar tiempo, que luego no querrás que esté todo manga por hombro. Mira, ahora ya estoy con lo del IVA, que me he traído aquí a un propio, a ver apunta: “El Impuesto sobre el Valor Añadido…

— ¡Este es tu momento, Mariano!, dijo Arriola desde la puerta de entrada, que siempre estaba en los gabinetes de crisis pero hoy había llegado tarde…

—… Es que Celia estaba imposible, se disculpó…

—No, si ya sabemos, ya, ¿pero de qué es el momento, Pedro?

—De que muestres a toda España tu enorme estatura de político inconmensurable, como los aquí presentes no paramos de decirte…

—Yo, en realidad, dijo el presidente, soy más bien poca cosa, que tampoco hay que exagerar.

—Mariano, tú como Churchill en los momentos difíciles. Recuerda. Pueblo británico: sangre, sudor y lágrimas.

—Bueno, británico…

—Era un ejemplo, Mariano…

—No, y lo de la sangre, pues no sé, que tampoco uno es un héroe…

—Mira, tú sales ahí con unas cuantas frases que te escribimos aquí en un periquete, y les dejas a todos rendidos a tus pies. De entrada, ya sabes: la herencia recibida. Y lo dices muchas veces: la herencia recibida por aquí, usted qué me dice si me dejó una herencia que ya ya, si no hubiéramos recibido esa herencia… En fin, lo de siempre. Que fíjate el resultado que nos ha dado…

—Yo tenía por si a peor unas frases iban las cosas, que a lo mejor interesan…

—A ver, Cristóbal, a ver…

—Por ejemplo, para esa paga que vamos a quitar en Navidad a los funcionarios podemos decir que es un “retraimiento”.

—Esa es buena, sí. Estás hecho un tío, Cristóbal, le jalearon los asistentes.

—Pero no tenemos dinero.

—A ver, Mariano, deja a Montoro, que yo he venido escribiendo algunas cosas en el coche, dijo Arriola. Anotadlas que ya las iremos usando: a mí tampoco me gustan, pero hay lo que hay, y usted qué quiere que haga, actuamos por necesidad, no se puede decir que por trabajar más se deteriora el servicio, hay que arrimar el hombro…

Y así estuvo un rato.

—Claro, eso lo dices aquí, pero a ver con qué cara salgo y les suelto yo esto de las pensiones… Que me van a llamar de todo… Me da vergüenza…

—Venga Mariano, si es lo que vienes haciendo desde hace años, a ver si ahora a estas alturas te vas a volver un estrecho…

—Ya, pero es que me lo tienen muy oído…

—Es igual, tú puedes con todo, campeón, le animaba Arenas…

—Te podemos poner Invictus…, sugería Cañete.

—O Gladiator, oye, que hasta te das un aire a Russell Crowe, decía arrobada Soraya…

Por Consiguiente se moría de la risa. Las va a pasar guapas el pringao, le oía decir… Azorín estaba muy nervioso. Qué poco espíritu, oye, que yo ahora salía ahí y les decía a todos: qué, si queréis más, os dejo sin paga de verano, y os meto un puro a cada uno que os vais a enterar… De fondo se oía una risita nerviosa, así como jijí. Yo miraba a Om, que estaba haciendo yoga. Justo en ese momento tenía la cabeza hacia abajo y era imposible saber si había dicho algo.

—Es el inicio del Urdhva Prasarita Ekapadasana, me dijo. Que hay que ver cómo son en Europa, jijí, jijí, jijí, jijí…

Y Om sonrió plácidamente.

Mañana, siguiente capítulo: Arriola, el de las grandes ideas.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
Xavi, Alba y los amigos de Palermo

RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Malo era que el presidente les contara mil veces lo de Monti y lo del Príncipe, por no hablar del lenguaje de comentarista deportivo.

Os he contado ya la cara que se le quedó a Monti cuando Silva remató de cabeza?, preguntó Mariano a todos los ministros, que los había reunido para comentar el 4-0 a Italia.

— ¡Sí, varias veces!, gritaron los catorce.
... (ver texto completo)
¡Rescate, Mariano, se dice rescate!

Buenas tardes. Les habla Durao Barroso. Este es un mensaje fraternal para mi entrañable amigo Mariano Rajoy, al que tanto admiro

Al día siguiente Rajoy y Guindos discutían la estrategia poco antes de empezar la discusión europea. Con ellos, Soraya y García Margallo, que siempre estaba para echar una mano. Untuosa, eso sí…

—A esos te los comes tú, Mariano, tío grande, que con ellos no tienes ni para una muela. Oé, oé, oé…

—Bueno, la cosa es simple. ... (ver texto completo)
RUCCIO: Me está entrando sueño...
¡Rescate, Mariano, se dice rescate!

Buenas tardes. Les habla Durao Barroso. Este es un mensaje fraternal para mi entrañable amigo Mariano Rajoy, al que tanto admiro

Al día siguiente Rajoy y Guindos discutían la estrategia poco antes de empezar la discusión europea. Con ellos, Soraya y García Margallo, que siempre estaba para echar una mano. Untuosa, eso sí…

—A esos te los comes tú, Mariano, tío grande, que con ellos no tienes ni para una muela. Oé, oé, oé…

—Bueno, la cosa es simple. ... (ver texto completo)
CUANDO SE PONEN LAS COSAS HAY QUE PONERLAS COMPLETAS.

OTRA HOSTIA DESDE LA PRENSA DE DERECHAS.

Luis del Pino se cachondea del Gobierno dejando en evidencia las contradicciones entre sus promesas y sus hechos
Le reprocha la subida de impuestos, la discriminación lingüistica y la ruina autonómica, entre otras cuestiones

Luis del Pino, responsable de uno de los mejores espacios radiofónicos del fin del semana se mantiene fiel a sí mismo y los principios que defiende. Los suyo no son las siglas, ... (ver texto completo)
TODO VA SALIENDO PINOCHO, PINOCHO RAJOY.

García-Margallo desmiente a Rajoy: “Éramos plenamente conscientes de la situación que íbamos a heredar”

Mariano Rajoy ha asegurado en una entrevista concedida a cuatro periódicos europeos

que ha sido “la realidad” la que le ha “impedido cumplir” con su “programa electoral”. La “realidad” a la que alude es la cacareada “herencia socialista”, el desvío del déficit que, según el PP, sus antecesores no le revelaron antes de abandonar el ‘barco’. Sin ... (ver texto completo)
Un, dos, tres, responda otra vez

Para que nos inventemos un nombre para el resca…

Bueno, para eso

He organizado un concursito, por entretenernos un poco

No me extrañó nada ver a primera hora de la mañana cómo habían quedado los despachos del presidente. No es que me hubiera ido a dormir, no, que los fantasmas no dormimos, qué más quisiéramos. Pero todos los días cerramos los ojos un par de horas. Esperamos a que no haya ruido y que la luz no nos moleste y hacemos como si durmiéramos. Seguimos despiertos, pero soñamos. Con otros fantasmas. Debe ser un recuerdo atávico de cuando éramos personas… Así que ya digo que cuando hice como si me despertara, todo estaba hecho un asco: vasos por el suelo, manchurrones ocres, platos de plásticos, cajas de pizzas, mogollón de klínex, botellas y botellas… Y es que aquel fin de semana del 9 y 10 de junio fue inolvidable. Avisé a Azorín y a Om para que fueran testigos de la cosa, que fue entonces cuando arrancó esta cosa del rescate…

—Otra copita, Leandro, hip, no te vayas, hombre, hip, que todavía es pronto… ¿te he contado, hip, lo que le he dicho al xxxxx de Barroso? ¿Y al xxxxx de, hip, Chauchau o cómo se llame ese, hip, el alemán…?

—Sí, Mariano, sí, varias veces…

Y es que el presidente no me bebe nunca pero a la vista de la hecatombe del fin de semana le había pegado a la frasca. Dos o tres lingotazos. Pero suficiente para él.

—A mí, orujo de mi tierra, del que manda Feijóo y que debe estar por algún armario… El Macallan ese para Guindos, que es muy de llamar al camarero y pedir un malta, por favor, mejor Macallan…

Todo fue una locura que comenzó la noche del viernes, con los datos económicos desbocados, hacia arriba la prima, hacia abajo las Bolsas, y la decisión sobre qué se iba a hacer ese sábado estaba tomada.

—Presidente, pide pasta a Europa que no tenemos ni para pagarte a ti la extra, suplicaba Guindos.

—Ya, ya la extra, si todavía no me habéis ingresado el sueldo de mayo, que tengo buena a Viri…

El presidente había reunido esa noche a su equipo de mayor confianza: Soraya, Guindos, Ana Pastor, Arriola…

—Y que me avisen a Montoro, que como sepa que está Guindos y él no, me va a dar la tabarra durante meses…

—La verdad es que no necesitamos auxiliares de contabilidad, Mariano, dijo Guindos…

Todos sabían perfectamente lo que iban a pedir la tarde del sábado, en videoconferencia…

— ¿Y no puede ser solo por teléfono?, preguntaba Guindos. Es que se me va a notar la cara de agobio…

—No te preocupes, si ya esa cara todo el mundo te la conoce de cuando Lehman, dijo Montoro…

—Calla, Cristóbal, calla… Y aunque sepamos lo que vamos a hacer hay que mantenerlo en absoluto secreto. ¿Cómo tenemos a los chicos de nuestra prensa?

— ¡Engrasados!, se oyó desde detrás de la puerta de la secretaria de Estado de Comunicación.

—Pues a ver si ya acabamos con el secretito, dijo Soraya, que en la rueda de prensa del Consejo, ya no sabía qué decirles, venga un artículo por aquí y otro por allá…

—Es que hay que estar más preparada, Sorayita, que aún te quedan años, dijo por lo bajinis Ana Pastor, que no dejaba pasar ni una a la vice, convencida como estaba de que ella era mucho mejor…

—A lo que vamos, cortó en seco el presidente. Estamos reunidos aquí para que se nos ocurra una forma de llamar al rescate, ay dios mío, al resca…, al… aggg…

Y es que cada vez que pronunciaba la palabra rescate le daba como un vahído… Todos los ministros se pusieron en pie espantados y hasta se derramaron varios vasos…

—Nada, nada, ya estoy bien, tranquilizó a los suyos. Es esto del resca… bueno, de esto de mañana. Por cierto, que me traigan a Wert, que es muy ocurrente. Y a Soria.

— ¿A Soria?, preguntaron todos al tiempo, sabedores de que Mariano se ponía muy nervioso cuando le veía…

— Soria, sí. Pero que entre de espaldas, como siempre, que me da unos sustos de muerte…

Y es que Soria, ya lo había dicho alguna vez, le parecía la estatua de cera de Aznar.

—Y a Ana Mato.

— ¿A Ana Mato?, preguntaron todos por razones obvias.

Mariano estaba obsesionado: solo tenemos dos consignas, les dijo tras beber un poco de agua del grifo, que la mineral había desaparecido meses atrás.

—Primera consigna: esto no es un rescate. De ninguna de las maneras. Y si alguno no lo entiende, lo vuelvo a repetir. Todos conmigo: ¡Esto no es un rescate!

Vi por el rabillo del ojo que Om se ponía pálido, pálido, como solo se puede poner de pálido un ectoplasma. Que ni se lo imaginan. Es que me estoy acordando de aquellas noches de mayo de 2010 y me sigue entrando el mismo terror, nos dijo. Aquello fue mi muerte, bueno la del cuerpo que represento, si pudiera sudar me daría un sudor frío… La pobre Elena, cómo sufría esa mujer, qué suplicio… Elena, llorar, no, por favor, que yo no puedo ver llorar, decía el presidente con cara de acompañarla en el llanto de un momento a otro… Le interrumpí porque en ese momento Mariano se ponía en plan presidente.

—Y por eso estáis todos aquí. Para que nos inventemos un nombre para el resca… Bueno, para eso. He organizado un concursito, por entretenernos un poco, que falta nos hace. ¿Os acordáis del Un, dos, tres, responda otra vez?

Los asistentes se miraron con cautela, pero el presidente estaba lanzado.

—A ver, Soria, así me gusta, de espaldas, vas a ser don Cicuta. Ahora ya te puedes poner de frente, para dar más miedo. Y tú, Mato, coges un bloc y venga, de secretaria…

— ¡Qué chupi, como Victoria Abril!

—Empiezo, yo, que para eso soy el presidente y hago de supertacañón. Nombres para el xxxx…, por ejemplo, ayuda financiera. Un, dos, tres, responda otra vez.

—Apoyo amistoso, dijo Wert, que siempre había querido ser Kiko Ledgard…

— ¿Y ayuda amistosa?, propuso Soraya, que estaba por la síntesis…

—Yo preferiría línea de crédito convergente, dijo Arriola, que en esto de liarla ya tenía una experiencia de años…

—Tres respuestas acertadas, a 10 euros la respuesta, salen… dijo Mato, loca por intervenir…

— ¿Has pedido autorización para el gasto? ¿Los tres presupuestos? ¿El formulario C-223? ¿Y el D-815?, preguntó el ministro de Hacienda.

—Ninguno me gusta mucho, dudó el presidente.

— ¿Oferta económica aliada?, dijo bajito Montoro.

—Esa la que menos, respondió Guindos. Simplemente ridícula. Os propongo préstamo a los bancos, sugirió, que era más de ciencias y se complicaba poco la vida…

—No sé, no sé, a lo mejor necesitamos consultar a alguien, dijo el presidente…

— ¿Y si llamamos a Miguel Ángel Rodríguez?, sugirió Soria, que a pesar de ser don Cicuta no pillaba cacho y ya le venía bien cualquier cosa que le sonara a Aznar….

Azorín, que le tenía a mi lado, dio un respingo. Dios mío, dijo, como recurramos a él nos metemos en la guerra de los cien años… Si le conoceré yo…

— ¿Tan grave es el momento?, preguntó Soraya, demudada…

—Dime, presidente, dime, gritó Rodríguez, que a pesar de que Mariano tenía el teléfono en la oreja pudieron oírle en toda la mesa… ¿Que no quieres decir rescate? preguntó. Sin problemas. Tengo la solución. Llamadlo como se os antoje, qué más da. Lo importante es que al primero que diga rescate le rompéis las piernas, luego le cortáis las orejas y se las hacéis comer en crudo… Recuerdo yo un día que cogí de la solapa a ese editor que…

—Vale, vale, Miguel Ángel, ya te he entendido, ya…

—Espera, espera, que no he acabado… después le arrancas la lengua con unas tenazas y…

— ¡Basta, basta!, se quejó Ana Pastor, que tenía el estómago delicado…

—Que digo yo que…

—Tú te callas, Ana, que eras la secretaria…

La noche acabó sin acuerdo. Y con todos los nombres posibles en la cabeza, Rajoy y Guindos enfrentaron aquel sábado de plomo.

Mañana, siguiente capítulo: ¡Rescate, Mariano, se dice rescate!

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
El Gobierno se va de caza. Mayor

RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

El día señalado para la excursión fue como una fiesta

Yo me llevé para que retozaran un poco a Por Consiguiente y a Azorín

Cañete! Que me traigan a Cañete.
... (ver texto completo)
La virgen y la prima de riesgo RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

La vuelta de la peregrinación fue muy dura, que venían todos cansadísimos, con dolores

Vamos, vamos, todos en fila, gritaba Ana Pastor, encantada de llevar las riendas de la peregrinación.

Aquello era un guirigay que apenas si podían oírse, los cánticos de los altavoces mezclándose con los ayes y lamentos de todos los enfermos que iban para Fátima…

— ¡Ay, mis brazos!, se oía. ¡Ay, que no veo!, ¡Ay, mis piernas!

—Oye, Ana, dijo Mariano, ya podíamos haber ido en un vagón para nosotros solos…

—Sí hombre, con el presupuesto que me dio Montoro. He conseguido un precio extraordinario porque vamos de enfermos, que hacen un descuento buenísimo. A ver, presidente, para ti te he traído un brazo en cabestrillo…

—Hombre…

—Pues si quieres te doy la muleta…

—No, si está bien, lo que pasa que aquí pone Mudanzas La Rapidísima…

—Es que lo patrocinan. Cien euros que les cobro.

—Y la muleta para ti, Morenés, que lleva una publicidad elegantísima de sastrería El Dandy de Oro.

—Las pústulas me las pongo yo, las pústulas son mías, gritaba Fátima Báñez. Que para eso me llamo como me llamo y vamos a donde vamos. Y ya sé que Mato me las quiere quitar, pero no me voy a dejar, porque siempre…. Buaaaaa!

—De eso nada, corazón, que yo me quedo con el uniforme de enfermera, que siempre me ha hecho mucha ilu, que me lo he probado y estoy monísima…

—Tú, Guindos, que te he traído este parche para el ojo… Eso, así, así, como un pirata… Todo sea por los viejos tiempos… Solo he podido poner Coca, que no cabía más…

— ¿Qué tú quieres otro, Cristóbal? Pues nada, el que pone Cola… Y vosotros dos os encargáis de vender las bebidas y las patatas fritas. A ver cómo las voceamos.

— ¡Hay chicle, bombón helado, patatas fritas, caramelos…!, dijo Cristóbal con desparpajo…

— ¡Buenas, bonitas, y estas bebidas no se las vendo ni por tres, ni por dos, ni por una!, declamaba Guindos recordando viejos tiempos en la Gran Vía, allá cuando empezaba su carrera bancaria…

—Cañete, te dije que hicieras de cojo, pero no con el bastón de plata, hombre…

—Bueno, bueno, le pediré la garrota a algún aparcero de las fincas…

—Y Wert, ¿dónde está Wert?

—Está en el vagón, que le hemos colocado de animador, y ya ha empezado con lo suyo. Lleva el encargo de hacer una rifa con varias imágenes de las pastorcillas, que tiene que sacar una pasta…

— ¿Y Margallo va de cura?

—De cura, sí, que oye, se ha quedado clavadito, que le he visto dándose a sí mismo las bendiciones…

— ¿Fernández Díaz, Gallardón?

—Están ensayando lo de los estigmas. Por ahora siguen rezando muy concentrados, muy concentrados…

—Que no, Anita, que no, le estaba diciendo el presidente a Ana Botella, que ya sé que a ti esto de ir a Fátima te gusta mucho, pero no puedes venir… Sí, sí, si la mantilla te queda superior… Pero lo siento, que fíjate Cospedal con qué recogimiento me llevaba el Cristo de los Desamparados y tampoco viene… Solo el Gobierno. ¿Qué se lo vas a decir a José Mari? Ya bueno… estoy acostumbrado…

Soraya Sáenz de Santamaría apareció a la carrera. Venía vestida de monja, con una toca espectacular, con las puntas hacia arriba.

—Te has retrasado, Soraya, le recriminó Mariano, que no perdía oportunidad de demostrar que el presidente era él…

—Perdón, perdón, pero es que había un loco subido a un árbol y venga a gritar “voglio una donna”, “voglio una donna”… Y he tenido que ir a bajarle…

— ¿Y por qué tú?

—No sé, es que me lo ha pedido un señor gordo que estaba por allí, que me dijo que era para Opencor, o Hipercor, o Amarcord, o algo así… Pero tú no te preocupes, que ya me he aprendido todo el reglamento de Renfe. Artículo 15, viaje con armas. En los trenes de Cercanías solo se admitirán viajeros que porten armas, cuando cumplan los siguientes requisitos: a) que se trate…

—Vale, Soraya, vale…

—Presidente, que la prima…

— ¿Otra vez la prima de Ana Pastor? Y ahora qué quiere…

—No, no, es la de riesgo, que está en 845 esta mañana. Y subiendo.

— ¡El tren, Ana, que salga el tren, vamos, rápido, por tu padre…!

Aunque solo fuera por ver cómo disfrutaba Fernández Díaz merecía la pena el viaje, me dije. No me quise traer a los ectoplasmas, que tengo que estar pendientes de ellos y preferí darme libertad para moverme entre tanto tullido, de verdad —los de verdad— y de mentira —los de mentira—. En ese momento Fernández estaba dirigiendo el cántico de todo un vagón…

— ¡Venid y vamos todos...! ¡De nuevo aquí nos tienes, Purísima Doncella, más que la luna bella, postrados a tus pies…!

— ¡Canten todos, hombres también!, ayudaba Gallardón, que se miraba con fijeza las manos pero los estigmas no prosperaban…

— ¿Y un poco de mercromina? Le decía Guindos. Si te lo das bien…

—Por Dios, Luis. Eso sería mentir.

—Si te contara yo lo que tengo que decirles a los de Bruselas…

Y eso, qué hacer con Bruselas, era el motivo de discusión, que en la primera reunión, todavía en Palacio, no se habían puesto de acuerdo en qué pedirle a la Virgen.

—Tranquilos todos. A ver, la unión hace la fuerza. Imaginad que ya hemos llegado al santuario y estamos en la capilla de las Apariciones. Fijar la vista en un punto, tal que si fuera la Virgen. El Miró, por ejemplo…

—Es que se hace muy duro, presidente. ¿No podríamos poner alguna cosa más representativa?, dijo Margallo.

—Sin problemas, interrumpió Fernández Díaz, que yo siempre llevo algunas imágenes en la cartera. ¿Virgen de Fátima? Veamos. Virgen de los Desamparados, Virgen del Camino, Virgen de las Almudena…

—Venga, venga, la de la Almudena nos servirá, dijo el presidente. Ahora fijar la vista en la imagen —muy bonita, Jorge, muy bonita— y ahí, todos cogidos de la mano, tenemos que concentrarnos en pedir una sola cosa. Daros cuenta de la importancia de ese momento…

—Que el AVE llegue a Galicia, dijo Ana Pastor…

—Que a Mas le dé la erisipela, dijo Montoro…

—Que llenemos el Coto de Doñana de chalés de lujo, intervino Arias Cañete…

—Que a los rectores… iba a intervenir Wert…

— ¡Basta!, se enfadó Rajoy. No tenéis sentido ninguno de la trascendencia. Hay que pedir algo mucho más importante, algo capital, algo que acabe con estas angustias… No sé, a ver Guindos, que tú estás todo el día con estos.

—No, yo, la verdad, con que nombres a otro ministro de Economía…

—Hombre, si no hay más remedio, comenzó Montoro…

—Ya veo que no me servís de nada. Lo decidiré yo, me cueste lo que me cueste, que si los españoles me han dado esta responsabilidad, este es uno de esos momentos históricos en los que se debe ver la madera de un líder. Soraya, haz que me pongan con Merkel.

—Angela, sí, mira, sí, no, perdona, si es solo un momento, no, verás, es que vamos ahora a Fátima… Ya, que no sabes lo que es, bueno, no, que estamos aquí el Gobierno reunido, sí, sí, que si aún tengo Gobierno, pues sí, que si ya sé que no sirve para nada, ya, bueno, no, que quería saber que qué te parece a ti lo más importante… Ya. Disolvernos. Ya, sí, gracias. ¿Angela? ¿Estás ahí, Angela?

—Bueno, ha colgado, pero tenemos que pensar en un afán común. Por ejemplo: que el milagro sea, por ejemplo, que volvamos al 20 de noviembre de 2011 y resulte que las elecciones las ganó Rubalcaba. O Rosa Díez.

—Eso, eso, qué liberación, gritaron todos…

La vuelta de la peregrinación fue muy dura, que venían todos cansadísimos, con dolores, ahora sí, por todos los lados, que las muletas eran un engorro y los parches de los ojos te hacían ver chiribitas. A Mariano el cabestrillo le había procurado una tendinitis que le tenía de un humor de perros.

—Presidente, la prima…

— ¿Cuál de ellas, que me vas a volver loco, la de Ana o…?

—La de riesgo, Mariano, la de riesgo.

— ¿A cuánto…?

—A dos mil seiscientos….

— ¡A Lourdes, hay que ir a Lourdes! ¡Ana!, ¿Dónde está la ministra de Fomento?

Mañana, siguiente capítulo: El Gobierno se va de caza a Quintos de Mora.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
¡A Fátima!, gritó Mariano enfervorizado RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

A Om le decías vaticano y ya: venga a blasfemar, que cada día se inventaba una jaculatoria nueva, a cual más salvaje

La situación era terrible.

—Presidente, la prima…

— ¡Calla, que no quiero ni oír lo que ha subido! —le gritó Mariano a la secretaria.

—No, no, que es la prima de Ana Pastor, la ministra de Fomento, que me ha dicho que ahora mismo viene…

— ¿Y por qué llama su prima, que es que aquí cada día pasan cosas más raras?

—Es que te recuerdo que ya hemos reconvertido en taxis el 50% de la flota de coches, y como hemos echado a la mitad de los chóferes, a la ministra la trae una prima suya que tiene un Fiat 500…

—Vale, vale, no sigas… Que entren Montoro y Guindos.

—También vienen Fernández Díaz y Gallardón…

—Pues que pasen también cuando lleguen…

—No sé si baja el riesgo y la prima se da un batacazo con Bruselas, que depositaba fondos en los recortes del BCE, mientras Valencia recorta y Cataluña me hace un corte de mangas que a la vez se la revendo a Galicia y así el déficit, dijo Montoro, que tenía las gafas torcidas y un aspecto absolutamente zarrapastroso.

—Pero Cristóbal, hijo, qué te ha pasado…

—Es que me voy a reunir con los consejeros de Hacienda y dejarles quiero claro la ruina a las que comunidades nos han llevado las autónomas… ¡Ayyyyyyyy, qué dolor!, suspiró el ministro de Hacienda.

—Outsourcing, due diligence, offshoring expert, murmuraba Guindos en voz baja…

— ¿Qué dices, Luis, que no se te oye?

— ¡Digo que la madre que parió a Schaüble y a todos los banqueros vivos y muertos desde Tarifa hasta los Urales!, gritó el ministro de Economía.

—Bueno. Tranquilos, dijo el presidente. He tomado una decisión definitiva que va a acabar con nuestras penas.

Los tiempos exigen medidas heroicas y vuestro Mariano Rajoy está dispuesto a todo, que como ya dije en un momento histórico, cuando la II Guerra Mundial, nos esperan épocas de sangre, sudor y lágrimas…

—En realidad lo dijo Winston Churchill, presidente, le corrigió Guindos, que es muy leído…

—Es lo mismo. Son palabras de grandes estadistas. Winston, Mariano… qué importa.

— ¿Y esa medida heroica, presidente…? Inquirió Montoro, que hacía cualquier cosa para retrasar su cita con los consejeros autonómicos.

—Atentos. Me he dado cuenta de que los seres humanos somos sobre todo personas, con alma y con sentimientos, y esto es muy bonito y me reconforta mucho

—… Eso sí, claro, acertaron a decir Guindos y Montoro, que se habían quedado francamente pasmados…

— ¡Así que vamos a ir todo el gabinete en procesión a Fátima! Necesitamos un milagro. ¿Y cómo nos lo va a negar la Virgen de Fátima, teniendo, como tenemos, a Jorge Fernández Díaz, a Ruiz Gallardón, a Fátima Báñez y al resto de ministros, que más católicos ya no se puede ser, que esto más que un gobierno parece un sínodo… ¡Todos a Fátima!

— ¡Ave María Purísima!, se asomó el ministro del Interior.

—Sin pecado concebida, dijo el de Justicia.

— ¡El trece de Mayo, la Virgen María bajó de los Cielos a Cova de Iría!, cantaban los a dúo cuanto entraron en el despacho, que ya estaban al tanto de la procesión.

— ¡Canten todos, hombres también!, dirigió la operación el presidente.

Así que cuando entró Ana Pastor se encontró al presidente y a medio Gobierno cantando a coro, brazos abiertos y mirada al cielo:

— ¡A tres pastorcitos la Madre de Dios descubre el misterio de su corazón!

La ministra de Fomento no se lo pensó ni un momento:

—Ave, Ave, Ave María... El Santo rosario, constantes, rezad, y la paz del mundo el Señor dará.

Yo me había quedado agazapado detrás de las cortinas, que a mí estas cosas sobrenaturales me dan un poco de yuyu, que ya me las conozco yo… Tuve que devolverle al mundo a Mariano, susurrándole al oído, que les veía dispuestos a enzarzarse con el rosario, que 20 Padrenuestros y 200 Avemarías, versión corta, era un exceso… Yo me lo sabía de memoria, que cuando Ana Botella estaba por aquí no paraban de venir amigos y amigas, que si del Opus, que si de los legionarios de Cristo…

-—Bueno, a lo nuestro, a lo nuestro, dijo el presidente. Como ministra de Fomento, y dado que vamos a ir en tren, te toca organizar el viaje a ti, Ana…

—Horario germánico, presidente, ni un minuto de retraso, que en seguida organizo yo un plan que….

—Vale, vale. Y vosotros, Jorge y Alberto, a rezar. Mucho, muchísimo. Y a interceder con Rouco, que seguro que tiene mano.

—Presidente, está don Antonio María Rouco…

—Si antes lo menciono…

—Os doy la bendición… a todos, dijo el cardenal un tanto intimidado ante el numeroso personal que se hallaba en el despacho.

—Estábamos hablando de Fátima, cardenal, que si usted nos echara una mano con lo del milagro, ya sabe, las Bolsas, la ruina…

—Bueno, presidente, no digo que sí ni que no, pero antes… esto del IBI…

—Quite, quite, olvídelo, eso es cosa de los socialistas, unos comecuras…

—Y lo de los colegios…

—También solucionado, que ya le digo yo a Wert…

—Bueno, y verá, presidente, esto de la asignatura de Religión… Y el aborto… y el matrimonio homosexual…

—Hagamos un pacto, cardenal. Usted intercede mucho por la primas de riesgo y yo le digo a Soraya que me estudie bien esas leyes…

—… Ya lo he hecho, presidente, que me sé totalmente todos los artículos del Concordato, informó la vicepresidenta. Verás. Artículo 2, apartado segundo: 2. “En particular, la Santa Sede podrá libremente promulgar y publicar en España cualquier disposición relativa al gobierno de la Iglesia y comunicar sin impedimento con los Prelados…”

—Está bien, está bien, que no te habíamos visto…

—He entrado detrás de Jorge Fernández y Alberto, que como van siempre tan juntos lo tapan todo…

Se organizó un poco de lío al irse Rouco, porque unos y otros querían rendirle pleitesía. Hubo que arrancarle a Fernández la mano del cardenal, que no es que la besara, no, es que la rechupaba cual alita de pollo.

—Déjame, Jorge, déjame un poco de anillo, que también es mi cardenal, protestaba Gallardón…

—Y yo qué, protestaba Soraya, que el resto de ministros no hacía más que ponerse delante y Rouco oía la voz pero no sabía de dónde le llegaba…

No tuve más remedio que echar la vista atrás y acordarme de algunas cosas que pasaban con los curas, obispos, arzobispos, cardenales y hasta el Papa en otras épocas. Azorín nos explicó que en su época los obispos estaban muy contentos, que les hizo mucha ilusión cuando le pidieron al mismísimo cardenal Antonio María Rouco —ya digo que le conocía de antiguo— que oficiara la boda de Anita en el El Escorial, que momentos así no hay que desaprovecharlos. Para motivar un poco a la Divina Providencia. A Alfonso Guerra se le daban muy bien los obispos. Los trataba con un desdén volteriano y los obispos le correspondían con un desdén vaticano. Él creía que les tomaba el pelo, dice Por Consiguiente, pero en realidad le sacaban hasta los higadillos.

Om se agita un poco cuando le recuerdo a María Teresa y la mantilla. ¡Lo que me hacía sufrir!, dice. Era decirle que tenía que tratar alguna cosa con los curas, por no hablar de la Santa Sede, y un color se le iba y otro se le venía. Era terrible, me dice Om. Le decías Vaticano y ya: venga a blasfemar, que cada día se inventaba una jaculatoria nueva, a cual más salvaje. Y no paraba de romper cosas, que había que sujetar con clavos todo lo que estaba a su alcance, que estaba maltratando a cualquier ministro, como era habitual, y de pronto se acordaba: ¡La peineta! ¡La xxxx madre que parió a los xxxxxxxxxx, la xxxxx, el xxxxxxxxx y hasta a las monjas que xxxxxxxxxxxxxxxxx!, y allá que se iba contra la pared otro teléfono, que no ganábamos para reponerlos.

Así que en breve saldríamos rumbo al santuario portugués, que por nada del mundo me iba a perder aquella cosa. La peregrinación prometía…

Me preguntó Mariano.

— ¿Y a ti que te parece esto de la procesión a Fátima?

—A mí no me preguntes, le dije, que ya sabes que yo no creo en nada sobrenatural…

— ¡Hombre, Leandro…!

(Continuará)

Próxima entrega, mañana: La Virgen y la prima de riesgo.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
NO ME HAGAS REIR QUE TENGO EL LABIO ROTO.

El presidente dice confiar en que no tendrá que tomar de nuevo “medidas tan duras”, tras un encuentro con Hollande en Moncloa

RAJOY PROMETE ahora que no volverá a subir el IVA y el IRPF en 2013

JAAAAAAAAAAAAAAAA, JAAAAAAAAAAAAAAAAAA, JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAA.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
Esperanza, Pons, Matas ¿y Cascos? RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Pues aquí pone coivhllllltcicccc, dijo Willows muy segura. (Y sí, contestó por lo bajito la ayudante, hay un cierto tufo…)

El pasmo fue general.

— ¿Cómo ha dicho?, le preguntaban al traductor.

—coivhllllltcicccc. Lo juro por mi madre, que ha dicho eso…
... (ver texto completo)
Para RUCCIO: Así sea.
Esperanza, Pons, Matas ¿y Cascos? RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Pues aquí pone coivhllllltcicccc, dijo Willows muy segura. (Y sí, contestó por lo bajito la ayudante, hay un cierto tufo…)

El pasmo fue general.

— ¿Cómo ha dicho?, le preguntaban al traductor.

—coivhllllltcicccc. Lo juro por mi madre, que ha dicho eso…

—A ver, Catherine, a ver, no es posible que diga eso… Déjame a mí otra vez… ¡Ah!, es que no son letras, que son unas rayaduras…

Así que de allí no íbamos a sacar nada. Grisson y Willows se disculparon:

—Lo sentimos, pero tenemos que volver a Las Vegas, que nos esperan para el estreno de un casino de míster Adelson… Es precioso, parece el templo de Angkor por un lado y el de Buckingham por otro… A lo mejor traen uno a España, nos han dicho, con la Basílica de El Pilar y la Cibeles o La Pedrera, que están en dudas…

—Adiós, buenas tardes, dijo la hija de Willows, que estaba muy bien educada.

Menos mal que había una solución…

—Estoy aquí, soy Horatio Caine y quietesito to'el mundo, ¿eh?, qu'el que se menee pierde la chola…

Es que llevaba tantos años en Miami que parecía que había venido ayer del barrio La Víbora de la Habana.

—Ya tú sabes, asere, es cosa de mirar con cuidadito…

El comandante se lo explicó a Mariano.

—Es que también ha venido al mismo seminario… Pero en días distintos, que se llevan a matar.

—Pues tampoco en persona está mal este Horatio, dijo Dolores de Cospedal…

Horatio sacó de la funda de las gafas —que no le servían de nada, porque siempre las llevaba puestas— un artilugio desconocido.

—Éste es el último regalo que me hizo el pobre Jobs, Steve Jobs, ya sabes, un microscopio chévere, mijito, mil veces mejor que los que usan en Las Vegas esos vejestorios…

Diez minutos estuvo repasando el cuchillo, que aún seguía clavado en la pared. Lo miraba por arriba y por abajo. Se giró un poco hacia el respetable, solo un poco, para poder mirar a todos por encima del hombro. Y con las gafas de sol, claro.

—Imposible encontrar nada, brothers, que ya lo han estropeado los de Las Vegas. Unos manazas. Además, aquí huele fatal. Y ahora me voy pitando que tengo una guerrita de bandas en Miami…

Rajoy no podía más y tomó el mando. Yo todavía no quería intervenir, que ahora ya íbamos llegando donde yo quería.

—Comandante, los nuestros. Traiga a los mejores agentes y a la tarea. De aquí no sale nadie hasta que se sepa quien ha intentado matarme. ¡Quiero que se localice inmediatamente al autor frustrado…

— ¡Afortunadamente!, gritaron a coro todos los presentes…

—… del marianocidio!

—Verá usted presidente, tengo dos opciones. Uno es el detective privado que ya investigó con éxito la muerte de un gato del presidente Aznar…

—De eso nada, quita, quita…

—Entonces llamo a C-169. Es tan secreto que solo le llamamos C-169. Por dos razones: una, que impresiona más. La otra es que ya no nos acordamos de cómo se llama. Es el mejor, y además está hoy aquí porque se saca unas pesetillas sirviendo las croquetas del catering, porque como sabe…

—… Lo de los recortes y la bajada de sueldo de los funcionarios, sí, lo sé.

— ¡A las órdenes de su excelencia, mi presidente! Ya me ha contado el comandante cuál es mi tarea. No quedará defraudado, señor. Y aquí le dejo mi tarjeta, Sinnombre's, Reparaciones y Mantenimiento del Hogar y Negocio, por si tiene alguna chapucilla en La Moncloa, que supongo que ya sabe que con esto…

—… de los recortes, sí. ¡Averigüe de una puñetera vez quién me tiró el maldito cuchillo!

Lo primero que hizo fue arrancar el cuchillo de la pared.

—Si es que mucha tecnología, pero no están a lo que hay que estar. Que si no sacan todo el cuchillo a ver cómo van a leer en la hoja lo que pone. A ver, que lo apunto. Se quitó el lápiz de la oreja, mojó la punta y escribió en una libretilla que había comprado en un chino: Cuchillería El Oso y el Madroño, Madrid.

—Esperanza, ha sido Esperanza, dijo Mariano…

—Pero cómo puedes decir eso, Mariano, con lo que yo te quiero y te admiro…

—Un segundo, que no he acabado. Madrid… y dice que tiene sucursal en… No sé, no se lee bien que se han desfigurado las letras al entrar en el muro… O dice Val… encia o dice Bal… eares, que la primera letra no se lee bien.

—Lo dicho, insistía por lo bajinis Mariano, Esperanza… y Camps, y lo estoy viendo, Jaume Matas, que no me pueden ni ver…

—No tuve más remedio que intervenir porque aquello se nos iba de las manos y había que centrar el tiro, que ya veía a los presidentes autonómicos con muy mala cara, que además Montoro los estaba espeluchando a los chinos.

—Tres con las que saques, le estaba diciendo a Juan Vicente Herrera, mientras Patxi López y Artur Mas hablaban de sus cosas identitarias y Monago, Fernández y Griñán coincidían en las lamentaciones:

—Oye, Griñán, y cuando los de IU te piden lo de la expropiación de pisos de más de 60 metros, ¿tú qué les dices?

Intervine, pues.

—Presidente, no te líes. Fíjate en el nombre, en las palabras del nombre. Lo de las sucursales te lo cuento luego…

Había sobrado mi intervención, porque Sin nombre (C-169) estaba diciendo en ese momento…

—Por cierto esto tiene una peste a Cabrales…

— ¿Fernández, el nuevo?

— ¡Imposible, presidente, si yo estaba casi a tu lado!, se defendió el presidente asturiano.

—Entonces… ¡Cascos, ha sido Cascos!, gritó Mariano.

El comandante organizó rápidamente a la seguridad de la casa.

—Hay que localizarle. Como sea. Y ojo que puede ser peligroso, que lo mismo te tira una caña como si fueras un salmón que te dispara un tiro como si fueras un conejo.

Dos horas llevaban ya de búsqueda por todo el complejo, sin el menor éxito, cuando tuve que volver a intervenir.

— ¿Te acuerdas de qué pasó con el efecto 2000?

— ¡En el búnker, está en el búnker!

Trató de huir pero fue rápidamente reducido. Aprovechando una de las visitas guiadas que se montaron desde la gran idea del ministro de Defensa, Cascos se había introducido en el recinto y con una careta verde que se traía ya preparada, se hacía pasar por uno de los funcionarios de los del búnker.

— ¡Asturias es mía, mía! ¡Mariano, traidor!, gritaba mientras le metían en un taxi y le daban al taxista la dirección de Oviedo, que Rajoy prefirió no montar escándalos y clausurar la Conferencia.

—Que se vaya para casa, pero que me lo vigile alguien, que ha estado a punto de desgraciarme, y bueno está lo bueno…

Me preguntó de las sucursales. Se lo conté, que un fantasma personal no le oculta nada al presidente.

—Verás, te lo cuento, pero tú tranquilo, que no te suba la tensión… Lo de Valencia y Baleares es que Esteban González Pons y Jaume Matas estaban entre los camareros, perfectamente camuflados.

— ¿Esteban también?

— ¿Tú le has nombrado algo? Pues entonces.

—Y Jaume, hombre, bueno, la verdad… ¿Así que fueron ellos los de las bromitas pesadas?

—Iban creciendo en envergadura hasta acabar con una mascletá que había preparado Pons… Pero los dos discutieron que si tú, que si yo, pues anda que Nóos… Y en esas estaban cuando lo del cuchillo.

—Ya, lo del oso no hace falta que me lo expliques…

— ¿No me preguntas por el madroño…?

—Esperanza…

—No, si yo no digo nada, pero a ver de dónde han salido los fondos para comprar ese cuchillo, y quién lo adquirió en Madrid… que lo mismo hay algún contrato por ahí de adjudicación de navajas de regalo entre el Bigotes y la susodicha cuchillería… Y si se acerca Sin nombre a la tienda, a lo mejor le cuentan que un día apareció por allí un tipo con un mechón blanco que iba en coche oficial… Vamos, solo por decir…

—Pues mira, tengo por aquí la tarjeta… ¿Oiga, está Sin nombre?

Mañana, siguiente capítulo: ¡A Fátima!, gritó Mariano enfervorizado

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
LO QUE LE IMPORA A ESTE TIPO LA SITUACION SANITARIA.

José Ignacio Echániz, titular de Castilla-La Mancha, “en paradero desconocido”

“ ¿Cómo que Echániz está de vacaciones?” Esta fue la pregunta que nueve consejeros de Sanidad del Partido Popular se hicieron este miércoles en Valladolid, donde acudieron a la llamada de Ana Mato para analizar la reforma sanitaria, en una reunión en la que nadie entendió que el responsable de Castilla-La Mancha, José Ignacio Echániz (“el consejero de los cuatro ... (ver texto completo)
El cuchillo que esquivó Rajoy RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Ay! A ver, ¿quién me ha tirado esta pelota de papel, que me ha dado en todo el ojo?, se oyó protestar a Luisa Fernanda Rudí. Como le pille le voy a romper los dedos uno a uno, falange a falange, y luego le voy a arrancar las uñas y luego…

—Luisa Fernanda, hija, que tampoco es para tanto, que hay que ver cómo te pones por una bolita de papel…

—Ya, Mariano, pero es que dentro iba una bola de acero…

— ¡Atchís!, estornudó el presidente de Cantabria.

— ¡Atchís!, le siguió el de La Rioja.

— ¡Atchís!, coreó Cristóbal Montoro que acompañaba al presidente.

— ¡Atchís!, añadió Artur Mas. Oye, dijo, ¿esto lo hacéis mucho en España?

—A ver quién ha sido el listo que ha echado polvos pica-pica, se quejó Rajoy, que ya estaba harto de tanta tontería.

La reunión de presidentes autonómicos llevaba meses de retraso.

Es que me da una pereza tremenda, Leandro, me había comentado el presidente el día anterior. Y fíjate ahora, además, con las de a kilo que les ha hecho Montoro, que ya me ha contado que esta semana les ha quitado a todos mil millones así, por la gorra.

Yo entendía bien a Mariano, que esto de las autonomías y sus jefes era una lata. Desde el principio. Lo del País Vasco y Cataluña es lo que es, que ese es un tema imposible. Pero luego tampoco se sabe si los peores son los de la oposición o las fuerzas propias. Los propios, sobre todo si son demócratas cristianos, oí que susurraba el airecillo de Fito, esos son los peores… A Felipe no le gustaban nada esas reuniones, que se hacían a mayor gloria de Alfonso. Pero es que nada, me reforzó Por consiguiente. Ni tampoco a Aznar, insistió Azorín, que tenía que sonreír a Fraga. Bueno, tenía que sonreír, que ya era un esfuerzo. Hasta Om tuvo que reconocer que a Zapatero le ponían de los nervios. Lo de los nervios es un decir, claro. Así que ya estaban todos dispuestos a seguir la reunión, que la cita había comenzado fatal.

—No digas nada, Cristóbal, pero la silla quema. No, espera, hiela; no, quema…

Hubo que aplazar el arranque hasta que se cambió el asiento, que alguien había echado el líquido ese que venden en las tiendas de sorpresas que da frío y calor. Por no hablar de las bombas fétidas…

—No he sido yo, dijo Alberto Fabra, que en cuanto pasaba algo así siempre le miraban a él. Por lo del Mediterráneo…

—Bueeeno, bueeeno, estaba diciendo Montoro, así que protestar queríais por los recortes… A ver, Valcárcel, di lo que querías decir, hombre… Si te voy a meter un puro de cien millones digas lo que digas…

—Cristóbal, que ya no puedo ni encender las luces del despacho, que me alumbro con velas…

—Muy romántico, Valcárcel, muy romántico. Y a ver, Griñán, ¿otros 200 millones a quién papá le va a quitar?

—Señor presidente, le ruego que le diga al señor ministro, que la injusticia histórica que sufre el pueblo andaluz…

—Oye, no me metas, que he traído a Cristóbal para que os peguéis con él, que yo no tengo nada que ver…

—Quita, quita, Griñán, que era broma, hombre… Y a ver, Asturias…

Justo en aquel momento se fue la luz.

— ¡Agggggggggggggg ¡!, se oyó el grito aterrador del presidente, al tiempo que se oía un ruido sordo tras un sonido sibilante: ¡ssssssssssssshhhhhhhhhh, ZAS ¡

Yo había visto el lanzamiento y soplé un poco para desviar la trayectoria. Por si acaso. Las luces se encendieron y los ojos de todos los presentes se quedaron fijos en un cuchillo clavado en la pared, justo detrás del presidente. Aún se cimbreaba por la fuerza con la que había sido lanzado.

— ¡Madre mía, si le pilla!, dijeron casi todos, más fuerte o más bajito, con más tacos o con menos tacos.

—Ha sido Griñán, seguro, gritó Monago. Son los rojos, que nos odian, dijo Bauzá…

— ¿Y el asturiano?, terció Valcárcel, cabreado como estaba por lo de Montoro, que ése es nuevo, pero también socialcomunista…

—Por no hablar del vasco, que además de ser de Portugalete es socialistón, reafirmó Núñez Feijóo…

—Y pita al himno de España. Y al Príncipe, que yo lo vi…, acusó Esperanza Aguirre.

Mariano, pálido como aquel día del helicóptero, interrumpió la conferencia y avisó al comandante del CNI que siempre estaba por allí.

—No sé cómo ha podido ocurrir, presidente, que es que estaban todos los agentes mirando hacia afuera y nadie prestaba atención al interior, que como casi todos eran de casa… Pero lo resolvemos pronto. ¡Con la experiencia que tenemos nosotros de Afganistán!

Yo sí había visto al autor, claro, pero preferí dejarlo estar por unos minutos, que si hacía falta ya intervendría. Pero antes quería saber cómo de finos estaban los investigadores de la casa y darles una oportunidad de lucirse…

Los agentes investigadores, dos hombres, dos mujeres y una niña llegaron en un momento y se dedicaron, lo primero, a calmar los ánimos.

—Don't worry, etcétera, dijo el primero, que parecía el jefe. El segundo hombre tradujo: Nada, ni preocuparse, que esto lo resolvemos en dos patadas. Estamos acostumbrados a cosas más difíciles.

— ¿Pero éste no es Grissom, el de CSI Las Vegas?, preguntó Rajoy al comandante del CNI.

—No diga nada, presidente, que está dando aquí unos cursillos y le hemos pedido que nos eche una mano…

—This is a knife. And this, is a wall. La segunda era la agente de campo.

— ¿Catherine Willows, supongo?

—Sí, presidente. La niña es su hija. Nos ha dicho que no tiene con quién dejarla, dijo esto último en voz alta, para que la concurrencia no se extrañara demasiado, que ya la presencia de los CSI de Las Vegas había causado suficiente impacto…

—Pues en persona no está mal ese Grissom, ronroneó Dolores de Cospedal…

—Escolta, com la noia és bo veure...., dijo Mas atusándose el tupé.

—Ese cuchillo tiene una etiqueta, tradujo el intérprete de Grissom. Haz el favor de leerla, Catherine.

Silencio expectante.

—Aquí pone Navajas El Fígaro, calle El Betis, 18. Sevilla, dijo finalmente la traductora de Catherine Fellows.

— ¡Es una trampa, es una trampa!, saltó Griñán. Quieren implicarme en una horrible acción, que desde ahora mismo repudiamos todos los andaluces, que desde el alma vibrante de Blas Infante…

—Vale, vale, está bien, seguimos investigando. Pero las pruebas son las pruebas, dijo el comandante, haciéndose cargo de la situación, mientras Grissom y Catherine seguían buscando huellas con unos microscopios portátiles que habían sacado del monedero.

—Bien. Aquí tenemos la guía de teléfonos de Sevilla, páginas amarillas. A ver. Cuchillerías: El faro de Cádiz, SL; El felino cuchillero, SL, y de ahí pasamos a El florón de Marchena, SL. No veo yo que exista El Fígaro. Ahora mismo lo comprobamos. Guía de teléfonos de Sevilla, pero de calles. Repasemos, 14, 16, 18. Aquí. Pues no, aquí está registrada Casa Pitón, artículos de broma para despedidas de soltero. No veo yo…

—Oiga comandante, ¿y si utiliza un ordenador o un iPad, o incluso un móvil para llamar a sus agentes de Sevilla y que lo comprueben in situ?, preguntó Rajoy, que poco a poco se iba poniendo hecho una furia con tanta guía de teléfonos.

—Ah, ya quisiera yo. Pero eso dígaselo a Montoro, que le tiene aquí al lado, que con lo de los recortes hemos tenido que vender en el Rastro todo el material electrónico para pagarnos los sueldos…

— ¡Eureka! Con mi microscopio portátil he descubierto que debajo de la etiqueta estaba grabado otro nombre en el duro metal. Han tratado de engañarnos. ¡Engañarnos a nosotros!, tradujo el intérprete de Grissom.

-—Shut Up!, dijo el propio, que le gustaba demostrar el carácter.

—Aquí pone… No se lee bien… Sí, parece que…, exacto, sí, estoy seguro… Compruébalo, Catherine, que no quisiera equivocarme… No, la niña no, que se esté quieta, que ya te dije que la dejaras con el capitán Brass. (Por cierto, le habló bajito a Catherine, ¿no huele un poco mal este traductor?)

Mañana, la continuación: Esperanza, Pons, Matas ¿Y Cascos?

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)