A Rajoy le ha costado trabajo llegar a esta conclusión. Desde que llegó a la Moncloa su única, Mariano Rajoy

A Rajoy le ha costado trabajo llegar a esta conclusión. Desde que llegó a la Moncloa su única prioridad ha sido la economía y cómo sacar a España del atolladero al que le llevó el Gobierno de Zapatero. Tan ensimismado estaba en sus reformas que no escuchaba a aquellos asesores que le repetían una y otra vez que el cambio en el ente público era vital para poder hacer llegar a los ciudadanos la acción del Gobierno.
Pero llegó un momento que el ruido interno era tan atronador, que Rajoy no ha tenido más remedio que tomar cartas en el asunto. Los ministros se quejaban en voz baja del trato que recibían, de las "risitas" con el que los periodistas que participan en las tertulias de los medios públicos comentaban sus reformas, cuando les había costado tanto "sufrimiento" aprobarlas. El lamento también salía del partido, sobre todo después del resultado de las elecciones andaluzas.
Desde el Gobierno y desde el PP comenzó a crearse un caldo de cultivo para dejar caer que era el PSOE y Rubalcaba el que se oponía a pactar un nombre de consenso, porque la situación le beneficiaba. Así se lo reprochó Rajoy en la última sesión de control al Gobierno al acusarle de bloquear el diálogo para la renovación de los organismos institucionales. Fiel a su estilo, el presidente le lanzó el primer dardo, diciendo, pero sin decir. "Le está advirtiendo, me comentaba un miembro del Gobierno ese mismo día en el Congreso, que la paciencia se le ha acabado y que ya ha tomado una decisión sobre RTVE. Será pronto". Era verdad.
Días después, el vicesecretario de Organización, Carlos Floriano, comentó en ABC Punto Radio, la posibilidad de que el Gobierno aprobara un decreto-ley para poner fin a esta situación y cambiar la Ley. Esta vez, sí apuntaba en la dirección correcta.
El Gobierno ha mantenido el secreto hasta el Consejo de Ministros del viernes y ha logrado que no hubiera ni una sola filtración sobre sus intenciones. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha tejido con esmero jurídico el contenido de este decreto-ley y ha asestado el hachazo definitivo. El presidente de RTVE se elegirá por mayoría del Congreso, por lo que no está obligado a contar con el PSOE pra su aprobación, reduce el número de consejeros de 12 a 9, que ya no cobrarán el sueldo de oro que les puso Zapatero (más de 110.000 euros al año), solo dietas por asistencia a las reuniones, y deja fuera a UGT y CC. OO., que no entiendo que pintaban dentro de este organismo.
Señores, parece haber dicho Rajoy, la fiesta se ha acabado.