Bieito Rubido. en Sin categoría 2 octubre, 2017 192 Palabras.
PARAR EL GOLPE.
Los únicos culpables del dislate vivido en Cataluña son sus promotores. Ese es el primer y más contundente corolario de todo lo que ayer aconteció. No nos fustiguemos ni equivoquemos buscando enemigos donde no los hay. Es fundamental que los demócratas dominemos el relato verdadero y que este no se pervierta en los meandros de la equidistancia o del buenismo irresponsable. Los sediciosos catalanes han perpetrado un golpe de Estado disfrazado de participación democrática. El primer acto tuvo lugar el pasado 6 de septiembre, cuando dieron carta de naturaleza a una legalidad inventada al margen de la Constitución española. El segundo fue ayer. Queda un tercero, y está muy próximo: la declaración de independencia. Por tanto, es obligatorio que ganemos quienes creemos en la democracia y no en la ruptura. Si vence el Estado, ellos podrán vivir con nosotros; si ganan los sediciosos, nosotros no podremos vivir con ellos. Por eso urge pedir que la fuerza de la legalidad democrática nos defienda ya con la detención de todos aquellos que quieren violentar nuestra convivencia. La culpa de todo esto es suya.
PARAR EL GOLPE.
Los únicos culpables del dislate vivido en Cataluña son sus promotores. Ese es el primer y más contundente corolario de todo lo que ayer aconteció. No nos fustiguemos ni equivoquemos buscando enemigos donde no los hay. Es fundamental que los demócratas dominemos el relato verdadero y que este no se pervierta en los meandros de la equidistancia o del buenismo irresponsable. Los sediciosos catalanes han perpetrado un golpe de Estado disfrazado de participación democrática. El primer acto tuvo lugar el pasado 6 de septiembre, cuando dieron carta de naturaleza a una legalidad inventada al margen de la Constitución española. El segundo fue ayer. Queda un tercero, y está muy próximo: la declaración de independencia. Por tanto, es obligatorio que ganemos quienes creemos en la democracia y no en la ruptura. Si vence el Estado, ellos podrán vivir con nosotros; si ganan los sediciosos, nosotros no podremos vivir con ellos. Por eso urge pedir que la fuerza de la legalidad democrática nos defienda ya con la detención de todos aquellos que quieren violentar nuestra convivencia. La culpa de todo esto es suya.