CARLOS HERRERA.
Operación salida.
La nueva república nace muy empobrecida. ¿Creían los muy imbéciles que esta ronda salía gratis?
Actualizado: 07/10/2017 04:43h.
Está ocurriendo lo previsto, sólo que más rápidamente. Los hechos se van desencadenando como en cualquier revolución, con la diferencia de que esta está siendo alumbrada en tiempo de tecnología punta y la velocidad es de fibra óptica. Una vez identificado el enemigo, haber dado con la retórica adecuada, practicado la violencia intimidatoria con resultados excelentes e instalado ese desorden tan propio de las revueltas, y, por fin, haber convencido a medio mundo de que los catalanes son un pueblo cautivo, las autoridades regionales desencadenaron el esprint final: referéndum (o así), manifestaciones y, finalmente, huelga general. Tras ello sólo quedan los trámites de postureo y, al cabo, proclamación de la República. Mira tú que sencillo.
Algunos sospechaban que iba a mediar más tiempo entre el penúltimo y último paso, y, en ese tiempo, tal vez semanas o meses, asistir a unas elecciones autonómicas y a las tensiones propias del toma y daca. Pero no, entre el plato y las tajadas apenas pasaron unas horas y la cascada de hechos que suele producirse se ha abalanzado sobre los mortales con un ritmo vertiginoso que no permite la acomodación. El Gobierno de España calienta la banda de la aplicación estricta de las leyes, sí, pero la realidad ha decidido adelantarse a los escenarios improbables, y digo improbables porque la independencia de Cataluña no es siquiera contemplable por muchas masas revolucionarias que incendien las calles o por mucho desbarajuste mental que muestren los actores políticos y sociales de este disparate en varios actos.
Ahí tienen ustedes al dinero, tan refractario a las montañas rusas, tan poco dado a las revueltas, tan amigo de las mesas camilla de invierno. Han sido dos días de revueltas callejeras y de anuncio del advenimiento inmediato de la Gran Proclamación y los inversores han empezado a tomar el dinero y a correr: la Bolsa española ha bajado del listón de los diez mil puntos y entidades bancarias ejemplares y altamente solventes como Caixabank y Sabadell han visto disolverse algunos miles de millones en cotización bursátil. Ambas entidades tienen mucho más volumen de negocio fuera de Cataluña que dentro, pero cualquier inestabilidad en la sede societaria se paga con evaporaciones, y no digamos si además cualquiera de las dos toma postura ante la gravedad del momento. Hasta ahora han esquivado con solidez y prudencia la amenaza de retirada de depósitos que exigieron los levantiscos hace dos años cuando las entidades anunciaron su marcha de una Cataluña independiente, pero en este momento la plancha ya está caliente y hasta que no han anunciado el traslado de sus sedes a Palma de Mallorca y Madrid no han dejado de perder valor sus acciones. Ahora se enfrentan a otro problema delicado: la salida de depósitos. Por una parte están los iracundos catalanes enfurecidos por el anuncio de salida, los cuales han pedido no dejar un solo euro en las arcas de Sabadell y Caixabank, y por otra los temerosos catalanes que prefieren alejar su dinero del epicentro del terremoto y suplican a las entidades que les abran una cuenta en Zaragoza o Madrid. O que directamente se llevan sus ahorros al Santander, por ejemplo. A ello han de hacer frente ambos equipos profesionales -muy solventes, dígase-, no perder los nervios y saber reaccionar a tiempo. Asegura Sostres de forma muy aguda que muchos de los que se manifiestan contra policías y guardias civiles o que hacen la ola a los incendiarios callejeros son los mismos que ayer por la mañana pedían consejo acerca de dónde llevar su dinerito. Qué cosas.
Estas dos entidades, no obstante, no son las únicas que toman las de Villadiego. No pocas pequeñas y medianas empresas están haciendo cola para encontrar un buen asiento en la Operación Salida. La nueva república nace muy empobrecida. ¿Creían los muy imbéciles que esta ronda salía gratis?
Operación salida.
La nueva república nace muy empobrecida. ¿Creían los muy imbéciles que esta ronda salía gratis?
Actualizado: 07/10/2017 04:43h.
Está ocurriendo lo previsto, sólo que más rápidamente. Los hechos se van desencadenando como en cualquier revolución, con la diferencia de que esta está siendo alumbrada en tiempo de tecnología punta y la velocidad es de fibra óptica. Una vez identificado el enemigo, haber dado con la retórica adecuada, practicado la violencia intimidatoria con resultados excelentes e instalado ese desorden tan propio de las revueltas, y, por fin, haber convencido a medio mundo de que los catalanes son un pueblo cautivo, las autoridades regionales desencadenaron el esprint final: referéndum (o así), manifestaciones y, finalmente, huelga general. Tras ello sólo quedan los trámites de postureo y, al cabo, proclamación de la República. Mira tú que sencillo.
Algunos sospechaban que iba a mediar más tiempo entre el penúltimo y último paso, y, en ese tiempo, tal vez semanas o meses, asistir a unas elecciones autonómicas y a las tensiones propias del toma y daca. Pero no, entre el plato y las tajadas apenas pasaron unas horas y la cascada de hechos que suele producirse se ha abalanzado sobre los mortales con un ritmo vertiginoso que no permite la acomodación. El Gobierno de España calienta la banda de la aplicación estricta de las leyes, sí, pero la realidad ha decidido adelantarse a los escenarios improbables, y digo improbables porque la independencia de Cataluña no es siquiera contemplable por muchas masas revolucionarias que incendien las calles o por mucho desbarajuste mental que muestren los actores políticos y sociales de este disparate en varios actos.
Ahí tienen ustedes al dinero, tan refractario a las montañas rusas, tan poco dado a las revueltas, tan amigo de las mesas camilla de invierno. Han sido dos días de revueltas callejeras y de anuncio del advenimiento inmediato de la Gran Proclamación y los inversores han empezado a tomar el dinero y a correr: la Bolsa española ha bajado del listón de los diez mil puntos y entidades bancarias ejemplares y altamente solventes como Caixabank y Sabadell han visto disolverse algunos miles de millones en cotización bursátil. Ambas entidades tienen mucho más volumen de negocio fuera de Cataluña que dentro, pero cualquier inestabilidad en la sede societaria se paga con evaporaciones, y no digamos si además cualquiera de las dos toma postura ante la gravedad del momento. Hasta ahora han esquivado con solidez y prudencia la amenaza de retirada de depósitos que exigieron los levantiscos hace dos años cuando las entidades anunciaron su marcha de una Cataluña independiente, pero en este momento la plancha ya está caliente y hasta que no han anunciado el traslado de sus sedes a Palma de Mallorca y Madrid no han dejado de perder valor sus acciones. Ahora se enfrentan a otro problema delicado: la salida de depósitos. Por una parte están los iracundos catalanes enfurecidos por el anuncio de salida, los cuales han pedido no dejar un solo euro en las arcas de Sabadell y Caixabank, y por otra los temerosos catalanes que prefieren alejar su dinero del epicentro del terremoto y suplican a las entidades que les abran una cuenta en Zaragoza o Madrid. O que directamente se llevan sus ahorros al Santander, por ejemplo. A ello han de hacer frente ambos equipos profesionales -muy solventes, dígase-, no perder los nervios y saber reaccionar a tiempo. Asegura Sostres de forma muy aguda que muchos de los que se manifiestan contra policías y guardias civiles o que hacen la ola a los incendiarios callejeros son los mismos que ayer por la mañana pedían consejo acerca de dónde llevar su dinerito. Qué cosas.
Estas dos entidades, no obstante, no son las únicas que toman las de Villadiego. No pocas pequeñas y medianas empresas están haciendo cola para encontrar un buen asiento en la Operación Salida. La nueva república nace muy empobrecida. ¿Creían los muy imbéciles que esta ronda salía gratis?