El flamante secretario general de Podemos se sometió al tercer grado de la periodista Ana Pastor y lo confesó todo. En caso de llegar a la Moncloa confesó que no sabe de dónde va a salir el dinero para financiar todo lo que promete, que no va a implantar una renta universal, que no va a hacer una "auditoría ciudadana de la deuda", que no va expropiar las viviendas a los bancos y que no va a hacer un referéndum sobre monarquía o república, que son las cosas que venía afirmando con total tranquilidad hasta que la Pastor lo cogió anoche por banda y le dijo, "ven pacá y siéntate, que vas a ver lo que le hago yo a los de la casta como tú, chaval".
La entrevista de Ana Pastor le ha quitado a Podemos más votos que si hubieran pillado a Monedero y Errejón en un banco de Suiza en compañía de cualquiera de los Pujol. Y no porque la presentadora de La Sexta tenga una especial animadversión hacia el partido de Iglesias y lo que representa -más bien todo lo contrario-, sino sencillamente porque se atrevió a hacerle las preguntas que nadie le ha hecho hasta ahora y a enfrentarlo con las cosas que decía cuando aún no iba a ser presidente de este "país de países", que es como Iglesias se refiere a España.
Anoche Iglesias se nos hizo mayor y empezó a comprender que lo de ir por los platós de televisión acusando a la castuza de robar a las ancianas desvalidas como argumento electoral sólo funciona por un tiempo limitado. Tarde o temprano llega el momento de explicar qué es lo que se quiere hacer para que "el país de países" recupere la dignidad y se corre el riesgo de quedar como un indocumentado, que es justamente lo que le ocurrió anoche al ayatolá de Podemos.
Valga como ejemplo el asunto de la "auditoría ciudadana de la deuda", un mantra repetido hasta el aburrimiento por los pablemos, según el cual era fundamental dar a los ciudadanos la posibilidad de decidir qué parte de la deuda pública hay que pagar y qué parte no. Pues bien, ahora resulta que la "auditoría ciudadana", bálsamo que acabaría con casi todos nuestros problemas, va a ser una auditoría de las de toda la vida, a la que los ciudadanos podrán tener acceso a través de internet si es que quieren leer el resultado una vez esté acabada. O sea, que la gente aquí no va a auditar nada, sino los técnicos nombrados por Iglesias, que son los que saben de estas cosas y los demás a callar.
La larga entrevista tuvo momentos gloriosos en los que Ana Pastor le atizó a Iglesias varias raciones de hemeroteca. Hasta ahora nadie le había puesto los vídeos en los que se deshace en elogios a Hugo Chávez, propone a Venezuela como modelo a seguir, pide sacar a los etarras a la calle o afirma que la mera existencia de medios de comunicación privados es un ataque a la democracia. Iglesias no pudo ofrecer ninguna explicación inteligible para justificar esas ideas en un país europeo en pleno siglo XXI, así que quedó como lo que realmente es, ni más ni menos, que es el mejor servicio que el periodismo puede hacer a la democracia.
A Iglesias anoche lo apabullaron en directo y sólo le faltó huir del plató en plena entrevista como otra Iglesias, Chabeli, aquella vez que la llevaron al programa Tómbola en Canal Nou. Con Jesús Cintora en las mañanas de Cuatro, esto nunca le habría pasado.
La entrevista de Ana Pastor le ha quitado a Podemos más votos que si hubieran pillado a Monedero y Errejón en un banco de Suiza en compañía de cualquiera de los Pujol. Y no porque la presentadora de La Sexta tenga una especial animadversión hacia el partido de Iglesias y lo que representa -más bien todo lo contrario-, sino sencillamente porque se atrevió a hacerle las preguntas que nadie le ha hecho hasta ahora y a enfrentarlo con las cosas que decía cuando aún no iba a ser presidente de este "país de países", que es como Iglesias se refiere a España.
Anoche Iglesias se nos hizo mayor y empezó a comprender que lo de ir por los platós de televisión acusando a la castuza de robar a las ancianas desvalidas como argumento electoral sólo funciona por un tiempo limitado. Tarde o temprano llega el momento de explicar qué es lo que se quiere hacer para que "el país de países" recupere la dignidad y se corre el riesgo de quedar como un indocumentado, que es justamente lo que le ocurrió anoche al ayatolá de Podemos.
Valga como ejemplo el asunto de la "auditoría ciudadana de la deuda", un mantra repetido hasta el aburrimiento por los pablemos, según el cual era fundamental dar a los ciudadanos la posibilidad de decidir qué parte de la deuda pública hay que pagar y qué parte no. Pues bien, ahora resulta que la "auditoría ciudadana", bálsamo que acabaría con casi todos nuestros problemas, va a ser una auditoría de las de toda la vida, a la que los ciudadanos podrán tener acceso a través de internet si es que quieren leer el resultado una vez esté acabada. O sea, que la gente aquí no va a auditar nada, sino los técnicos nombrados por Iglesias, que son los que saben de estas cosas y los demás a callar.
La larga entrevista tuvo momentos gloriosos en los que Ana Pastor le atizó a Iglesias varias raciones de hemeroteca. Hasta ahora nadie le había puesto los vídeos en los que se deshace en elogios a Hugo Chávez, propone a Venezuela como modelo a seguir, pide sacar a los etarras a la calle o afirma que la mera existencia de medios de comunicación privados es un ataque a la democracia. Iglesias no pudo ofrecer ninguna explicación inteligible para justificar esas ideas en un país europeo en pleno siglo XXI, así que quedó como lo que realmente es, ni más ni menos, que es el mejor servicio que el periodismo puede hacer a la democracia.
A Iglesias anoche lo apabullaron en directo y sólo le faltó huir del plató en plena entrevista como otra Iglesias, Chabeli, aquella vez que la llevaron al programa Tómbola en Canal Nou. Con Jesús Cintora en las mañanas de Cuatro, esto nunca le habría pasado.