Sánchez no puede aceptar votos manchados de sangre.
OKDIARIO 18/07/2019.06:50.
Bien mirado, la estrategia de Sánchez para ser investido presidente no tiene especial mérito. Como navega a favor de la corriente del voto, sabe que haga lo que haga más pronto o más tarde se mantendrá en el Palacio de la Moncloa. Y así le hemos visto en las últimas semanas; girando sobre sí mismo, encantado de la vida, hablando con todo el mundo en 360 grados a su redonda. A Ciudadanos y Partido Popular les pide la abstención, a Podemos su apoyo sin nada a cambio y a los independentistas les promete el oro y el moro, y luego ya se verá. Si sus interlocutores ceden, bien; y si no; bien también. Durante este diálogo ha reforzado su perfil institucional y todas las encuestas internas de La Moncloa en el caso de repetir elecciones coinciden en que el PSOE lograría en torno a 150 diputados.
Pero hay ciertas líneas rojas que ni con el diseño de la mejor estrategia política conviene cruzar. Pactar con golpistas y con amigos de asesinos es una de ellas. Al PSOE posterior a la Transición siempre le ha caracterizado su sentido institucional, su responsabilidad de Estado. Y este es un capital simbólico y político que siempre le ha acompañado y que, por ejemplo, ha hecho que ni en sus peores momentos electorales haya sido sobrepasado por Podemos, que es justo lo contrario, es decir, un partido antisistema y desestabilizador, por mucho que ahora Iglesias y Monedero hablen con voz meliflua, siguiendo instrucciones de Pablo Gentili, su nuevo asesor estrella.
Ahora Sánchez navega un momento dulce, pero la política es un juego a tiro largo. Tarde o temprano las cañas se tornarán lanzas, y cuando ello suceda, si el PSOE ha pactado con golpistas y filoterroristas, los socialistas han de tener por seguro que no les saldrá gratis.
OKDIARIO 18/07/2019.06:50.
Bien mirado, la estrategia de Sánchez para ser investido presidente no tiene especial mérito. Como navega a favor de la corriente del voto, sabe que haga lo que haga más pronto o más tarde se mantendrá en el Palacio de la Moncloa. Y así le hemos visto en las últimas semanas; girando sobre sí mismo, encantado de la vida, hablando con todo el mundo en 360 grados a su redonda. A Ciudadanos y Partido Popular les pide la abstención, a Podemos su apoyo sin nada a cambio y a los independentistas les promete el oro y el moro, y luego ya se verá. Si sus interlocutores ceden, bien; y si no; bien también. Durante este diálogo ha reforzado su perfil institucional y todas las encuestas internas de La Moncloa en el caso de repetir elecciones coinciden en que el PSOE lograría en torno a 150 diputados.
Pero hay ciertas líneas rojas que ni con el diseño de la mejor estrategia política conviene cruzar. Pactar con golpistas y con amigos de asesinos es una de ellas. Al PSOE posterior a la Transición siempre le ha caracterizado su sentido institucional, su responsabilidad de Estado. Y este es un capital simbólico y político que siempre le ha acompañado y que, por ejemplo, ha hecho que ni en sus peores momentos electorales haya sido sobrepasado por Podemos, que es justo lo contrario, es decir, un partido antisistema y desestabilizador, por mucho que ahora Iglesias y Monedero hablen con voz meliflua, siguiendo instrucciones de Pablo Gentili, su nuevo asesor estrella.
Ahora Sánchez navega un momento dulce, pero la política es un juego a tiro largo. Tarde o temprano las cañas se tornarán lanzas, y cuando ello suceda, si el PSOE ha pactado con golpistas y filoterroristas, los socialistas han de tener por seguro que no les saldrá gratis.