13.- La décimo tercera tensión es la mediática. En la mayoría de los medios hay diariamente un ataque feroz y despiadado contra Pedro Sánchez y el Gobierno socialista y en las redes, un verdadero linchamiento. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que -visto lo visto en el resto del mundo- muy pocos gobernantes y dirigentes lo están haciendo mejor y, desde luego, esos que mejor funcionan no serían los homólogos de quienes actualmente ocupan la oposición en España. El bombardeo mediático al que se ve sometido a diario el presidente, obligado a estar al tanto de las corrientes de opinión con un “gurú” -ese dj del que hablan los medios- como el que tiene de mano derecha, es para volverse loco. Si muchos españoles estamos racionando ya al mínimo las noticias sobre el coronavirus por una mera cuestión de higiene mental, hay que imaginar el calvario de Pedro Sánchez bajo ese bombardeo no solo de malas noticias, sino también de ataques, críticas e insultos.
14.- La décimo cuarta tensión, tal vez la peor, es la originada por los avatares diarios, sanitarios, sociales y económicos, de la epidemia en nuestro país, el aumento del número de contagiados y de muertos, las bajas -algunas mortales- entre el personal sanitario y las Fuerzas de Seguridad y de Defensa, una tensión que genera un grado de preocupación, de horas de trabajo y de entrega que humaniza al presidente y a nuestros ministros a los ojos de la sociedad. Ellos también son seres humanos que están soportando sobre sus espaldas la mayor responsabilidad y el peor momento que cabe imaginar en un gobernante, con una gran parte de la sociedad achacándoles la responsabilidad total y absoluta del coronavirus y de sus efectos en España. A esa tensión hay que sumar el peso físico y psicológico de, como poco, las otras trece tensiones mencionadas. No tiene nada de extraño que Pedro Sánchez y demás ministros presenten esas caras de preocupación y ansiedad que muestran en sus comparecencias.
14.- La décimo cuarta tensión, tal vez la peor, es la originada por los avatares diarios, sanitarios, sociales y económicos, de la epidemia en nuestro país, el aumento del número de contagiados y de muertos, las bajas -algunas mortales- entre el personal sanitario y las Fuerzas de Seguridad y de Defensa, una tensión que genera un grado de preocupación, de horas de trabajo y de entrega que humaniza al presidente y a nuestros ministros a los ojos de la sociedad. Ellos también son seres humanos que están soportando sobre sus espaldas la mayor responsabilidad y el peor momento que cabe imaginar en un gobernante, con una gran parte de la sociedad achacándoles la responsabilidad total y absoluta del coronavirus y de sus efectos en España. A esa tensión hay que sumar el peso físico y psicológico de, como poco, las otras trece tensiones mencionadas. No tiene nada de extraño que Pedro Sánchez y demás ministros presenten esas caras de preocupación y ansiedad que muestran en sus comparecencias.