Sánchez solo favorece a Cataluña.

Sí, Sánchez quiere el poder

MARGARITA SÁENZ-DÍEZ
Domingo, 4 julio 2021, 10:02
Pedro Sánchez lo que quiere es mantenerse en el poder». Sí. Seguro que sí ¿Y qué? ¿No es la voluntad que anima a todos los gobernantes? Y conquistarlo, ¿no es la obsesión de quienes lo pretenden? El repiqueteo de estas frases vestidas de insulto riguroso suena sin parar en el hemiciclo del Congreso. Como si el presidente del Gobierno fuera un político gravemente afectado por una de aquellas enfermedades que antes se llamaban vergonzantes. En el concurso de insultos dedicado al presidente, se proclama campeón el joven líder popular, Pablo Casado. Inquieto porque otros y otras pudieran hacerle descarrilar, no se cansa de repetir que el único horizonte de Pedro Sánchez es mantenerse en el poder, y que supedita todo a ese objetivo. Como si gobernar no supusiera, con aciertos y errores, una noble tarea para mejorar la vida de los ciudadanos. Si algún día, el dedo acusador de un Casado victorioso se volviera contra él mismo, le autonegaría cualquier buena intención.

A raíz de los indultos a los políticos del 'procés', Casado subió el tono de sus argumentos, sin advertir la que le viene encima. Con los presupuestos atados, la inminente llegada de las ayudas europeas y una mejora de la economía que ya asoma por la ventana, Sánchez podrá dedicarse a otros asuntos con más tranquilidad, lo que debe desesperar a la oposición. Y, ¿qué presidente no ha luchado por mantenerse al frente de su país? En España, el único caso de dimisión conocido de la historia reciente fue el de Adolfo Suárez que, al comprobar que sus pies comenzaban a andar sobre arenas movedizas, le pasó los trastos a Leopoldo Calvo Sotelo. Fue en aquella sesión parlamentaria que interrumpió el golpe de Estado del 23 F. En su discurso de despedida Suárez tampoco dio cuenta de los apoyos que había ido perdiendo. Solo dijo: «No me voy por temor ni por cansancio».

Sus sucesores han dejado el cargo cuando las urnas lo decidieron. Felipe, después de aguantar la cantinela de José María Aznar, «váyase señor González». Una cantinela muy lograda que habría que anotar en el haber de Aznar, mientras le costaron muy caras sus mentiras para justificar la inclusión de España en la guerra de Irak o los inventos acerca de la autoría de los atentados del 11M. Pero, fueron los votos los que lo defenestraron. Rajoy tampoco dejó el puesto por propia voluntad sino por una inesperada moción de censura, motivada por la corrupción de su partido, registrada en sentencia judicial, y que ahora trepa como la hiedra por la fachada de su sede central, en la madrileña calle Génova.

Porque los presidentes de cualquier Gobierno se esfuman por la fuerza de los votos. Aunque muchos intenten evitarlo, eso sí, pero sin el alucinante ahínco que aplicó Donald Trump para evitar el abandono de la Casa Blanca. Dicen los psicólogos que el poder actúa en el cerebro como una droga y deriva en una terrible adicción. En el caso que nos ocupa, la obsesión va por otro lado: todo vale contra Pedro Sánchez.

Sánchez solo favorece a Cataluña.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Las vacunas, los ertes los pagamos de las cuentas comunes