El Sr. Rato es un ejemplo claro de los economistas que han llevado al mundo a esta debacle; se fue del Banco Mundial antes que lo echaran porque lo dejó echo una birria, esperemos ver como deja la Caja Madrid!
El señor Rato es un ejemplo de como cuando fue ministro de economía redujo el paro a la mitad, puso a España dentro de los criterios de convergencia exigidos por Mastrich en un tiempo record, y nos llevó a una boyante situación económica (la cual ha dilapidado el actual gobierno).
Los negocios de la familia le persiguen. Apenas ha pasado página como ministro de Economía y después de que se haya levantado la inmunidad que pesaba sobre él. A raíz de su dimisión como director gerente del FMI, Rodrigo Rato se ve salpicadote nuevo por las actividades que acompañan a las empresas del grupo Rato.
Esta vez los escándalos familiares vienen acompañados con acusaciones de favores políticos a cambio de favores económicos. La trama, el presunto pago sobrevalorado por parte de Banesto, filial del Santander, de una empresa vinculada a la familia Rato, Aguas de Fuensanta, en "quiebra técnica por la que la entidad pagó unos mil millones de pesetas (6 millones de euros), el doble de su precio real, según la acusación. La historia, cuenta con un reparto de primera línea. Junto a sus protagonistas, Rodriga Rato y el presidente del Santander, Emilio Botín, salen a la luz otros nombres de las altas esferas de la economía y la política. En el guión de la historia tampoco faltan actores secundarios como Teresa Fernández de la Vega, por entonces, secretaria de Estado de Justicia y actual vicepresidenta del gobierno.
La transacción tenía el objetivo de "ganarse el favor político de Rodriga Rato", según sostienen la querella criminal, para que paralizara el caso de las cesiones de crédito en el que se investigaba al Santander. Botín estaba imputado y sobre él pesaba la sospecha de haber defraudado a Hacienda por medio de una refinada ingeniería financiera. El precio que pagó Banesto, actual filial del Santander, unos 1.000 millones de pesetas (6 millones de euros), en 1999 es "desorbitado, para una sociedad en quiebra técnica", recoge el informe presentado por la acusación.
En la venta de Aguas de Fuensanta están imputados también los máximos responsables del Santander y del Banesto en el momento de la operación, por los delitos de apropiación indebida, administración desleal, falsedad en documento mercantil y cohecho en el caso de la compra-venta de su empresa familiar. " ¿Cuál fue el verdadero motivo de tan alto peaje?", es la pregunta que se hacen los abogados que han presentado la querella, el abogado Francisco Franco Otegui, en 2004, y Antonio Panea, en 2004 y 2005 respectivamente. La respuesta, responden, está en los supuestos favores que había recibido Botín en "el caso de las cesiones de crédito", con la "especial benevolencia" mostrada tanto por el ministerio público como por el abogado del Estado.
El ex ministro y su hermano, Ramón Rato, han reconocido en su declaración ante el Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid, que investiga la operación, que su familia atravesaba por dificultades económicas a finales de la década de 1990, lo que les impedía pagar unos créditos contraídos con Banesto, entidad con quien había operado durante casi medio siglo. Ante la imposibilidad de que la familia hiciera frente a sus obligaciones, Banesto, aceptó hacerse con el 35% de Aguas de Fuensanta puesto como garantía del pago del préstamo y el 0% restante en manos de otra sociedad se vendió para evitar una ejecución de garantías que permitiera pagar los créditos y evitara la ejecución de garantías que hubiera podido dilatarse en el tiempo, perjudicando a ambas partes. De esta forma Banesto liquidaba una deuda incobrable en los tiempos de Mario Conde.
Rodriga Rato, que asegura que desconocía la venta del 45,3% de Aguas de Fuensanta a Banesto, ya que era su hermano quien gestionaba la venta, niega los tratos de favor a Emilio Botín. También que el grupo Santander hubiera hecho un favor económico" a su familia al comprar el 45,3% de Aguas de Fuensanta en 1999, ya que el precio pagado fue la mitad que el del mercado y la operación trató de evitar una ejecución judicial nociva para ambas partes. Rato poseía un tercio del capital del grupo.
Mal ejemplo no Joaquin
Esta vez los escándalos familiares vienen acompañados con acusaciones de favores políticos a cambio de favores económicos. La trama, el presunto pago sobrevalorado por parte de Banesto, filial del Santander, de una empresa vinculada a la familia Rato, Aguas de Fuensanta, en "quiebra técnica por la que la entidad pagó unos mil millones de pesetas (6 millones de euros), el doble de su precio real, según la acusación. La historia, cuenta con un reparto de primera línea. Junto a sus protagonistas, Rodriga Rato y el presidente del Santander, Emilio Botín, salen a la luz otros nombres de las altas esferas de la economía y la política. En el guión de la historia tampoco faltan actores secundarios como Teresa Fernández de la Vega, por entonces, secretaria de Estado de Justicia y actual vicepresidenta del gobierno.
La transacción tenía el objetivo de "ganarse el favor político de Rodriga Rato", según sostienen la querella criminal, para que paralizara el caso de las cesiones de crédito en el que se investigaba al Santander. Botín estaba imputado y sobre él pesaba la sospecha de haber defraudado a Hacienda por medio de una refinada ingeniería financiera. El precio que pagó Banesto, actual filial del Santander, unos 1.000 millones de pesetas (6 millones de euros), en 1999 es "desorbitado, para una sociedad en quiebra técnica", recoge el informe presentado por la acusación.
En la venta de Aguas de Fuensanta están imputados también los máximos responsables del Santander y del Banesto en el momento de la operación, por los delitos de apropiación indebida, administración desleal, falsedad en documento mercantil y cohecho en el caso de la compra-venta de su empresa familiar. " ¿Cuál fue el verdadero motivo de tan alto peaje?", es la pregunta que se hacen los abogados que han presentado la querella, el abogado Francisco Franco Otegui, en 2004, y Antonio Panea, en 2004 y 2005 respectivamente. La respuesta, responden, está en los supuestos favores que había recibido Botín en "el caso de las cesiones de crédito", con la "especial benevolencia" mostrada tanto por el ministerio público como por el abogado del Estado.
El ex ministro y su hermano, Ramón Rato, han reconocido en su declaración ante el Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid, que investiga la operación, que su familia atravesaba por dificultades económicas a finales de la década de 1990, lo que les impedía pagar unos créditos contraídos con Banesto, entidad con quien había operado durante casi medio siglo. Ante la imposibilidad de que la familia hiciera frente a sus obligaciones, Banesto, aceptó hacerse con el 35% de Aguas de Fuensanta puesto como garantía del pago del préstamo y el 0% restante en manos de otra sociedad se vendió para evitar una ejecución de garantías que permitiera pagar los créditos y evitara la ejecución de garantías que hubiera podido dilatarse en el tiempo, perjudicando a ambas partes. De esta forma Banesto liquidaba una deuda incobrable en los tiempos de Mario Conde.
Rodriga Rato, que asegura que desconocía la venta del 45,3% de Aguas de Fuensanta a Banesto, ya que era su hermano quien gestionaba la venta, niega los tratos de favor a Emilio Botín. También que el grupo Santander hubiera hecho un favor económico" a su familia al comprar el 45,3% de Aguas de Fuensanta en 1999, ya que el precio pagado fue la mitad que el del mercado y la operación trató de evitar una ejecución judicial nociva para ambas partes. Rato poseía un tercio del capital del grupo.
Mal ejemplo no Joaquin