El hermano médico del ex presidente Suárez nos dijo ayer que “el estado mental y fisico de Adolfo se deteriora lentamente pero sin pausa”. No reconoce a nadie y no pudo saber nada de los elogios recibidos ayer en el homenaje que le brindó la Universidad Europea de Madrid.
Hipólito Suárez y Alfonso Guerra en el homenaje al ex presidente Suárez de la Universidad Europea de Madrid
Lástima. Le llegan demasiado tarde “en el país donde -como dijo nuestro colega Manuel Campo Vidal- “la ingratitud es la norma”.
“Impactado y emocionado”, el doctor Suárez nos regaló algunas anécdotas de la vida que compartió con su hermano en una pensión de estudiantes de la madrileña Calle Almirante en los años 50. “Adolfo ha tenido una vida dura, muy dura, pero en aquellos años yo creo que fue feliz”, recuerda Hipólito.
“Siempre fue tolerante, generoso y muy activo y tenía muy claro, al terminar su carrera de abogado, que él sería presidente porque me lo dijo varias veces”.
El ex videpresidente Alfonso Guerra también sumó recuerdos emocionados del ex presidente Suárez y negó todas las historias publicadas sobre la animadversión entre ellos.
-”Son falsas”, dijo, “le he visto con frecuencia antes de su enfermendad y lamento mucho no haberle creído cuando le pregunté si iba a publicar sus memorias. Me respondió”:
-”No las publicaré porque estoy perdiendo la memoria. De verdad, Alfonso, estoy perdiendo la memoria”.
No le creí y fue la última conversación que mantuvimos (el 10 de abril de 2002) antes de que se detectara su enfermedad.
Guerra tuvo palabras de elogio para la vida y la obra de Suárez, su adversario político, como “paradigma de la autoredención; un gran político que combinaba la reflexión con la decisión”. Resumió su obra: como numerario de un régimen oprobioso, fue ascendiendo en el edificio que quería derribar, era un desclasado y nadie le comprendió cuando hizo el desmontaje de la vieja estructura del franquismo. Fue valeroso y generoso y no guardaba ningún rencor.
A continuación, Alfonso Guerra hizo una excelente reivindicación de la transición de la Dictadura a la Democracia como fruto de la presión desde abajo y de la liberación desde arriba. Y destacó el papel relevante de estos personajes clave: Adolfo Suárez, Felipe González, Fernando Abril Martorell, Santiago Carrillo, el cardenal Tarancón y, especialmente, el Rey.
Hubo un espiritu de acuerdo hasta la Constitución, en un tiempo marcado por la incertidumbre, la crisis, la violencia, la libertad y el consenso. La clave, a su juicio, fue que “nadie quedó totalmente satisfecho pero nadie quedó fuera del juego democrático. Se hizo lo que convenía a los españoles (para que los nietos no sufran nunca más una guerra civil ni una dictadura) y se consiguió el punto medio: una transición ni muy rápida ni muy lenta. Y el fruto ha sido un periodo de paz desconocido en la historia de España”.
Hipólito Suárez y Alfonso Guerra en el homenaje al ex presidente Suárez de la Universidad Europea de Madrid
Lástima. Le llegan demasiado tarde “en el país donde -como dijo nuestro colega Manuel Campo Vidal- “la ingratitud es la norma”.
“Impactado y emocionado”, el doctor Suárez nos regaló algunas anécdotas de la vida que compartió con su hermano en una pensión de estudiantes de la madrileña Calle Almirante en los años 50. “Adolfo ha tenido una vida dura, muy dura, pero en aquellos años yo creo que fue feliz”, recuerda Hipólito.
“Siempre fue tolerante, generoso y muy activo y tenía muy claro, al terminar su carrera de abogado, que él sería presidente porque me lo dijo varias veces”.
El ex videpresidente Alfonso Guerra también sumó recuerdos emocionados del ex presidente Suárez y negó todas las historias publicadas sobre la animadversión entre ellos.
-”Son falsas”, dijo, “le he visto con frecuencia antes de su enfermendad y lamento mucho no haberle creído cuando le pregunté si iba a publicar sus memorias. Me respondió”:
-”No las publicaré porque estoy perdiendo la memoria. De verdad, Alfonso, estoy perdiendo la memoria”.
No le creí y fue la última conversación que mantuvimos (el 10 de abril de 2002) antes de que se detectara su enfermedad.
Guerra tuvo palabras de elogio para la vida y la obra de Suárez, su adversario político, como “paradigma de la autoredención; un gran político que combinaba la reflexión con la decisión”. Resumió su obra: como numerario de un régimen oprobioso, fue ascendiendo en el edificio que quería derribar, era un desclasado y nadie le comprendió cuando hizo el desmontaje de la vieja estructura del franquismo. Fue valeroso y generoso y no guardaba ningún rencor.
A continuación, Alfonso Guerra hizo una excelente reivindicación de la transición de la Dictadura a la Democracia como fruto de la presión desde abajo y de la liberación desde arriba. Y destacó el papel relevante de estos personajes clave: Adolfo Suárez, Felipe González, Fernando Abril Martorell, Santiago Carrillo, el cardenal Tarancón y, especialmente, el Rey.
Hubo un espiritu de acuerdo hasta la Constitución, en un tiempo marcado por la incertidumbre, la crisis, la violencia, la libertad y el consenso. La clave, a su juicio, fue que “nadie quedó totalmente satisfecho pero nadie quedó fuera del juego democrático. Se hizo lo que convenía a los españoles (para que los nietos no sufran nunca más una guerra civil ni una dictadura) y se consiguió el punto medio: una transición ni muy rápida ni muy lenta. Y el fruto ha sido un periodo de paz desconocido en la historia de España”.