Pedro Sánchez no termina de fiarse de sus nuevos socios de Gobierno y por eso ha montado un férreo protocolo de comunicación y relaciones. La orden es clara: es un Ejecutivo de coalición, el primero de la democracia, pero hablará a través de una única voz. El presidente pone, de esta forma, las reglas del juego meridianamente claras a Pablo Iglesias y sus cuatro ministros, que no podrán actuar por libre. Con esta decisión el PSOE se garantiza también uno de sus mayores temores, que Unidas Podemos no monte un consejo de ministros paralelo.
Sánchez controlará la política económica, el diálogo con Cataluña y la comunicación de este Gobierno de coalición que este lunes a las 10 de la mañana tomará posesión en Zarzuela. Son Sánchez y 22 ministros que han recibido la instrucción de no tener disfunciones en el día a día. Aunque sean de partidos diferentes. "Hablará con varias voces, pero siempre con una misma palabra", ha explicado el presidente en una comparecencia sin preguntas en Moncloa tras trasladar al rey los nombres de los elegidos para formar parte del consejo de ministros.
Sánchez ha afirmado que el Gobierno que el Gobierno de coalición "se definirá por sus valores netamente progresistas; su actitud, dialogante; y también por su método, activo, ejecutivo, resuelto". Es decir, a partir de este martes, cuando tendrá lugar la primera reunión del consejo de ministros, todos a trabajar como si fueran uno. El presidente y su equipo han definido a cada ministro "competencias muy precisas" y "muy tasadas" precisamente para que no se produzcan esas disfunciones.
Pedro Sánchez ha reconocido en conversación informal con los periodistas los motivos que le han llevado a retrasar una semana la celebración de su primer consejo de ministros. El presidente ha explicado que no podía ser investido el pasado martes y celebrar una primera reunión apenas tres días después. Ha añadido que necesitaba "tiempo" para encontrar a sus vicepresidentas y ministros.
Efectivamente los nuevos nombramientos de Sánchez han sido toda una sorpresa. Empezando por el nuevo ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, una persona ajena totalmente al PSOE y que se enfrentará al reto de renovar el Pacto de Toledo para garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones. El propio presidente, por cierto, ha justificado la división del antiguo ministerio de Trabajo en la necesidad de crear empleo de forma estable y de calidad.
Sánchez controlará la política económica, el diálogo con Cataluña y la comunicación de este Gobierno de coalición que este lunes a las 10 de la mañana tomará posesión en Zarzuela. Son Sánchez y 22 ministros que han recibido la instrucción de no tener disfunciones en el día a día. Aunque sean de partidos diferentes. "Hablará con varias voces, pero siempre con una misma palabra", ha explicado el presidente en una comparecencia sin preguntas en Moncloa tras trasladar al rey los nombres de los elegidos para formar parte del consejo de ministros.
Sánchez ha afirmado que el Gobierno que el Gobierno de coalición "se definirá por sus valores netamente progresistas; su actitud, dialogante; y también por su método, activo, ejecutivo, resuelto". Es decir, a partir de este martes, cuando tendrá lugar la primera reunión del consejo de ministros, todos a trabajar como si fueran uno. El presidente y su equipo han definido a cada ministro "competencias muy precisas" y "muy tasadas" precisamente para que no se produzcan esas disfunciones.
Pedro Sánchez ha reconocido en conversación informal con los periodistas los motivos que le han llevado a retrasar una semana la celebración de su primer consejo de ministros. El presidente ha explicado que no podía ser investido el pasado martes y celebrar una primera reunión apenas tres días después. Ha añadido que necesitaba "tiempo" para encontrar a sus vicepresidentas y ministros.
Efectivamente los nuevos nombramientos de Sánchez han sido toda una sorpresa. Empezando por el nuevo ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, una persona ajena totalmente al PSOE y que se enfrentará al reto de renovar el Pacto de Toledo para garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones. El propio presidente, por cierto, ha justificado la división del antiguo ministerio de Trabajo en la necesidad de crear empleo de forma estable y de calidad.
mari carmen. Creo que ni Pedro se fía de Pablo, ni Pablo de Pedro. No es buena la situación creada.