Incluso el
PP está sorprendido de lo poco que le ha afectado electoralmente el escándalo Matas. Ni siquiera los más optimistas pensaron que podrían volver a ganar por mayoría absoluta a la primera, en 2011, después de que buena parte de la dirección del partido acabara imputada. Pero lo lograron, y ahora Matas ha pasado a ser internamente un apestado. Solo los
amigos más íntimos del PP le llaman. Y la dirección, sobre todo el presidente,
Mariano Rajoy, hace todo lo posible por borrar cualquier rastro del expresidente en la historia del partido.
Rajoy no dijo este martes una palabra. Fuentes del Ejecutivo se limitaban a mostrar su “respeto” por la sentencia. Pero el presidente del
Gobierno, que durante mucho tiempo fue
amigo de Matas, sobre todo cuando ambos eran ministros —llegaron a
veranear juntos en el yate de Gabriel Escarrer, el dueño de Sol Meliá— ya mostró en 2010 esa distancia: “Le deseamos lo mejor, que se defienda y, si puede, demuestre su inocencia”. Era la condena interna definitiva. Solo seis años antes, Rajoy llegó a decir: “Vamos a intentar hacer en
España lo que Jaume y todos vosotros hicisteis en
Baleares”.