¡CUANTA RAZON TIENE!
El expresidente madrileño Joaquin Leguina asegura que José Luis Rodríguez Zapatero, a quien votó porque él mismo se presentaba en la lista, pasó por el PSOE como una «máquina arrolladora» que no dejó al ahora secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, más margen que intentar dejar «un poco limpio el patio».
En una entrevista con Efe con motivo de la publicación por Cálamo de su libro 'Impostores y otros artistas', Leguina dibuja un panorama «muy complicado» para el PSOE, formación a la que paga «religiosamente» sus cuotas como militante y de la que «nadie» le ha dicho que se vaya.
A Leguina le gustaría que los puestos de responsabilidad de su partido los ocupasen personas «que digan cosas sensatas», con ideas, capacidad de liderazgo y prestigio profesional, algo que no detecta en los dirigentes, en su mayoría «muy quemados» por participar en un Gobierno que fue «un desastre» y dejó al PSOE «temblando».
A diferencia de François René de Chautebriand, escritor francés a quien dedica un capítulo de su libro y que se desilusionó mucho tras el ascenso de Napoleón, Leguina no se llevó chasco alguno con la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero. «Yo lo conocí antes de que fuera virgen, antes de que fuera presidente del Gobierno (...) y en las elecciones lo voté porque iba yo también en la lista; si no, me lo hubiera pensado».
Y de esos años vienen, en su opinión, gran parte de los problemas a los que se enfrenta el PSOE: «Pasó por aquí una apisonadora que se dedicó a eliminar a los que tenían más de X años y no se preocupó de tener el banquillo lleno, así es que ahora el problema es cómo se sustituye a ese banquillo quemado, a todos esos zapateristas que deberían dar un paso al lado y dejar pasar a otra gente».
De Rubalcaba dice que hubiese sido mejor presidente que Mariano Rajoy pero, apunta, «cuando has fracasado, lo lógico y en general lo bueno es que te sustituyan tus adversarios», y cree que si ahora el secretario general logra «limpiar un poco el patio» del partido, «habrá que agradecérselo».
Además de resolver el grave problema con el PSC, que a su juicio «resta mucho» al PSOE y con quien ve inevitable y «ya hecha» la ruptura, opina que los socialistas deben «repintar los viejos blasones socialdemócratas y volver a decir cosas sensatas» como que hay que reformar la fiscalidad para que los asalariados no asuman el grueso del pago impositivo. «Hemos perdido siete años; hay que enredarse en cosas como tener una buena educación y no en la religión. No quiero ver más al PSOE pelearse con los curas, que eso es muy viejo», reflexiona Leguina, amante de la moderación porque, dice, «el extremismo es una simplificación de la vida».
El expresidente socialista sostiene que el PP comparte con su formación el problema más «grave» de todos: «En los partidos suben por lo general los peores, y una empresa con un ascenso social tan perverso tiene muchas probabilidades de desaparecer». Firme defensor del bipartidismo, Leguina responde con enfado a si el modelo de alternancia de dos partidos está llegando a su fin. «La pregunta no es adónde vamos, sino adónde queremos ir: si apostamos por el bipartidismo necesitamos una ley electoral como la actual o como la británica, y si queremos el merdé italiano, pues tendremos que poner una ley más proporcional que nos traerá a los Beppe Grillo y a gobiernos más inestables».
El expresidente madrileño, que comparte con Felipe González que los partidos deberían de elegir sus candidatos mediante primarias por imperativo legal, no vería con buenos ojos un Gobierno español liderado por el PSOE y el PP, aunque apunta que en Alemania se han formado en ocasiones ese tipo de ejecutivos de «unidad nacional». Ha publicado varias novelas pero le hubiese gustado escribir «La fiesta del Chivo», de Vargas Llosa porque a su edad madura hizo «un trabajo de documentación de jovenzuelo», y a pesar de que es muy crítico y habla sin tapujos, dice sentirse bastante identificado con la trayectoria general del PSOE.
El expresidente madrileño Joaquin Leguina asegura que José Luis Rodríguez Zapatero, a quien votó porque él mismo se presentaba en la lista, pasó por el PSOE como una «máquina arrolladora» que no dejó al ahora secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, más margen que intentar dejar «un poco limpio el patio».
En una entrevista con Efe con motivo de la publicación por Cálamo de su libro 'Impostores y otros artistas', Leguina dibuja un panorama «muy complicado» para el PSOE, formación a la que paga «religiosamente» sus cuotas como militante y de la que «nadie» le ha dicho que se vaya.
A Leguina le gustaría que los puestos de responsabilidad de su partido los ocupasen personas «que digan cosas sensatas», con ideas, capacidad de liderazgo y prestigio profesional, algo que no detecta en los dirigentes, en su mayoría «muy quemados» por participar en un Gobierno que fue «un desastre» y dejó al PSOE «temblando».
A diferencia de François René de Chautebriand, escritor francés a quien dedica un capítulo de su libro y que se desilusionó mucho tras el ascenso de Napoleón, Leguina no se llevó chasco alguno con la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero. «Yo lo conocí antes de que fuera virgen, antes de que fuera presidente del Gobierno (...) y en las elecciones lo voté porque iba yo también en la lista; si no, me lo hubiera pensado».
Y de esos años vienen, en su opinión, gran parte de los problemas a los que se enfrenta el PSOE: «Pasó por aquí una apisonadora que se dedicó a eliminar a los que tenían más de X años y no se preocupó de tener el banquillo lleno, así es que ahora el problema es cómo se sustituye a ese banquillo quemado, a todos esos zapateristas que deberían dar un paso al lado y dejar pasar a otra gente».
De Rubalcaba dice que hubiese sido mejor presidente que Mariano Rajoy pero, apunta, «cuando has fracasado, lo lógico y en general lo bueno es que te sustituyan tus adversarios», y cree que si ahora el secretario general logra «limpiar un poco el patio» del partido, «habrá que agradecérselo».
Además de resolver el grave problema con el PSC, que a su juicio «resta mucho» al PSOE y con quien ve inevitable y «ya hecha» la ruptura, opina que los socialistas deben «repintar los viejos blasones socialdemócratas y volver a decir cosas sensatas» como que hay que reformar la fiscalidad para que los asalariados no asuman el grueso del pago impositivo. «Hemos perdido siete años; hay que enredarse en cosas como tener una buena educación y no en la religión. No quiero ver más al PSOE pelearse con los curas, que eso es muy viejo», reflexiona Leguina, amante de la moderación porque, dice, «el extremismo es una simplificación de la vida».
El expresidente socialista sostiene que el PP comparte con su formación el problema más «grave» de todos: «En los partidos suben por lo general los peores, y una empresa con un ascenso social tan perverso tiene muchas probabilidades de desaparecer». Firme defensor del bipartidismo, Leguina responde con enfado a si el modelo de alternancia de dos partidos está llegando a su fin. «La pregunta no es adónde vamos, sino adónde queremos ir: si apostamos por el bipartidismo necesitamos una ley electoral como la actual o como la británica, y si queremos el merdé italiano, pues tendremos que poner una ley más proporcional que nos traerá a los Beppe Grillo y a gobiernos más inestables».
El expresidente madrileño, que comparte con Felipe González que los partidos deberían de elegir sus candidatos mediante primarias por imperativo legal, no vería con buenos ojos un Gobierno español liderado por el PSOE y el PP, aunque apunta que en Alemania se han formado en ocasiones ese tipo de ejecutivos de «unidad nacional». Ha publicado varias novelas pero le hubiese gustado escribir «La fiesta del Chivo», de Vargas Llosa porque a su edad madura hizo «un trabajo de documentación de jovenzuelo», y a pesar de que es muy crítico y habla sin tapujos, dice sentirse bastante identificado con la trayectoria general del PSOE.