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"Madrid tumba a la izquierda". Qué gusto salir de la hiel de El País. ABC está exultante.

El triunfo de Ayuso "sirvió también para dar un aldabonazo liberal-conservador al discurso del odio promovido por la izquierda durante la campaña más cainita y pobre que se le recuerda". "El mensaje de cientos de miles de madrileños es de castigo a Sánchez. Madrid ha sido la constatación del brutal desgaste que están experimentando Sánchez y su coalición con Podemos", dice el editorial.

"Si el PSOE cree que este descalabro es solo achacable a Ayuso, se equivocará. Se ha votado contra su gestión de la pandemia, contra el miedo a la recesión, contra el infantilismo con el que Sánchez trata a la opinión pública, y contra los mantras oficiales de la izquierda porque ya se ha perdido el complejo a replicar a su guerracivilismo. Madrid debe ser el primer paso para que Sánchez salga de La Moncloa lo antes posible". No es por ser aguafiestas, pero no se vislumbra ese horizonte.

Juan Fernández Miranda dice que lo de Ayuso este martes "no fue un golpe en la mesa, fue una patada en un montón de culos: el de Sánchez el primero, pero no sólo. Su gurú Iván Redondo. Su exvicepresidente, Pablo Iglesias. Su candidato, Ángel Gabilondo. Su ministra Reyes Maroto. La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, y su candidato, Edmundo Bal". A Parla.

Pedro García Cuartango le canta las verdades a Iglesias. "Quiere morir matando. Ha hecho una campaña que roza lo estrafalario con un guerracivilismo y un odio hacia la derecha que resultan impostados". Para nada, su odio es real, Cuartango.

"Tiene una responsabilidad moral y política en este clima de odio y encono que ha ido expandiéndose como la peste". Su paso por la política ha sido lo peor que le ha pasado a España en 40 años. Ha dejado el país hecho unos zorros, sembrando cizaña, alimentando el enfrentamiento entre la ciudadanía. Iglesias ha sido a España lo que el procés a Cataluña. Es puro odio, pura violencia. A ver cómo arreglamos el estropicio.

Iglesias "quiere dejar el poder y recuperar la libertad que ha perdido: el privilegio de decir lo que le plazca". Iglesias siempre ha dicho y hecho lo que le place. Desde Moncloa ha amenazado a periodistas, ha acusado a un grupo político de querer dar un golpe de Estado, ha insultado al Rey, se ha querido cargar la Constitución. No se puede ser condescendiente con este individuo, serlo es lo que nos ha llevado hasta aquí.

Porque como dice José F. Peláez, Iglesias "ha infectado todos los aspectos de la convivencia". "A última hora de la noche salía con la afectación del tahúr, para anunciar que se iba, que se cortaba la coleta y España descorchaba el champán. Lo hacía con un discurso vulgar, tramposo, sin ningún tipo de elegancia y con el estilo arrabalesco y fulero marca de la casa. La realidad es que se va porque ha fracasado, porque España le ha echado y porque prefiere hacer el zángano". Mejor que haga el zángano. Que disfrute de la fortuna que ha hecho en política, pero que nos deje en paz.

"Tras diez años de lucha sin cuartel, de guerra civil mediática, de vómitos y excrecencias de todo tipo, de odio contra todo, de chulería y arrogancia, de justificación e incluso aliento de la violencia, de engañar a todos y de proyectar sombras de corrupción, lo único que ha conseguido es dejar a la derecha gobernando en Madrid con una mayoría abrumadora, a Izquierda Unida desintegrada, a los sindicatos zombies, a Errejón humillándolo y a un PSOE desprestigiado expiando las culpas por haberse echado en sus brazos. Esta es su gran obra, y el resto, apenas una anécdota que pasará como pasan todos los fenómenos televisivos". Que cierre la puerta al salir.

Dice Ignacio Camacho que la marcha del morado "dejará una escena pública más sana y más limpia, y un Podemos limitado a las dimensiones tradicionales de Izquierda Unida. Otra medalla con la que Ayuso puede decorar un balance extraordinario. Sus reflejos, su rasgo de audacia intuitiva para zafarse de la encerrona que le habían preparado tras el amago murciano, han conseguido dejar en precario la falsa fortaleza de un poder con pies de barro". Gracias Ayuso. Como dice Álvaro Martínez, "España le debe dos".