Manuel Maldonado.
NO ES PAIS PARA DEMOCRATAS.
Pintan bastos cuando los partidos no son concebidos ya por casi nadie como herramientas para la mejora gradual de la sociedad a través de la competición electoral, sino que se transforman en organizaciones dedicadas a la distribución de recompensas entre sus miembros y la creación de redes clientelares en la sociedad civil. El anhelo de sus dirigentes por seguir en el poder se hace entonces tan fuerte que se normalizan hábitos letales para el buen funcionamiento de la democracia; del uso habitual de la mentira a la colonización partidista de las instituciones pasando por la desviación espuria de la ley - ninguna corrupción es comparable a la amnistia - o la deslegitimacio del rival político. Algo así como España entre dos condenas por corrupción.
NO ES PAIS PARA DEMOCRATAS.
Pintan bastos cuando los partidos no son concebidos ya por casi nadie como herramientas para la mejora gradual de la sociedad a través de la competición electoral, sino que se transforman en organizaciones dedicadas a la distribución de recompensas entre sus miembros y la creación de redes clientelares en la sociedad civil. El anhelo de sus dirigentes por seguir en el poder se hace entonces tan fuerte que se normalizan hábitos letales para el buen funcionamiento de la democracia; del uso habitual de la mentira a la colonización partidista de las instituciones pasando por la desviación espuria de la ley - ninguna corrupción es comparable a la amnistia - o la deslegitimacio del rival político. Algo así como España entre dos condenas por corrupción.