23 – 2 – 2022.
PODADORES Y PUCHEROS
Hoy se me vino a la memoria, cuando fui a la gasolinera, a llenar el depósito, realmente la gasolina esta por las nubes, todo se ha encarecido, por esta causa, me acuerdo de mi querido padre, que en esos tiempos no teníamos gas en las cocinas, ni calefacción, ni agua corriente, vivíamos de lo que nos daba la tierra, cocinábamos, y nos calentábamos con los sarmientos de las viñas, mi padre en el tiempo de la poda se pasaba el día en el campo, todo el día agachado cortándolos, algunos días le acompañábamos, mis hermanas y mi madre, íbamos detrás de él recogiéndolos, atándolos y haciendo gavillas, era un trabajo muy duro, y pasábamos mucho frio, a pesar de todas esas penurias, no puedo olvidar, el calor tan agradable de la chimenea, con todos allí reunidos para cenar, muchas veces la cena se componía de patatas asadas en esas brasas, con pan tostado, todo tenía un sabor especial, sobre todo los cocidos que hacia mi madre, los recuerdo con muchísimo cariño, yo por mucho que me empeño no consigo que tengan ese sabor, lo primero es que se hacían a fuego lento, en la chimenea, con leña y muy importante en puchero de barro, no tiene nada que ver como lo hacemos ahora, con el gas, en la hoya rápida, bueno, como vivimos en estos tiempos lo hacemos a toda prisa, esperemos que no nos falte el gas para seguir con nuestra vida de bienestar, a pesar de todo yo añoro muchísimas cosas de esos tiempos las tertulias con la familia, la tranquilidad, la paz que teníamos en los pueblos, y la armonía entre los vecinos, por entonces babia mucho respeto, hacia las personas mayores, una de las cosas que mas hecho de menos, es el no tener trato con los vecinos. En estas casas con pisos tan altos a penas nos conocemos, es lo que tiene el vivir en la gran ciudad.
ROSARIO FAJARDO BLANCO
PODADORES Y PUCHEROS
Hoy se me vino a la memoria, cuando fui a la gasolinera, a llenar el depósito, realmente la gasolina esta por las nubes, todo se ha encarecido, por esta causa, me acuerdo de mi querido padre, que en esos tiempos no teníamos gas en las cocinas, ni calefacción, ni agua corriente, vivíamos de lo que nos daba la tierra, cocinábamos, y nos calentábamos con los sarmientos de las viñas, mi padre en el tiempo de la poda se pasaba el día en el campo, todo el día agachado cortándolos, algunos días le acompañábamos, mis hermanas y mi madre, íbamos detrás de él recogiéndolos, atándolos y haciendo gavillas, era un trabajo muy duro, y pasábamos mucho frio, a pesar de todas esas penurias, no puedo olvidar, el calor tan agradable de la chimenea, con todos allí reunidos para cenar, muchas veces la cena se componía de patatas asadas en esas brasas, con pan tostado, todo tenía un sabor especial, sobre todo los cocidos que hacia mi madre, los recuerdo con muchísimo cariño, yo por mucho que me empeño no consigo que tengan ese sabor, lo primero es que se hacían a fuego lento, en la chimenea, con leña y muy importante en puchero de barro, no tiene nada que ver como lo hacemos ahora, con el gas, en la hoya rápida, bueno, como vivimos en estos tiempos lo hacemos a toda prisa, esperemos que no nos falte el gas para seguir con nuestra vida de bienestar, a pesar de todo yo añoro muchísimas cosas de esos tiempos las tertulias con la familia, la tranquilidad, la paz que teníamos en los pueblos, y la armonía entre los vecinos, por entonces babia mucho respeto, hacia las personas mayores, una de las cosas que mas hecho de menos, es el no tener trato con los vecinos. En estas casas con pisos tan altos a penas nos conocemos, es lo que tiene el vivir en la gran ciudad.
ROSARIO FAJARDO BLANCO