Poesia
Soñé con un Resplandor de estrellas diminutas bordeando un manto azul con bordados de oro y piedras de rubí.
El cielo se volvió luminoso, y un olor muy sutil
Me embriago, un canto angelical se oía a lo lejos qué me lleno de paz.
El manto cubría una mujer casi niña con los ojos más hermosos qué jamás vi. La linda cabeza con cabellos oscuros, y largos; la ceñía una corona con diamantes, y grandes estrellas.
Le caía por detrás un velo de seda blanco, con crucecitas luminosas con unos rayos que caían hacia la tierra.
Su rictus sonriente sin que se viesen los dientes
Con una ternura y suavidad exquisita, de quedarte prendado a sus pies, que los tenía descalzos pero que apenas se veían por las rosas que los cubrían.
Me desperté con el ruido del despertador.
No me pude despedir, espero volver haberla otra noche.
Pero no hizo falta por la mañana al ir a Misa a la Inmaculada, la mire y sentí su presencia
Más dentro de mí.
Gracias Madre, gracias Inmaculada Concepción.
Soñé con un Resplandor de estrellas diminutas bordeando un manto azul con bordados de oro y piedras de rubí.
El cielo se volvió luminoso, y un olor muy sutil
Me embriago, un canto angelical se oía a lo lejos qué me lleno de paz.
El manto cubría una mujer casi niña con los ojos más hermosos qué jamás vi. La linda cabeza con cabellos oscuros, y largos; la ceñía una corona con diamantes, y grandes estrellas.
Le caía por detrás un velo de seda blanco, con crucecitas luminosas con unos rayos que caían hacia la tierra.
Su rictus sonriente sin que se viesen los dientes
Con una ternura y suavidad exquisita, de quedarte prendado a sus pies, que los tenía descalzos pero que apenas se veían por las rosas que los cubrían.
Me desperté con el ruido del despertador.
No me pude despedir, espero volver haberla otra noche.
Pero no hizo falta por la mañana al ir a Misa a la Inmaculada, la mire y sentí su presencia
Más dentro de mí.
Gracias Madre, gracias Inmaculada Concepción.