Hola, Antonio Mateo García: Feliz año recién estrenado.
Veo tu aportación al foro y tengo ganas de contestarte, pero renuncio porque me liaría con mis intervenciones largas, largas que me llevan demasiado tiempo. Por eso dejo de asomarme a estos foros, porque se llevan mi tiempo.
Ahora quiero dejar mi aportación muy sencilla a tu referencia a la cruz.
Lo que tú ves como símbolo macabro sería así si la cruz se presentase como el medio de hacernos perecer, de destruirnos, si viéramos clavado en ella alguien que se revuelve, maldice su suerte, la rechaza, etc. Pero en la cruz, tal como aparece en los evangelios y en las cartas de Pablo, vemos la señal del amor, del perdón, de la paciencia, de la entrega generosa y sin ira. Durante todo el juicio previo a la condena, Jesús se muestra dueño de sí, defendiendo la verdad con serena actitud, no cediendo por temor o cobardía. Paciente se somete Jesús al sacrificio, se pone en las manos de Dios Padre ('en tus manos encomiendo mi espíritu'), exculpa y perdona a los que le están torturando (Padre,'perdónalos' porque 'no saben lo que hacen'. Prescindo de otros muchos detalles que me harían desproporcionada mi intervención. Y, finalmente, la cruz da paso al triunfo de la resurrección. Por eso la Pascua cristiana, según el Evangelio, es la muerte y resurrección de Jesús. Leyendo despacio, la historia de la Pasión, descubrimos fácilmente que es una "historia de amor 'apasionado' por nosotros" y de fidelidad a su misión. No es extraño que Pablo, después de su conversión sea también un apasionado de Jesús muerto y resucitado, y llegue a decir: 'lejos de mí gloriarme si no es en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo...' (Gálatas 6, 14ss).
Veo tu aportación al foro y tengo ganas de contestarte, pero renuncio porque me liaría con mis intervenciones largas, largas que me llevan demasiado tiempo. Por eso dejo de asomarme a estos foros, porque se llevan mi tiempo.
Ahora quiero dejar mi aportación muy sencilla a tu referencia a la cruz.
Lo que tú ves como símbolo macabro sería así si la cruz se presentase como el medio de hacernos perecer, de destruirnos, si viéramos clavado en ella alguien que se revuelve, maldice su suerte, la rechaza, etc. Pero en la cruz, tal como aparece en los evangelios y en las cartas de Pablo, vemos la señal del amor, del perdón, de la paciencia, de la entrega generosa y sin ira. Durante todo el juicio previo a la condena, Jesús se muestra dueño de sí, defendiendo la verdad con serena actitud, no cediendo por temor o cobardía. Paciente se somete Jesús al sacrificio, se pone en las manos de Dios Padre ('en tus manos encomiendo mi espíritu'), exculpa y perdona a los que le están torturando (Padre,'perdónalos' porque 'no saben lo que hacen'. Prescindo de otros muchos detalles que me harían desproporcionada mi intervención. Y, finalmente, la cruz da paso al triunfo de la resurrección. Por eso la Pascua cristiana, según el Evangelio, es la muerte y resurrección de Jesús. Leyendo despacio, la historia de la Pasión, descubrimos fácilmente que es una "historia de amor 'apasionado' por nosotros" y de fidelidad a su misión. No es extraño que Pablo, después de su conversión sea también un apasionado de Jesús muerto y resucitado, y llegue a decir: 'lejos de mí gloriarme si no es en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo...' (Gálatas 6, 14ss).