Esas gentes de inteligencias preclaras y de prestigio (que no son intelectuales de oficio, políticos obligados por el cargo ni clero en general), quizás es que necesitan un Dios para consolarse, para tranquilizarse, para escapar del absurdo y la desesperación, o sencillamente para dar una coherencia a su vida, a su sensibilidad, a su historia, a su educación, etc. Nuestra necesidad de consuelo es imposible de saciar y también nuestra necesidad de protección y frente a estas necesidades, cada cual se las arregla como puede y aferrarse a la fe es una forma de arreglo.
saludos.
saludos.