Amigo Carlos, dedícate a la novela, que eres inmejorable...

Este es el Dios o Naturaleza de Spinoza:

Dios hubiera dicho:

“Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.

Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.

¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa.

Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.

Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.

El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.

Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito… ¡No me encontrarás en ningún libro!

Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?
Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.

Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice… yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias… de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios puede hacer eso?

Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti.

Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para tí. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.

Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.

Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.

Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.

No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.

Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di.

Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?… ¿Te divertiste?… ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?…

Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.

Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?

Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?… ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.

Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas. ¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones?

No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro… ahí estoy, latiendo en ti.”

Amigo Carlos, dedícate a la novela, que eres inmejorable para inventar tus argumentos y ponerlos, nada menos, que en boca de Dios. ¿Has tenido una revelación? ¿Te ha dado a ti otra biblia nueva, o es la segunda edición, corregida y deformada de la anterior? Ya veo que lo habéis hecho entre Espinoza y tú.
Como ves, me pillas con humor, no pretendo con ello tomarte a ti a broma, sino a tu escrito. Sería muy largo contestarte, pero como no usas argumentos, sino ficción, no creo que valga la pena. Simplemente, para cuando quieres llevar tu texto a la imprenta deberás retocar algunas contradicciones.

De algunas cosas te doy la razón:
<Deja ya de culparme de tu vida miserable> (esta es una afirmación de los impíos)
< yo nunca te dije que … tu sexualidad fuera algo malo>. (Efectivamente. La Biblia es un canto al amor y, consiguientemente, también a la sexualidad, <El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría>. Yo añadiría, no lo maltrates).
< Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito… ¡No me encontrarás en ningún libro!> (completamente de acuerdo)
< Deja de tenerme tanto miedo…. Yo soy puro amor > (completamente cierto)
< Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar> (hombre, no. Al menos sé educado con Dios, ya que te ha dado tanto. Tenemos que serlo con cualquiera, cuánto más…)
<yo te llené de … incoherencias… ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti?> (Lo de las incoherencias será exclusivamente mío, no de Dios, ¿cómo puede decir Dios que nos llenó de incoherencias? porque las incoherencias son consecuencia de unas normas de vida; y si no existen normas de vida, no tienen sentido las incoherencias. ¿O es que sí hay normas?)
< ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad?> (efectivamente: el infierno no es una creatura de Dios. Se ve que queda claro que Dios no condena al fuego a nadie. Con las críticas que le hicieron a Juan Pablo II cuando afirmó que el infierno no es un lugar, sino un estado persona. Hay muchas realidades que existen, pero n o son lugares. Así, por ejemplo, el fracaso, la depresión, etc. El infierno, que viene representado en la biblia unas veces por fuego, otras por tinieblas, otras por un gusano que no muere, etc. Todas imágenes para indicar el tormento que supone. El infierno solamente lo ‘disfrutará’ quien haya tomado libremente el camino del anti-Dios, anti-amor, del odio. Hoy día se podrían poner imágenes del infierno más modernas: el fracaso culpable de toda la existencia)
<Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes> <Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.> (¿En qué quedamos? No había dicho Dios que no había normas? Ahora resulta que se ha dado cuenta de que había que poner alguna y precisamente ha puesto la que puso Jesús de Nazaret, que se la conoce como ‘regla de oro’)
< Amado mío> (Bueno, yo prefiero quedarme con el Dios de Jesucristo. Porque éste tuyo me parece muy cruel aunque nos diga con tanta ternura ‘amado mío’. Yo veo todos los males que nos rodean, el hambre, las guerras, la opresión de los débiles, la corrupción de la justicia… Al menos tengo la certeza de que el horizonte me admite que habrá justicia definitiva, que el mal quedará reparado, que vencerá el amor y la verdad. Sólo en esto ya me compensa mi fe en el Dios que se nos ha revelado.
<No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera.> (Mal amigo te has echado que no puede decirte la verdad sobre el más allá. Pero peor amigo todavía si te da este consejo, pues te puede pillar a traición, creyendo que no hay más allá, si resulta que al final lo hubiera; te diría: ‘imbécil, ahora tienes una eternidad para la que no estás preparado. Te dejaste comer el coco. Te fiaste de la literatura barata y la creíste a pie juntillas. Eso es como decirle a un estudiante: ‘No sé si habrá examen final, pero, por si acaso, te aconsejo que no estudies, vive como si no lo tuvieras.)
<Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar … te voy a preguntar… ¿Te divertiste?...> (¡Pobre estudiante!)

Gracias a que el relato termina, como no podía ser menos, con esta afirmación tan sensata: <Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti.> (Yo te doy también mi consejo, amigo Carlos: deja de creer en ese dios de caramelo, que se convierte en una trampa, una pesadilla.
<Acaricia a tu perro> (Si te resulta más gratificante que el Dios amor).

Mantengo el consejo final, inspirado en San Agustín: <“No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro… ahí estoy, latiendo en ti.”. El santo convertido tiene en sus Confesiones una frase que completa el texto: “Dios es más intimo a mí que yo mismo”.
Te deseo una Pascua feliz.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Que no LOLY3, que no es mío, pero si tuviese que seguir los mandatos de un dios, serían esos. Saludos