Glyzelle Palomar, filipina de 12 años que vivía en la calle, le dijo al Papa entre lágrimas: “Hay muchos niños abandonados por sus propios padres, muchos víctimas de cosas terribles como las drogas o la prostitución. ¿Por qué Dios permite estas cosas, aunque no es culpa de los niños? y ¿por qué tan poca gente nos viene a ayudar?”.
Francisco, respondió: “Ella ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta...”.
saludos
Francisco, respondió: “Ella ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta...”.
saludos