La máxima cabeza pensante del catolicismo nos ha sorprendido con una afirmación teológica de altura, de esas que dejan helado hasta al miembro menos inteligente de nuestra especie porque no se sabe si el papa está de broma o si directamente ha perdido la razón atacado por la demencia senil más agresiva.
El asunto es que Francisco ha declarado que el cielo no sólo es para nosotros los humanos (el ojito derecho de dios y si nos atenemos a los libros sagrados el culmen de la creación) sino que en ese aburrido lugar en donde los angelitos dan la murga con sus liras por toda la eternidad y de sexo, nada de nada, también tienen cabida las mascotas.
Ahora bien, a mí me surge una duda teológica de alto calado. ¿irán todas las mascotas al cielo o sólo aquellas que se hayan portado bien? Porque si tu perro se ha comido al gato del vecino o fornica desaforadamente con cualquier perra con la que se cruza por su camino, muy católicos no parecen estos animalitos. O bien, los gatos que se orinan en el sofá o arañan las cortinas del salón ¿deben ser castigados con toda una eternidad de sufrimiento en el infierno? ¿deben acudir a misa las mascotas, como cualquier otro cristiano, para poder recibir la dicha de la vida eterna? ¿hay una forma canónica de ladrar o maullar el padrenuestro adecuada para las mascotas? ¿los peces de colores de nuestro acuario van también al cielo con pecera incluída o allí flotarán libre y espiritualmente junto con los humanos?
Y no se crean porque el problema teológico es de mayor calado porque el cielo no sólo está abierto a las mascotas sino a ¡todos los animales!. ¿Puede el león, ese mismo que se ha comido a cientos de inocentes gacelas ir al cielo?, porque ya sabemos que las malvadas serpientes lo tienen pero que muy crudo para redimirse de la taimada tetra de la manzana. ¿Las chinches y cucarachas disfrutarán de la vida eterna?.
saludos
El asunto es que Francisco ha declarado que el cielo no sólo es para nosotros los humanos (el ojito derecho de dios y si nos atenemos a los libros sagrados el culmen de la creación) sino que en ese aburrido lugar en donde los angelitos dan la murga con sus liras por toda la eternidad y de sexo, nada de nada, también tienen cabida las mascotas.
Ahora bien, a mí me surge una duda teológica de alto calado. ¿irán todas las mascotas al cielo o sólo aquellas que se hayan portado bien? Porque si tu perro se ha comido al gato del vecino o fornica desaforadamente con cualquier perra con la que se cruza por su camino, muy católicos no parecen estos animalitos. O bien, los gatos que se orinan en el sofá o arañan las cortinas del salón ¿deben ser castigados con toda una eternidad de sufrimiento en el infierno? ¿deben acudir a misa las mascotas, como cualquier otro cristiano, para poder recibir la dicha de la vida eterna? ¿hay una forma canónica de ladrar o maullar el padrenuestro adecuada para las mascotas? ¿los peces de colores de nuestro acuario van también al cielo con pecera incluída o allí flotarán libre y espiritualmente junto con los humanos?
Y no se crean porque el problema teológico es de mayor calado porque el cielo no sólo está abierto a las mascotas sino a ¡todos los animales!. ¿Puede el león, ese mismo que se ha comido a cientos de inocentes gacelas ir al cielo?, porque ya sabemos que las malvadas serpientes lo tienen pero que muy crudo para redimirse de la taimada tetra de la manzana. ¿Las chinches y cucarachas disfrutarán de la vida eterna?.
saludos