Sí, al llegar a la madurez, es propio que muchas personas (no la mayoría), educadas en su niñez religiosamente, puedan plantearse el reto de descubrir su raciocinio acerca de creer o no en Dios-es; pero como puedes comprender el resultado de esta lucha interna generalmente no puede suponer un cambio brusco en las creencias que han recibido en su infancia, sino que habrá una gradación positiva o negativa de las mismas, sobre todo influidas por el miedo que le ha sido imbuido en caso de alejarse de tales creencias. Por otra parte, en mi pueblo por ejemplo, de un marcado ambiente rural, tengo conocidos-as que en más de una ocasión han reafirmado ante mí su creencia en Dios con más o menos los siguientes argumentos: "mira, de pequeño-a me lo enseñaron así y así sigo creyéndolo"; es decir, éstos ni siquiera se plantean creer o no creer y siguen las creencias en las que han sido educados.
Hay un estudio que ha encontrado que los niños expuestos a la religión tienen dificultades para distinguir la realidad de la ficción.
saludos
Hay un estudio que ha encontrado que los niños expuestos a la religión tienen dificultades para distinguir la realidad de la ficción.
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