Dios existe y se llama amor. La fe sencilla, la profundidad reflexiva, la mirada asombrada, la sonrisa del alma, nos llevan a esta certeza. Con todo lo que ella implica, con todo lo que puede nacer en un corazón que recibe entre sus manos la llave para comprender la vida y la muerte, la angustia y la esperanza, la ternura y el dolor.
Lo quisiéramos decir con toda el alma, con la vida entera: Dios existe.
Más allá de las dudas, del fracaso, del miedo, del trabajo, del cansancio, del dolor. Más acá de las alegrías, de la ternura, de la amistad, del consuelo. Más dentro que mi conciencia, que mis pensamientos, que mis penas, que mis esperanzas. Más arriba de las montañas, de los cometas, de las galaxias, de la poesía.
Dios si existe, deja de preocuparte.
Lo quisiéramos decir con toda el alma, con la vida entera: Dios existe.
Más allá de las dudas, del fracaso, del miedo, del trabajo, del cansancio, del dolor. Más acá de las alegrías, de la ternura, de la amistad, del consuelo. Más dentro que mi conciencia, que mis pensamientos, que mis penas, que mis esperanzas. Más arriba de las montañas, de los cometas, de las galaxias, de la poesía.
Dios si existe, deja de preocuparte.