Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida, y no hay garantías de que todo o cualquier capital invertido sea reembolsado. Los rendimientos pasados no garantizan ni indican de manera fiable rendimientos futuros. El valor de las
inversiones y los ingresos procedentes de las mismas están sometidos a la fluctuación de los mercados bursátiles mundiales y de los tipos de cambio internacionales.