ÁGUILA O GUSANO
Vamos a suponer que Rato nunca llegó a gánster, que se hubiera quedado en el Ratilla, que su supuesta carrera criminal se estancara en primaria y hoy no pasara de robagallinas, tirabolsos, chapero barato o navajero de barrio bajo.
Supongamos que Rato nunca entró en el clan de los Genoveses y ayer mismo creyera que el FMI es un modelo de BMW que le falta por robar. Que fuera un supino ilustrado y escribiera tan mal como la concejala de cultura de
Valencia o peor aún, como Arcadi Espada. Que su
amigo hubiera sido el Torete y no Josemari Aznar. Y que la pasma lo hubiera detenido ayer a las seis de la tarde.
¿Cree usted que el Ratilla hubiera estado en su casa a las once? Me temo que no. Al tipo que entró en casa de Bárcenas buscando el pen que trae sin sueño a Mariano le cayeron veintitantos años sin anestesia. Pero a Rodri no. Rodri, como Luis, es de la
familia y lleva la profesión en la sangre.
Como decía Ray Liotta en “Uno de los nuestros”: “Que yo recuerde, desde que tengo uso de razón, siempre quise ser un gánster”. Y estos cumplieron su sueño. Por eso la cárcel es para ellos un entrar y salir. No es que no delincan, es que los señores que usted votó llevan treinta y cinco años legislando para que los crímenes de sus socios nunca lo sean.
Ser director del FMI y hundir a
Latinoamérica y a media Europa no es un delito. Arruinar a 400.000 preferentistas y saquear cajas que paga usted, tampoco. Empobrecer a una nación del potencial de
España no es un crimen. Protestar por el desahucio del vecino sí lo es. Encontrarse una tarjeta en la calle y usarla para comprar pañales, también. Gritarle a un golfo cuando sale de un restaurante de lujo, lo que más. Nunca se le ocurra hacerlo, lo pagará caro; usted no es de la familia, usted solo avala con su voto las leyes que dicta esa familia.
Si Rodrigo Rato durmió anoche entre sábanas de seda y no en la cárcel es por culpa de usted. Las leyes no las imponen los dioses, las hacen los
políticos, los mismos que usted voluntariamente vota. Si esas leyes no le gustan, la próxima vez vote a otros; si le gustan, siga en las mismas. Es su decisión.
Decía Emiliano Zapata: “El que quiera ser águila que vuele; el que quiera ser gusano, que se arrastre, pero que no grite cuando lo pisen”. Por eso Rodrigo Rato, dentro del gremio de los delincuentes, eligió ser águila y no gusano. Por eso esta noche no dormirá en la cárcel, porque la cárcel es para los gusanos, no para las águilas. En las próximas
elecciones, ¿qué ha decidido ser usted? ¿Águila o gusano? ¿Lo ha pensado ya?