Cierto que aquellos muchachos aparecían sucios por fuera pero limpios por dentro y compañeros. Pero no voy a ellos hoy si no a la juventud que nos tocó vivir que sería una continuación de niñez en carencias, y falta de libertad.
Justamente eso pensaba yo un día lejano, entre la niebla, en una montaña de un lugar de Afica... donde hasta el silencio era ruido palmando de ven en cuando alguna de las cuatro granadas que llevaba sobre mi pecho. Pensaba en el mundo, como a veces hoy pienso, en los muchachos, que hoy les toca vivir aquellas experiencias... Ni una sola mujer
Ni una sola mujer durante meses, y sin embargo aquella noche yo pensaba en ellas. Yo pensaba el la carta que guardaba en mi ancho bolsillo, que volvería a leer al amanecer.
>>> El recuerdo me trajo, el amanecer de Ella: una chiquilla que me diría un día: " ¿Sabes, ya soy mujer?"
Ella había llorado el día que me dijo adiós. Aquella dulce chiquilla, ya en mujer, me pareciera una extraña mujer: sus besos no eean los mismos; una especie de muralla que se fue agrandando. Ella sabía que me marchaba, y kme molestó el hecho de que sus caricia eran heladas. Sus adtitudes enfriaron lo que tiempo atrás llamábamos amor. El fuego que alumbraríamos se acabó de pronto. Aquella pasión daría paso a la indiferencia. Fuego y luego besos helados...
Regresé a la isla, 10 meses de nuevo a Madrid, nuevos amores y de pronto paseando por una de las callejas de dicha ciudad, pensaría en aquel día por los alrededores de la puerta del Sol, si rumbo. Por aquí pasearíamos un día juntos, pensé, mientras caminaba sin rumbo, por una de las calles bajo la lluvia. Era la noche avanzada. Había acompañado, hasta su domicilio, a alguien que con sus cartas, había alegrado mis largos días y noches, bajo el cielo africano. Era una chiquilla dulce, que pensé si no estaría sonando la campana del amor esta vez. Pesaba en ello cuando una voz en la oscuridad de la noche de un bulto recostado en el quicio de una puerta, decía: " ¿chico, subes conmigo?" Creo que reí, volviendo la cabeza: era ella, la mujer que un día me diría: "ya soy mujer". seguramente alunmbro mi cara la luz de una farola, cuando se acercó balanceando su bolso y con andares premeditados... se paró en seco, mientra un grito angustioso salía de su garganta! Tu...! Acerté a decir! Hola1 Mientras se echó en mis barzos y lloraba mucho mas fuerte que el día en que nos separamos. No quise preguntar nada, temblaba y sus lágrimas mojaban mi cara. Sentí mucha pena y nada mas,, ni quise decir lo que pensaba en eso momentos, sentí que era muy desgraciada. atropelladas palabras salían de sus labios: " ¿Donde has estado? Te he recordado desde ese día. que torpe he sido..."
La tomé de la mano y solo le pregunté donde podíamos tomar algo. Ella se dejó llevar, hablaba si parar. Decía:"Fue mi culpa. Que razón tenías cuando me me decías que tenía demasiados pájaros en mi cabeza, me siento desgraciada. ¿Me perdonas? ¿Recuerdas cuando, cuando me quedé dormida, bajo aquellos árboles y cuando desperté acariciabas mi rostro? Hay hombres que son unos brutos, ¿sabes?
Y sabes también que merezco tu desprecio y que he recordado muchas veces tus caricias... tan distintas. ¿sabes? me gustaría dormir contigo.
Dormiría con ella. No hicimos el amor. Los dos estuvimos de acuerdo. Si se abrazó como entonces mientras yo le decía que en una lejana montaña, le recordé, y hubiese deseado hacer el amor. Lloró de nuevo, como lloraría al amanecer cuando nos separamos.
Tomría el tren para Alcalá, y solo pensé en que el mundo es cruel con algunas gentes. Aquella muchacha se había quedado sola a causa de una guerra. Aquella mujer se enfrentaría al mundo sola.
libertad
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