ERA UN NIÑO
En un atardecer que amanecía, le nació la mano desde dentro a escribír cuando aún no sabía.
La voz del campo se le pegaba al alma porque era amigo de los campos, de los olmos, del huerto, delos olivos y hasta de las flores que brotaron en la última primavera. Primavera que plreció tiernamente para luego ser apagada.
Era amigo del valle y los sembrados plagados de amapolas.
Era feliz porque aún portaba la inocencia niña... Y potrque aún no se lamentaban los lirios caídos por el barro.
Era amigo de los zarzales donde anidaban los ruiseñores.
Amigo del río y de los juncales y los trigos movidos por la brisa.. antes de ser aplastadopor las voces de hietro y canciones de barro.
Era un niño que lloraba o cantaba como los demás niños que se fijaban en los lamentos del frío, helando la Alcarría.
Apenas conocía nada mas que lo que abarcaba el horizonte: se fijaba en los besos del Alba. Alba le dijeron se llamaba, acquella claridad que desperta ba al Este.
Un claro atardecer, aprendió mientras el Sol se caía por la sierra, que aquello se llamaba ocaso. le preguntó a un señor que portaba baba el porque se llamaba ocaso, y mientras se rascaba su espesa pelambrera respondió que no sabía.
En un viejo baúl donde la paja dormitaban media docena de libros, que solo leía "el tío valentin..."uno era muy grueso: El día que lo leas, sabrás, de los muchos hombres locos que pueblan el mundo. Un año mas tarde enlazaba letras, y fue aprenciendo que existían grandes ríos, grandes mares, mas allí del horizonte, y pueblos, muchos pueblos y grandes ciudades... y que las gentes se amaban pero también se odiaban. No quiso entender nada de años de guerras y batallas interminables... porque aún le dolía una muy cercana de la que los mayores no hablaban.
Un día mirando al castillo se imaginó a las gentes que edificaron aquello: las piedras le hablaron también de sufrimiento y guerra... habló con ellas. Un día un anciano que pasaba lentamente cayada en mano, se detuvo, dijo algo asi como que"l mundo rueda" y siguió su camino... El niño miró sus espaldas encorvadas.
No, no soñaba: se decía que por todas partes hay hombres encorbados, y niños que juegan en el barro... igual que le decía el libro grande.
Hombres y niños maltratados, lloró y las lagrimas se estrellaron nen las viejas piedras.
Creció entre mises y olivares. Ya aprendía quienes pasaban hambre.
Rasgaban el aire los vencejos el aire a la puesta del Sol, cuando una voz a sus espaldas, dijo: "Siempre tan soñador" y se perdío, lentamente calle arriba, non su colilla entre los dientes. Se decñía de él que era muy sabio.
Y la ciudad. Era un adolescente, cuando se vio entre ruidos y silencios... y ombres lisiados que se acercaban a los templos pidiendo limosna. Hobre silenciosos que algunos rehuían como si tuvieran la peste. Solo alguna mujer bondadosa les sonreía, mientras depositaba una perra chica o gorda, en in recipiente, iguales a los que los hobres vestidos todos iguales, portaban años atrás. El muchacho se fijó que solo tenía una sola mano y que tenía la mirada muy triste. Hasta vió a un hombre llorando en las escaleras de una iglesia, y nadie se detenía.
Y le quedaba tiempo para seguir soñando con lo que atrás quedaba, Con las piedras... con el abuelo de la colilla apagada colgando de sus labios, y que no se caía ni cuando pronunciaba: "Latigo opresor... Pobreza... de siglos. Voves y silencios acusadores..."
Se dio cuenta en que mundo había caído de bruces.
y escribió su primer verso de tristeza, mientras pensaba en para que sirven las estatuas.
libertad.
En un atardecer que amanecía, le nació la mano desde dentro a escribír cuando aún no sabía.
La voz del campo se le pegaba al alma porque era amigo de los campos, de los olmos, del huerto, delos olivos y hasta de las flores que brotaron en la última primavera. Primavera que plreció tiernamente para luego ser apagada.
Era amigo del valle y los sembrados plagados de amapolas.
Era feliz porque aún portaba la inocencia niña... Y potrque aún no se lamentaban los lirios caídos por el barro.
Era amigo de los zarzales donde anidaban los ruiseñores.
Amigo del río y de los juncales y los trigos movidos por la brisa.. antes de ser aplastadopor las voces de hietro y canciones de barro.
Era un niño que lloraba o cantaba como los demás niños que se fijaban en los lamentos del frío, helando la Alcarría.
Apenas conocía nada mas que lo que abarcaba el horizonte: se fijaba en los besos del Alba. Alba le dijeron se llamaba, acquella claridad que desperta ba al Este.
Un claro atardecer, aprendió mientras el Sol se caía por la sierra, que aquello se llamaba ocaso. le preguntó a un señor que portaba baba el porque se llamaba ocaso, y mientras se rascaba su espesa pelambrera respondió que no sabía.
En un viejo baúl donde la paja dormitaban media docena de libros, que solo leía "el tío valentin..."uno era muy grueso: El día que lo leas, sabrás, de los muchos hombres locos que pueblan el mundo. Un año mas tarde enlazaba letras, y fue aprenciendo que existían grandes ríos, grandes mares, mas allí del horizonte, y pueblos, muchos pueblos y grandes ciudades... y que las gentes se amaban pero también se odiaban. No quiso entender nada de años de guerras y batallas interminables... porque aún le dolía una muy cercana de la que los mayores no hablaban.
Un día mirando al castillo se imaginó a las gentes que edificaron aquello: las piedras le hablaron también de sufrimiento y guerra... habló con ellas. Un día un anciano que pasaba lentamente cayada en mano, se detuvo, dijo algo asi como que"l mundo rueda" y siguió su camino... El niño miró sus espaldas encorvadas.
No, no soñaba: se decía que por todas partes hay hombres encorbados, y niños que juegan en el barro... igual que le decía el libro grande.
Hombres y niños maltratados, lloró y las lagrimas se estrellaron nen las viejas piedras.
Creció entre mises y olivares. Ya aprendía quienes pasaban hambre.
Rasgaban el aire los vencejos el aire a la puesta del Sol, cuando una voz a sus espaldas, dijo: "Siempre tan soñador" y se perdío, lentamente calle arriba, non su colilla entre los dientes. Se decñía de él que era muy sabio.
Y la ciudad. Era un adolescente, cuando se vio entre ruidos y silencios... y ombres lisiados que se acercaban a los templos pidiendo limosna. Hobre silenciosos que algunos rehuían como si tuvieran la peste. Solo alguna mujer bondadosa les sonreía, mientras depositaba una perra chica o gorda, en in recipiente, iguales a los que los hobres vestidos todos iguales, portaban años atrás. El muchacho se fijó que solo tenía una sola mano y que tenía la mirada muy triste. Hasta vió a un hombre llorando en las escaleras de una iglesia, y nadie se detenía.
Y le quedaba tiempo para seguir soñando con lo que atrás quedaba, Con las piedras... con el abuelo de la colilla apagada colgando de sus labios, y que no se caía ni cuando pronunciaba: "Latigo opresor... Pobreza... de siglos. Voves y silencios acusadores..."
Se dio cuenta en que mundo había caído de bruces.
y escribió su primer verso de tristeza, mientras pensaba en para que sirven las estatuas.
libertad.
muy bonito sigue escribiendo lo haces muy bien felicidades.
Esta vez lo escribí para mi y para otra persona, que por cuanto dice, ha vivido, desde sus ya muchos años historias parecidas.
Gracias Encarna: habrá mas.
Encantado, y... se feliz.
Gracias Encarna: habrá mas.
Encantado, y... se feliz.