Es seguro que los ateos, los escépticos, los incrédulos y los infieles no formarán parte de los Elegidos, ni pisarán el umbral de la Nueva Jerusalén. Se encontrarán entre los que emitirán lamentos y crujir de dientes. El que viva, lo verá.
Todos esos que cita y muchos más no formarán parte de los elegidos... ¡Hombre!, Dios es misericordioso, ¿no? Hemos de esperar, es posibler que en el último momento vuelvan la vista hacia Dios.
Dios es misericordioso, sí, pero también es justo. Cada cuál, por la Ley de Causa y Efecto, recogerá lo que ha sembrado. Las conversiones de última hora, guiadas más por el temor que por el verdadero amor, no servirán para nada.